sábado, 25 de julio de 2015

DINOSAURIOS





«(...) Pero ¿Qué te ocurre? Sabía perfectamente lo que le ocurría. El amor.»
Siri Hustvedt



Me despierto con un nudo en el estómago que al principio identifico con hambre. Descalza, y con la casa en silencio, me acerco hasta la cocina y me como la última galleta de Pol. Anoto en la lista de la compra: zumo de piña y galletas dinosaurio. El nudo no desparece, aunque no ha quedado ni una miga. Me entran ganas de llorar, o de gritar, o de llorar y gritar todo a la vez. Maldigo el día en que le conocí, el día que llegó a casa diciendo que me quería pero de otra manera, el día que empezó a follarme porque había dejado de hacerme el amor. Maldigo, en definitiva, el día que nació...Pero sé que no es verdad, o que no lo es del todo. Pienso en Pol, lo mejor  que toda esta historia me ha dado, y pienso en su nariz diminuta, en los brazos de boxeador enano que abraza haciendo tanta fuerza que contrae las mandíbulas dibujando un gesto gracioso y tierno, en su todavía olor a leche dulzona. Maldigo el puñetero momento en que firmé que la vida se detenía por semanas, aun sabiendo que eso es lo que tenía que hacer.
Pongo la radio con el volumen tan bajo que la voz del locutor apenas llega como un susurro. Es la costumbre, porque esta semana no se despertará nadie. Y maldigo la República Checa, las rubias naturales y el Mobile World Congress.


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