viernes, 19 de abril de 2024

CORRE, NO PARES

 




"Alicia estaba sentada en un banco del jardín, cuando de pronto vio a un conejo que decía: -¡Dios mío! ¡Voy a llegar muy tarde! Y se alejó rápidamente".  

Dicho lo cual, concluyo que en este momento, el conejo soy yo. Que no me da la vida y la echo de menos, porque se me escapa a pasos agigantados. La cosa no me da para más. Las horas del día deberían poder multiplicarse por tres, pero no para trabajar, sino para vivir sin trabajar, para rascarse la barriga una y mil veces. Pero lo que no puede ser, pues no puede ser y además es imposible.

Y sigo porque, aunque me gustaría seguir gastando el tiempo del que no dispongo, estos días no puedo, no me llega, no me da, y me acaba de pasar otro maldito conejo que ya me lleva delantera y la vocecita interior grita: "corre, coño, corre".




lunes, 1 de abril de 2024

ABRIL

 



Ha dejado de llover. No es una buena noticia. Luce un sol espectacular y los charcos empiezan a menguar. Abril. Te llamaremos abril, como corresponde y en un suspiro, mientras vivimos entretenidos en un futuro aciago, se irá una vez más, como cada año, como siempre, dejando un reguero de planes inconclusos, muertos antes de empezar. Y se irá tra vez, sin hacer ruido, como cada vez que de soslayo aparece por mi casa y deja una esquirla suya que sirve para recordarme que una vez cruzado al otro lado del río ya no hay vuelta atrás. La corriente es demasiado fuerte y las fuerzas son escasas. Abril, te llamaremos abril, como corresponde. En el inicio de todo ya fue así y ahora, mientras aparto las sombras de un pasado que nunca fue, se cuelan los rayos de una primavera que espera que la vida crezca. Una primavera que ofrece promesas de un avance venturoso que se cae en cuanto uno escucha las noticias en la televisión. La guerra, la preguerra y la madre que lo parió todo. Desnudarse para arrojarse al río y abrirse camino, empujar con la ilusión de que la realidad es otra mientras ella, cruel e inmensa, te muerde los pies. Esperemos que vuelva la lluvia, aunque se lleve abril, como antes se llevó marzo. Esperemos no perder la cordura y ser capaces de proteger lo que de humanidad nos queda, incluso en lo particular. Esperemos que llueva y que sus migas, mis migas, conviertan este abril en algo distinto.



viernes, 22 de marzo de 2024

SLOWLY

 



En uno de los fragmentos de los Diarios de Iñaki Uriarte se recoge como Solana, el que fuera presidente de la OTAN, dice echar de menos una tertulia regular con amigos. Uriarte, que con toda seguridad es mejor conversador que Solana, se suma a esa añoranza por las conversaciones sin prisa. Podría añadir un más uno, porque me ocurre exactamente lo mismo. Vivimos un momento en el que de todo se ha multiplicado por cincuenta y tres. No solo las preocupaciones, sino también la necesidad de que todo sea fácil y rápido. Se ha relegado la quietud y la reflexión, las ganas de hablar y sobre todo de escuchar, al rincón de las causas perdidas.  Echo de menos muchas cosas y sobrellevo como puedo la nostalgia por una época en el que creí disponer un tiempo infinito, un tiempo que administraríamos, yo y quien me diera la gana, a nuestro antojo, como buenos diletantes. Pero no.  Por eso no sé si me siento como Solana, o como Uriarte, o simplemente me siento como yo misma, con la complejidad de saber que el tiempo me escupe los minutos y me arranca los años, mientras espero que todo se ralentice y que me dé tiempo, no solo a echar de menos las tertulias, sino a emborracharme de todas ellas, antes de que alguien toque el silbato y anuncie el final del partido. Y, para entonces, ojalá un tiempo de descuento, una suerte de prórroga alegre, durante la cual poder arrojar al regazo de otro una langosta enorme en homenaje a Annie Hall y a nosotros mismos y poder tomarse un café, a o una copa de vino tinto, al socaire de un futuro al que se le pueda sacar la lengua.



lunes, 11 de marzo de 2024

OTRO 11 DE MARZO

 


Fue aquel 11M del que todos nos acordamos. Han pasado veinte años como si hubieran pasado veinte segundos. Un 11 de marzo que aún late y del que se sabe mucho menos de lo que se debería. Los atentados de aquel día acabaron con la vida de nuestros vecinos, los mutilaron y les dejaron secuelas difíciles de superar. Los delitos que es cometieron aquel día están a punto de prescribir. Es difícil para una sociedad asumir un carpetazo como este cuando el sistema no ha sido capaz de dar con los verdaderos responsables de aquella masacre, no ha conseguido que la verdad de ese día salga a la luz y no permite que la sociedad pueda cerrar una herida tan grande como lo fue aquella. Recuerdo aquel día, recuerdo el silencio, el miedo y la tremenda desolación de una sociedad que por un momento se unió en un esfuerzo titánico para sobrevivir a una tragedia horrible.

Soy de la opinión que lo que no se resuelve se cierra en falso. Resolver implica conocer la verdad, llegar hasta el fondo, enfangarse hasta los codos y arrastrar a la superficie todos los demonios que se esconde tras hechos tan graves como lo fue el 11M. Lo demás es insuficiente. Vivimos en la polarización más absoluta y no es algo nuevo. Imponemos nuestras versiones como si ella fuera las únicas, las ciertas y reales, y olvidamos que, como casi siempre, nuestras versiones no son más que opiniones forjadas a partir de unos pocos datos y unos muchos sesgos.

Aquellos hechos pronto prescribirán para el derecho, pero no lo harán para los cientos, miles, de personas, familias, a las que las bombas les giró la vida. Hoy, un pensamiento para todos ellos, en el convencimiento absoluto de que como sociedad hemos empeorado sustancialmente. Pero, aun así, recordar hechos como los que sucedieron en Madrid aquella mañana de marzo, nos obliga a replantearnos qué es lo que queremos como sociedad. Y yo, en un día, como hoy quiero que los delitos, como los que se cometieron aquel día, no prescriban nunca y que una justicia, dotada y preparada, que hoy no tenemos por la desidia e interés de la clase política, caiga con todo su peso sobre quien corresponda, incluso, incluso sobre aquellos que maliciosamente utilizan el terror, aunque sea producido por otro, en su propio beneficio.

domingo, 3 de marzo de 2024

FOU

 


Leo por ahí que hay que abrir una investigación un menor de 8 años de edad por comentarios racistas. No sigo leyendo. Me parece una aberración desmedida que a alguien se le haya pasado por la cabeza tan feliz idea. En lugar de educar, investigar. Supongo que mientras hablamos de estas estupideces, no lo hacemos de algo tan fundamental como el estado de quiebra de la Seguridad Social; de los sinvergüenzas que se envuelven en la bandera del progreso para robar a manos llenas; de la sinrazón de la política de un Gobierno que agoniza entre una amnistía repulsiva y una corrupción mayúscula que intenta taparla a gritos del “Y tú más”. Es todo como para empezar a vomitar y no parar. Es todo pesadísimo. A nivel doméstico, la cosa está que da pena; a nivel internacional, la cosa no le va a la zaga. Puede que el día menos pensado nos levantemos con aviones sobrevolando y dejando caer cuanta chatarra quieran sobre nosotros y que la vida en la que creímos una vez desaparezca del todo. Ucrania no está tan lejos, Rusia solo un poco más allá. Y nosotros, felices porque ha empezado a llover, nos creemos ajenos a todo ello. Menuda gran mentira.

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«Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Y me oyes desde lejos y mi voz no te toca».  La verdad es que los versos de Neruda tiene tela. Alguien pensará que es una frase de amor perdido, pero parece la descripción de alguien que se mofa de la perdida de chaveta de otro. Todo muy loco. Muy pesado Neruda y muy pesados, también, los que se regodean en la debilidad del que cae de cuatro patas frente al magnetismo del amor “fou” del que también hay que disfrutar de vez en cuando si uno está mínimamente vivo. Será que “I don't have the pussy for little lanterns”, que dicho en inglés suena más fino, incluso más poético, pero es que me dan cierta grima los fortachones del mundo y los que desayunan con Fortasec. A mí, que la gente se calle no me gusta mucho, aunque es verdad que algunos son más interesantes cuando, pero como hay que ver las cosas en modo constructivo y hasta de un imbécil con verborrea hay algo positivo que sacar, por ejemplo, tener claro que es imbécil de remate, que no hay que dedicarle ni cinco minutos y que mejorar no tocarle ni con un palo. Válgase la metáfora del tocamiento y el palo por lo que uno quiera.

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Hay que confiar en ciertas dosis de optimismo y en el carácter positivo, en el buen hacer y la necesidad de colaborar y divulgar cosas buenas para hacer de este mundo un chabolo mejor.

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Sus manos siempre están calientes, no es un casual. Sus manos doblan  las mías y, entre las suyas, las mías dejan de ser diminutas. Ante su voz siempre segura, la mía se crece y la busca. Me templa. Aunque no sé. 

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Me gusta Mia Hansen-Løve. Me gustan sus películas y me gusta que me guste tanto. Puede que sea una de esas filias con las que batallo día sí y día también, y con las que de vez en cuando me obsesiono. Así que no me queda otra que recomendar de una manera muy entusiasta su película «Un beau matin». Un tesoro delicioso. Aquí dejo el tráiler.