"Porque es una lástima muy grande no decir nunca lo que uno siente".
Me ahogo. Me ahogo
y tú no lo ves. Me ahogo, y duele. Pero no sé decirte si lo que lastima es el
aire que no llega porque los pulmones se cierran al pronunciar tu nombre, cerrojo oxidado que me pudre la garganta y corrompe
el aire.
Me ahogo y no te
importa porque ya no ves nada, ni nada quieres ver. Te convertiste en la compañía ciega
de la que escapo a medias, en la métrica tortuosa y nefasta que
emborrona cualquier cosa.
Y mientras me ahogo,
espero que te ahogues también, y que cualquier posibilidad de sobrevivirme se
convierta en el lastre que te arrastre y te convierta no sólo en ciego sino
también en mudo, o mejor en la sombra de algo olvidado porque sólo así estarás
muerto y no volverás a arrancarme el poco aire que necesito y que te llevas
cuando, sordo, miras a otro lado.
Horribles deseos.
ResponderEliminar