miércoles, 24 de abril de 2024

OPS

 



La vida moderna me ha traído los auriculares al aire. Es una buena cosa cuando te acostumbras. Vas con tu música por ahí con la seguridad de que no vas no morir atropellada por no haber escuchado como se acerca a toda velocidad un patinete o una bici porque, con estos artefactos, puedo oírles llegar y esquivarlos con soltura, mientras un piano y una trompeta me recuerdan que el cielo también puede estar en la tierra. Y que, si queremos seguir vivos, vivos de verdad, lo mejor es optar por aquello que nos facilite los momentos de felicidad, aunque sea de manera mediana. Con los años, el nivel de exigencia baja, o puede que lo que baje sean las expectativas y seamos capaces de disfrutar de cosas sencillas a las que antes apenas dábamos importancia. Nos parecían tan normales y corrientes que las dábamos por amortizadas antes de darles la oportunidad de que nos alegraran el día desde su pequeñez y normalidad. Puede que, precisamente por eso, cuando cruzando Consejo de Ciento, ha saltado la pista, y las primeras notas de "Signal on the hill" han vibrado, se me haya alegrado el corazón sin mayor razón o motivo que la posibilidad de estar allí en ese mismo instante, en mitad de una calle disfrazada de mundanidad, con un sol de primavera que calienta, pero no demasiado y escuchando lo que le ha dado la gana al azar de la lista de Spotify. Y así, sin más, incluso el aire corre con gracia cerca de mis oídos.


viernes, 19 de abril de 2024

CORRE, NO PARES

 




"Alicia estaba sentada en un banco del jardín, cuando de pronto vio a un conejo que decía: -¡Dios mío! ¡Voy a llegar muy tarde! Y se alejó rápidamente".  

Dicho lo cual, concluyo que en este momento, el conejo soy yo. Que no me da la vida y la echo de menos, porque se me escapa a pasos agigantados. La cosa no me da para más. Las horas del día deberían poder multiplicarse por tres, pero no para trabajar, sino para vivir sin trabajar, para rascarse la barriga una y mil veces. Pero lo que no puede ser, pues no puede ser y además es imposible.

Y sigo porque, aunque me gustaría seguir gastando el tiempo del que no dispongo, estos días no puedo, no me llega, no me da, y me acaba de pasar otro maldito conejo que ya me lleva delantera y la vocecita interior grita: "corre, coño, corre".




lunes, 1 de abril de 2024

ABRIL

 



Ha dejado de llover. No es una buena noticia. Luce un sol espectacular y los charcos empiezan a menguar. Abril. Te llamaremos abril, como corresponde y en un suspiro, mientras vivimos entretenidos en un futuro aciago, se irá una vez más, como cada año, como siempre, dejando un reguero de planes inconclusos, muertos antes de empezar. Y se irá tra vez, sin hacer ruido, como cada vez que de soslayo aparece por mi casa y deja una esquirla suya que sirve para recordarme que una vez cruzado al otro lado del río ya no hay vuelta atrás. La corriente es demasiado fuerte y las fuerzas son escasas. Abril, te llamaremos abril, como corresponde. En el inicio de todo ya fue así y ahora, mientras aparto las sombras de un pasado que nunca fue, se cuelan los rayos de una primavera que espera que la vida crezca. Una primavera que ofrece promesas de un avance venturoso que se cae en cuanto uno escucha las noticias en la televisión. La guerra, la preguerra y la madre que lo parió todo. Desnudarse para arrojarse al río y abrirse camino, empujar con la ilusión de que la realidad es otra mientras ella, cruel e inmensa, te muerde los pies. Esperemos que vuelva la lluvia, aunque se lleve abril, como antes se llevó marzo. Esperemos no perder la cordura y ser capaces de proteger lo que de humanidad nos queda, incluso en lo particular. Esperemos que llueva y que sus migas, mis migas, conviertan este abril en algo distinto.