lunes, 29 de julio de 2019

CUANDO JAMES BOND SE TOMÓ UN BITTER KAS


Ahora comprendo el alcance simbólico del título de mi novela 
Cambio de guardia. Cambié de guardia para caer K.O.

Julio Ramón Ribeyro. La tentación del fracaso





Levanto el domingo con un esfuerzo titánico, como el que hacen los cables que tensan y equilibran el puente, esperando que fluya de una manera en que las renuncias sean las menos posibles. Por eso, si la vida lo permite, anoto cuatro renglones para no olvidar que más allá de la rutina, existe algo distinto que no puedo tocar pero que intuyo y que casi huelo. Algo que a veces pierdo incluso cuando no tengo. 
Pero llega el domingo y las aceras se transforman en pequeños bulevares por los que caminar sin prisa, buscando el alivio, convirtiéndonos en algo singular que intenta esquivar la remota posibilidad de que en la próxima esquina aparezca, sin dar tregua, la sensación de fracaso a la que permanentemente nos encontramos expuestos. La flagrante sensación de colgar de un hilo del que pende una historia y que nunca se quiebra.





domingo, 21 de julio de 2019

EL FARO




¡Ah! Era demasiado hermoso, le sobraba belleza; y esa había sido la causa de todos sus problemas. Ningún hombre tenía derecho a aquellos ojos, aquellas pestañas y aquellos labios; resultaba peligroso.

Katherine Mansfield. Fiesta en el jardín





Se encontraron en el puerto, temprano, antes de que el sol saliera. Al final del muelle una neblina espesa anunciaba otro día en el que la flota quedaría amarrada y la lonja cerrada a cal y canto. Comenzaron a caminar siguiendo la línea del espigón, acomodando el paso a la lentitud de la mañana. Llegaron al faro y se sentaron. Alguien tenía que decir la primera palabra y ninguno de los dos parecía que fuera a hacerlo. Las rocas estaban frías y las olas del mar enviaban pequeñas gotas de agua que desaparecían al estallar contra el suelo. ¡Menuda situación!, pensó Luís. Seguían en silencio, como si uno esperara a que fuera el otro el que empezara a despedirse, ninguno de los dos fuera a hacerlo nunca. 
El mar embravecido le recordó la furia que a veces, sin saber bien el porqué, la invadía por dentro. Demasiada juventud, se repetía como excusa. Intentó seguir el contorno de los acantilados que se intuían más allá de la bruma, buscando la palabra más adecuada, el tono más indicado para decirle que solo quería marcharse con él, que la llevara lejos de todo aquello, lejos de sí misma.

-Deberías ir pensando en cortarte el pelo, así no te querrán en ningún sitio. En la ciudad, esas cosas las miran, le dijo.
- ¡Vaya! Pensé que te gustaba, contestó mientras se pasaba las manos por el cabello.

La miró de reojo. Le intrigaba lo que pudiera estar pasando por la cabeza de aquella mujer que, sentada a su lado, parecía andar más bien lejos de la bahía. El graznido de las gaviotas se unió al silencio en un estruendo colosal. Sintió el tacto tibio de sus dedos. La sirena de la fábrica anunció el turno de mañana pero allí, en ese momento, ya no importaba nada.






domingo, 14 de julio de 2019

COMPARTIENDO COLCHÓN


"Has vencido y me entrego. Pero a partir de ahora tú también estás muerto...muerto para el mundo, para el cielo y para la esperanza".

Edgar Allan Poe. William Wilson





Al despertar, me costó reaccionar, era como si, aunque mi cuerpo hubiera regresado a la habitación, a mi cama pero que parte de mí se hubiera quedado al otro lado y que, desde ahí, me estuviera haciendo señales llamándome para que volviera, diera unos cuantos pasos hacia no sé dónde y regresara a aquel otro mundo en el que me había quedado medio colgada. Me senté, sin saber bien si quien lo hacía era yo misma o la parte que, por algún motivo, se había desprendido y se había quedado en aquel otro sitio en el que creía querer estar sin saber si allí, como aquí, me sentiría fuera de sitio. Al poco, todo desapareció, era yo, con mis años, mi exceso de peso y el aliento turbio del que recién se levanta con el estómago un tanto revuelto. Aquello me pareció raro, no podía recordar nada de lo que había soñado, de lo que me había tenido atrapada en mitad del aquí y el ahora, y un hacia atrás inventado un recuerdo medianamente difuso, por las hormonas y las horas de sueño. Intenté quitarle hierro a la confusión y me encaminé a la ducha, con el pie dolorido y una cojera un tanto patética que el día antes, al acostarme, no tenía. Pensé que tenía que escribir sobre los viajes nocturnos que ahora, más que nunca, volvían a sucederse sin que hubiera motivo para ello. Tendría que espiarme y dejar de embrollarme por la vida que se me desdobla a ratos sí y a ratos también. Como entonces, como ahora mismo.



martes, 9 de julio de 2019

TODO BIEN


I saw you this morning.
You were moving so fast.
Can't seem to loosen my grip
On the past.

Leonard Cohen




¿Cómo va eso?, me pregunta mientras va entrando por la puerta del edificio en el que nos cruzamos. Muy bien, muy bien, le contesto. Y duplico lo dicho mientras aprieto el paso para alcanzar la calle y no tener que pararme porque en realidad no quiero, y el otro tampoco. Este tipo de respuesta es como el piloto automático de la cortesía que ante un desconocido se substituiría por un correcto "buenos días" o "buenas tardes" tan vacío como la cuenca del ojo de un ciego.

Pero en ese cruce entre puertas, la respuesta siempre se atolondra, con un falso entusiasmo que se acentúa con una sonrisa exagerada, mientras uno se va retirando de una manera precipitada para evitar una parada que nada va a aportar a nadie y que tampoco nadie quiere. A veces un simple movimiento de cabeza a tiempo no solo es mejor, sino que es mucho más sincero con el poco interés que el otro nos genera.  
Vamos sobrados de banalidades e intereses difusos que nos desgastan y nos desdibujan.









Photo by Martin Grincevschi 

miércoles, 3 de julio de 2019

UNA DE GANSOS



“Pronto cesó el tumulto. Los cuatro cerdos esperaban temblando y con la culpabilidad escrita en cada surco de sus rostros. Napoleón les exigió que confesaran sus crímenes. Eran los mismos cuatro cerdos que habían protestado cuando Napoleón abolió las reuniones de los domingos. Sin otra exigencia, confesaron que estuvieron en contacto clandestinamente con Snowball desde su expulsión, colaboraron con él en la destrucción del molino y convinieron en entregar la "Granja animal" al señor Frederick".


George Orwell. Rebelión en la granja





En sus diarios, Iñaki Uriarte recoge la anécdota de como Chéjov contó a su amigo Bounine la visita que recibió de Tolstoi, como tuvo miedo y como, al final de aquel encuentro, Tolstoi le pidió un abrazo y, mientras lo hacía, le susurró al oído que no soportaba sus obras, que Shakespeare escribía como un cerdo, pero que lo suyo era peor. Esta anécdota, relatada por Uriarte, me vino a la cabeza ayer mismo tras ver en la televisión el encuentro entre distintos dirigentes políticos que andan de abrazos y reuniones, algunas más secretas que otras, para poder acordar formación de gobierno. 

Ignoro si Shakespeare escribía como un cerdo o si no lo hacía como tal. Como tampoco estoy en disposición de afirmar que nuestros políticos se comporten como unos cerdos en el sentido que apuntaba Tolstoi sobre Shakespeare. Como tampoco puede afirmar si simplemente, como refiere Chéjov, son mucho peor, salvo si ese "mucho peor" se traduce en la transformación que sufren una vez alcanzan el mínimo de votos necesarios para convertirlos en relativamente relevantes. Vivimos momentos de una absoluta disociación entre la vida política y el día a día de los ciudadanos.
Puede que adjetivar de "cerdo" el modo en que funcionan los políticos no sea ni educado ni correcto, salvo si pensamos en que están dispuestos a comérselo todo con tal de engordar su panza. Creo que intentado ser objetivos, sería más fiel a la realidad calificarlos de bandada de gansos que vuelan a la suya sin importarles lo que queda detrás y eso, al final, es igual de malo que comérselo todo sin importar a quien le dejas los huesos, Tolstoi mediante.