domingo, 28 de julio de 2013

EL AROMA DE NARCISO NO ES PARA EL VERANO


Después de la curva apareció la verja, negra, imponente, tal como Carlos se la había descrito. Cambió la marcha y dejó caer la mano sobre la rodilla. No debes preocuparte –le dijo- son amigos, no tienes nada de qué preocuparte. Había pasado un mal día, no le gustaban las sorpresas, ni las presentaciones que no llevaban a nada, pero se había comprometido consigo misma, incluso con él, sin que él lo supiera, a dar una vuelta a una historia que parecía casi muerta.
Los niños ya no estaban en casa. El trabajo empezó siendo una obligación y terminó siendo la excusa para todo. Así estaban las cosas. Habían dejado de verse, habían dejado de hablarse, de preguntarse y las conversaciones se habían acomodado a las trivialidades domésticas, en las noticias que veían mientras cenaban, poco más. Aparentemente todo bien, pero las apariencias mienten casi siempre y lo sabía. Había decidido darse una nueva oportunidad, a ella, a él, aunque él no lo supiera.

Al cruzar el umbral, unos brazos la rodearon y sintió el empalagoso roce de unos labios en su mejilla mientras se presentaba sin esperar a cerrar la puerta.
Pasaron a la terraza, el resto de invitados apuraban lo que parecía no ser la primera copa. Sintió un ligero mareo, como si todas las copas que los demás llevaban encima se hubieran deslizado hasta sus venas y ahora empaparan su cabeza. Puede que fuera la pesadez en el ambiente, o quizá sólo fuera cosa del verano.

Durante la cena no se vio una sola copa vacía. La sobremesa se alargó una eternidad y cuando las antorchas ya sólo devolvía sombras, ocuparon las butacas y las fueron reclinando poco a poco al fluir de una conversación banal. La brisa del mar, el vino y  el murmullo de las olas los llevó, uno tras otros, a adormecerse frente al mar.

Al despertar no sabía cuánto hacía que se había dormido. Le buscó con la vista y no le vio. Pensó que quizá hubiera entrado en la casa huyendo del bochorno, o ¿quizá no se encontrara bien? –se dijo-. La casa permanecía a oscuras, salvo la tímida luz que se escapaba de una puerta entreabierta.
Camino por el corredor. Sentada en el borde de la cama, sujetándose al cabezal, una espalda desnuda; y entre las piernas su cabeza descansa besándole los muslos.


Salió a la terraza de nuevo, sin prisa. Se tumbó, y esperó que la brisa arrastrara el perturbador aroma de aquella espalda desnuda y supo, por fin, que las cadenas habían quedado en un cabezal a unos cuantos metros de su espalda.

jueves, 25 de julio de 2013

ANTIWESTERN



"La grandeza no consiste en hacer todo aquello que se quiere,
 sino en querer todo aquello que se debe".


La distancia más tremenda entre dos personas es la que marcan las palabras vacías.

Mirar la pared, dibujar caminos invisibles con las puntas de los pies, tejer tu tela de araña, tararear, y vuelta a empezar.



Sure to be a loner, I hear you're not the loving kind
Come on darling, I've something in mind

You're too good looking I'm always gonna put up a fight
Give in baby, be mine tonight

You talk about Lee but your words are untrue
Saying that Nancy's got nothing on you
You listen to rubbish I really despise
And tell me that sand is just grit in your eyes

Moved around honey, to stay here now would feel just fine
I'm taking your boots off, I'll keep them with mine

I'm coming around 'cause I know they say we only live twice
Well this is the first life, a need to entice

You talk about Lee but your words are untrue
Saying that Nancy's got nothing on you
You listen to rubbish I really despise
And tell me that sand is just grit in your eyes.
 
 


 

martes, 23 de julio de 2013

CRÓNICA DE UNA ESTUPIDEZ DESMEDIDA


Los rayos golpean de forma salvaje y sin sentido.
Plinio





Y un día, la casualidad, ese destino que no controlas, decide que vuelvas a cruzarte con alguien a quien llevas una eternidad sin ver. Y es entonces, cuando sin saber demasiado bien qué es lo que ocurrió, qué es lo que os distanció, tomas consciencia del paso del tiempo, de lo mucho que te has perdido de su vida, y él de la tuya, y de lo extraño que es que ese tiempo, que no se detiene ni siquiera en ese momento, te devuelva el mismo gesto de siempre aunque más viejo, más cansado, pero igual de reconfortante que entonces.
Y te parece casi milagroso que los pocos minutos que permaneces parado en la acera, intentando rebobinar el tiempo, charlando atropelladamente de la vida (de su vida, de tu vida), se conviertan en el adhesivo que une tu confuso presente con un pasado que permanece anclado con la fuerza de una rocalla tremenda.
Y mientras miras el reloj porque en nada tienes que coger un tren que no te va a esperar, prometes que no dejarás que vuelva a pasar tanto tiempo, que debéis recordar que las casualidades no existen y que nada no pasa por nada.   
Y sigues caminando, casi corriendo, porque esos minutos que ahora se han convertido en vitales, remozan la piel erosionada por una vida que casi siempre espanta pero que ahora, durante unos minutos, tal vez incluso por unos días, te alivia aun sabiendo que no habrá más encuentro que el que la casualidad, esa que no existe, quiera que se dé de nuevo.




domingo, 21 de julio de 2013

DOCTOR, LO MIO NO TIENE REMEDIO


“La vida es demasiado breve como para vivir el número suficiente de experiencias,
 es necesario robarlas.”

Descubro su dirección por casualidad. Espero que me devuelvan mi documentación que alguien ha ido a fotocopiar, y ahí, frente a mí, sobre la mesa, ofreciéndose de un modo perturbador, la misma copia que ahora yo espero que hagan, pero la suya. 
Miro a la puerta, estiro el cuello a un lado y al otro, sintiendo que me va a reventar el corazón. Apostada a mi derecha, la conciencia vociferando “ni se te ocurra” pero, apostada a la izquierda, la filia murmura pérfidamente a mi mal logrado cerebro “es una señal. ¿Vas a ser tan rematada tonta de dejar pasar tu oportunidad?

Fotografío el folio y escondo el teléfono en el fondo del bolso. Un jersey, un pañuelo, un libro, incluso una botella de agua, todo encima, y mis manos sujetándolo como si dentro portara el tesoro de Sierra Madre. Un temblor incontrolable me recorre el cuerpo desde la punta del pie hasta la última hebra del cabello. Acabo de convertirme en algo así como una delincuente.


Pierdo la noción del tiempo, espero unos minutos que se me antojan eternos, y cuando aparecen con mis papeles, balbuceo algo parecido a una despedida. Salgo a la calle después de bajar corriendo los cuatro pisos que me separan del portal de aquella oficina. Las manos me tiemblan tanto que por una vez me arrepiento de haber escogido un teléfono con teclado qwerty. Busco en las subcarpetas de las carpetas, en las carpetas de las carpetas y al final, reluciente, con una  nitidez casi pornográfica, la fotografía del delito, la localización, el “dónde”, la puerta a mil preguntas que esperan sus brillantes respuestas.


La cabeza funciona rápido, muy rápido pero la sangre no debe de llegarme bien porque creo que me voy a desmayar. ¿Qué haré ahora con ella? No puedo presentarme en su casa, confesarle mi adoración. En realidad, sí puedo hacerlo, pero seguro que acabaría detenida o, peor aún, podría recibir una nefasta indiferencia que me deje el corazón, el orgullo y la dignidad dolientes de por vida. 


Pero debo estar realmente chalada, o puede que finalmente la conciencia haya conseguido triunfar sobre mi mala cabeza. Y así, como el que no quiere la cosa, me coloco sobre el archivo, pulso el botón izquierdo, escojo “eliminar” y aprieto cerrando los ojos para no arrepentirme a última hora.


Es curioso, el cuerpo ha dejado de temblar, el bulevar me parece más ancho y parece que la sangre vuelve a correr por donde debe.  Respiro hondo. Si tiene que invitarme a tomar café, o adoptarme como musa tendrá que ser de otro modo. Mi mal de Montano no debe estar en un estadio de enfermo paliativo. Pero lo nuestro, lo de EVM y la que suscribe, tendrá que esperar a otra ocasión menos mostrenca. 

 


viernes, 19 de julio de 2013

DELAYED


"La vida no es para siempre".


Es en esta hora, en este momento, cuando debemos repartirnos la vida. Podemos decir que  hemos llegado a una estación de paso, aunque es siempre la misma historia dando vueltas una y otra vez. Cambia tu rostro, el mío, el tiempo se vuelve anciano. Pero la noche es la noche, nos convierte en misteriosos, en la llave de unas posibilidades tan infinitas como precarias.