domingo, 12 de octubre de 2014

APUNTES (I)


Sin duda para los demás ella pervive en otra parte, 
una figura que se mueve en el museo de cera de la memoria.



No estaba preparado para aquel estropicio. Sabía que era cuestión de tiempo, pero también que no podría soportarlo. No mientras cupiera la posibilidad volver a tropezar y no pudiera cruzar ni una sola palabra con ella. Lo había hecho peor que mal y ya no había marcha atrás.  Pero creía que prolongar lo que se estaba convirtiendo en un final agónico, quizá le daría la oportunidad de borrar algunas cosas. Y en eso andaba, maquinando absurdos artificios que prolongaran la llegada de un final catastrófico como el que ya se veía venir. ¿Quién puede resistirse al deseo, o a la propia necesidad, aunque este conduzca directo al desastre? Desollarse por dentro, pero mantenerse tirando de una cuerda invisible. A veces, por la noche, mientras daba vueltas en la cama, sosteniendo el sueño de los demás, pensaba que la única manera de volver a vivir pasaba por cortar aquel sedal que ahora ya solo sostenía una roca enorme, negra y pesada como el ala de un cuervo. En el último año se había acostado con distintas mujeres de las que ni tan solo recordaba el nombre, en un burdo intento de perder el miedo a la soledad y de desdramatizar la realidad. Pero, como en los cuentos, un día llegó el viento y sin que hiciera falta que nadie soplara, se lo llevó todo: las letras, las risas, el sexo, la amargura de los últimos tiempo y dejó sobre la mesa, como un mal presagio, un sobre vacío. Nada volvió a ser lo mismo. El miedo se convirtió en un gigantesco desencanto que le cubrió de los pies a la cabeza y aquella risa que un día fue extraordinaria se convirtió en una nota muda.


2 comentarios:

  1. Cuando se dice: acostarse con una mujer. En realidad que quiere decir, ¿acaso se tiene sueño?, ¿se quiere, acaso, dormir apaciblemente?, ah, qué sé yo.

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  2. Dormir en buena compañía no es mala cosa.

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