domingo, 28 de abril de 2013

A DIEZ MIL KILÓMETROS DE AQUÍ




El diez es un número circular. Una cifra demasiado próxima a lo escaso, a lo pequeño, demasiado lejana aún para lo que se convertirá en enorme. Las primeras dos cifras para cualquier cosa.

Me veo las puntas de los dedos de los pies mientras balanceo la pierna. Empiezo a pensar que debería cambiar esta mesa de cristal. Me pinto las uñas de color visón, abanico el aire con la mano para que se sequen y así, casi de inmediato, con el esmalte aún blando, mojo un poco de algodón en acetona y hago desaparece pinceladas de vanidad.


Ayer murió mi padre, ayer pero de hace diez años. Fue un sábado, también. 

   —¿Háblame de los muertos? —Dice Dalhman desde su almohadón, pero yo no quiero hablar de muertos, no quiero hablar de nada. Pienso en que aquel sábado hacía un sol radiante y que hoy, diez años más tarde, el cielo ha reventado en cascada y el agua se acumula sobre el asfalto. 

A más de mil kilómetros de aquí, el mar bate unas olas gigantes. Sus manos reposan sobre la mesa después de remover una taza de café que sabe a veneno y que, sin embargo, bebe para no sentirse un completo idiota. 


Nadie nos avisó del mal que produce la nostalgia, de la tristeza de las palabras engullidas y no dichas, de la transformación que sufre el rojo muscular hasta convertirse en gris ceniza, del poder del mar y de la sal, del paso del tiempo y de que nada permanece intacto para siempre, ni siquiera el recuerdo. Cuando no tienes nada que dar, nada debes ofrecer. El consuelo del momento se vuelve amargo con el tiempo.


Pero la vida continúa. Pese a todo, pese a todos. 


jueves, 25 de abril de 2013

NOTAS DE UNA INTERVENCIÓN CUALQUIERA


¿Qué es lo que impide que dos personas, frente a una situación concreta, con unos intereses no necesariamente contrapuestos en lo esencial, sean incapaces de entenderse, de aunar esfuerzos y resolver la controversia en la que se encuentran? Puede que existan distintos motivos, pero uno y principal son los fallos en la comunicación.


Lo que nosotros decimos y lo que el otro entiende no siempre es lo mismo. Y es que como personas con una trayectoria personal determinada, con unas creencias y vivencias individuales, tendemos a interpretar lo oído en el contexto de nuestra propia idiosincrasia. Esta particularidad en la interpretación se puede ver agravada en aquellas situaciones que por, una excesiva influencia del estado emocional, el receptor termina por escuchar aquello que le interesa escuchar y hacer caso omiso a todo aquello que contradiga su pensamiento inicial. El ser humano es así. Y es que como dijo aquel “el corazón tiene razones que la razón no entiende”

El estado de ánimo es, sin lugar a dudas, un importante tergiversador del mensaje emitido y, a su vez, recibido, que puede terminar creando una confrontación que en la realidad no existe, o no debiera existir.

No hay grandes remedios a un mal tan común salvo que optemos por intentar una comunicación de carácter bilateral, exenta de la susceptibilidad de algunas emociones. La búsqueda del equilibrio en la comunicación es esencial, lo mismo que la flexibilidad en las postura que sólo se consigue mediante el mantenimiento de la conversación en la que emisor y receptor estén en un plano de igualdad, puedan poner de manifiesto sus pensamientos, replicar y emitir su propia opinión.

Cuanto más se interactúa más difícil es que se malinterpreten las palabras y es más sencillo que por la propia naturaleza de la conversación, salvo casos de torticero interés, pese a las emociones que interfieren, se consiga llegar si no a puntos de encuentro, sí a limar la hostilidad que las emociones provocan tanto en la emisión como en la recepción del mensaje.  

El inmovilismo en las posturas casi es, casi siempre, por la falta o la mala comunicación.


lunes, 22 de abril de 2013

MISTERIOS DE MUERTE AZUL


"Porque es una lástima muy grande no decir nunca lo que uno siente".


Me ahogo. Me ahogo y tú no lo ves. Me ahogo, y duele. Pero no sé decirte si lo que lastima es el aire que no llega porque los pulmones se cierran al pronunciar tu nombre, cerrojo oxidado que me pudre la garganta y corrompe el aire.


Me ahogo y no te importa porque ya no ves nada, ni nada quieres ver. Te convertiste en la compañía ciega de la que escapo a medias, en la métrica tortuosa y nefasta que emborrona cualquier cosa.


Y mientras me ahogo, espero que te ahogues también, y que cualquier posibilidad de sobrevivirme se convierta en el lastre que te arrastre y te convierta no sólo en ciego sino también en mudo, o mejor en la sombra de algo olvidado porque sólo así estarás muerto y no volverás a arrancarme el poco aire que necesito y que te llevas cuando, sordo, miras a otro lado.




 

viernes, 19 de abril de 2013

EL ÚLTIMO BAILE (2.0)



Le tiende la mano, sonríe. Un ligero roce de dedos nudosos antes de sujetarla con firmeza para llevársela a los labios y depositar sobre ella la caricia de un beso.

La mirada acuosa. ¿Bailas? –susurró-. Una leve inclinación de cabeza que sólo puede ser un sí. Media vida esperando este baile. La azotea convertida en una pista pobremente iluminada por el reflejo de los balcones y ventanas cercanas. 

¿Bailas? Dos ancianos frente al mundo. La vida casi deshilachada que continua un poco más, sosegada, calma. Cogidos de la cintura, las manos entrelazadas, intentan acompasar los pies cansados a una vieja balada que se cuela por el tragaluz. No es casualidad, sino el gesto repetido en el tiempo que busca no apagarse nunca.

Noche de primavera, las primeras canículas y un terrado como escenario de un ceremonial eterno que hoy vuelven a unir su azar en un momento final. Un último baile, los dos lo saben. Media vida buscándose, escapando, siempre presentes. Años pasados, la vida casi consumida. La historia imperecedera de un amor prohibido. 

Bailan y así seguirán durante horas. Les observo desde el terrado contiguo y no pueda evitar la extraña sensación de violentar  una intimidad que no me pertenece. Mientras, fumo el último cigarrillo esperando a que termine el Cd que coloqué a las diez en punto como hagon desde hace ya varios años, todos los 5 de junio.



martes, 16 de abril de 2013

TECLEANDO EN EL IPHONE: ODIO ETERNO AL AMERICANO. ASÍ DE IMBÉCILES SOMOS.



Me quedé adormecida en el sofá. Había empezado a ver una película, ni siquiera recuerdo el nombre, ni cuando perdí el hilo y la  triste historia de celos desapareció. Me desperté en una nebulosa y lo siguiente podría haber sido la escena de cualquier película americana. Escombros y el aturdimiento de los que aparecen en la pantalla. La estúpida voz del Cónsul de España en Boston me sitúa en la realidad (que no debe ser la suya porque está en su casa rascándose la barriga, con el Consulado cerrado y bromeando sobre si podrá acudir a la oficina al día siguiente). No es una película de Chuck Norris. Un atentado de nuevo. Más muertos a saber uno el porqué. 


Enciendo la blackberry. Me conecto a la vida virtual, son las dos de la mañana. Un gesto de simplismo, si uno quiere información de la de verdad lo mejor no es conectarse a twitter para leer la sarta de estupideces y majaderías que a la gente se le viene a la cabeza cuando se produce una desgracia ajena. 
Y ahí estamos de nuevo frente el eterno odio al americano, ese que al final nos termina salvando el culo. ¿Alguien puede comprenderlo? Nos morimos por los Iphones, por los partidos de la NBA, por las Harley Davidson, por las películas made in Hollywood, por las hamburguesas, por la música de Bruce Springsteen, por las novelas de Paul Auster, por viajar a New York, por la capacidad de ir todos a una cuando vienen mal dadas, y eso sólo por poner unos cuantos ejemplos más que toscos. Sin embargo, es al odiado americano al que le petan las entrañas ¡Qué se jodan! 


Es tan grande la imbecilidad que nos rodea que se termina por justificar, minimizar, algunas acciones tan repugnantes como son un atentado, sea donde sea.

Me enferman algunas actitudes, determinados posicionamientos por irracionales, sectarios e hijos de puta, la demagogia de algunas personas, de algunos sectores que se dicen tan “democráticos”, tan progresistas” que sólo de escucharles dan ganas de vomitar.





Sigo las noticias sobre el atentado de Boston, con la vida virtual cerrada que en ocasiones, muchas más que menos, parece un saco de locos, degenerados, que matan sus insufribles menudencias a base de ponerse en evidencia. Un mundo de locos, el real y el virtual.




lunes, 15 de abril de 2013

PROCURA VOLVER


“Algún día volverás, y caminarás por estas mismas calles. El empedrado te hará tropezar de nuevo pero alzarás la vista y los restos de lo que en su día fue un modesto castillo seguirán ahí, lo mismo que el mar, para que te sientas de nuevo en casa. Sólo tienes que procurar volver”. 

La gracia de la vida me trajo hasta aquí cuando apenas empezaba a descubrir que las cosas casi siempre dependen de dos, incluso de tres, y que la buena voluntad en ocasiones es una espada de Damocles dispuesta a caerte sobre la testa y partírtela en dos.

Vuelvo con frecuencia para caminar siguiendo la vereda de pinos que baja hasta el mar, sin buscar nada. No intento encontrar lo que no tengo. Caminar ligero de equipaje, un poco de tiempo y una buena vista para contemplar el azul que sólo puede ser de un marino intenso.  

El reloj se paró en el tiempo de los recuerdos inmortales.

Puedo oler la resina y dejar que el tiempo pase sin prisa en el café de un pueblo que lo que mejor tiene es su invierno de tramontana y penetrante salitre. Por eso vuelvo cientos de veces, para perder las horas contemplando la pared encalada de la única ermita que se mantiene intacta mientras respiro el mismo aire que un día describió Josep Pla.

La tramontana sigue rugiendo feroz, por eso vuelvo.

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3 de gener 1919. — [...] Prenc el cafè. No puc separar els ulls de la finestra. La brutalitat del vent del mar és fascinant. Les escates lluents de l'aigua m'arriben a enlluernar. M'acosto, abrigat, a la finestra. La platja és deserta. Pels carrers no passa ni una ànima. A la sorra d'or fos, les embarcacions pintades de verd poma o de vermell amb una franja de color de quitrà, tenen un aspecte misèrrim, inconsistent, desmanegat. Torno al llit tremolant. L'escalforeta em torna lentament. Penso que es deu estar bé a redós del vent, al sol. És el temps que es dauren les taronges i els ametllers treuen els primers rosats de coral. Els redossos són plens de gats de panxa al sol que s'estiren les potes amb un ull mig aclucat. Sempre hi ha algun gatet que juga amb l'ombra de la seva cua o amb una ploma errant. Penso també que en dies així és quan és més bona la sopa de rap, amb una torrada, una cullerada d'oli i vi de Llançà. Penso en moltes altres coses... Poca estona, però. La finestra m'atreu, fascinant".
El quader gris -Josep Plà-


Feist - Stiil True