martes, 29 de agosto de 2023

LEVANTARSE FEROZ

 


Me levanto feroz. No descarto que sea por la pesadilla de una noche de sueño más que movido. Noche de linchamiento que se lleva ahora, y da igual de quién o de qué hables, que estés despierto o que estés dormido. Mal rollo total, lapidación y Código Penal a tutiplén. Aunque estos dos últimos van por barrios en función de quién y de qué. Y me levanto feroz, con el pelo más enmarañado que de costumbre y un dolor de dentadura que se explica por el abandono de la férula de descanso que me mandó el dentista. Feroz, como un caperucita que, por osmosis, se contagia del lobo fiero pero que me dura lo que tardo para el despertador, levantar la persiana y aliviar la vejiga. Y ahora, con menos agua en el cuerpo, pago las consecuencias de un dolor de cabeza que vibra sin parar por desgañitarme en sueños repitiendo que ser un gañan, un machista, un sinvergüenza y un grosero, no te coloca en la casilla del disparadero del Código Penal. Pero, ¿Qué más da? La consigna está en la calle para que abreve la muchedumbre pastoreada por los eslóganes de rigor y se haga política de todo que es lo que ahora se lleva. Vivir en la confrontación del que opina contracorriente es agotador, incluso en sueños. Así que después del primer café de la mañana, mientras intento recolocar la mandíbula como puedo, pienso en la mascarilla natural para el encrespamiento capilar, las pocas ganas que tengo de hacer nada y lo mucho que me está gustando “La primera mano que sostuvo la mía”, de Maggie O’Farrell. Ahí lo dejo, para que puestos a perder el tiempo, al menos se pierda en algo bueno y menos fiero.




viernes, 18 de agosto de 2023

VOMITAR



Una de las mejores maneras de provocarse el vómito es poner en el televisor, o en la radio, da igual, y seguir durante un tiempo prudencial, tirando a corto, cualquier actuación política de este país. Esta mañana, contra lo que muchos puedan creer, mientras se elegía la presidenta del Congreso de los Diputados y su Mesa, no se estaba celebrando la fiesta de la democracia, sino la perpetuación en el poder de un sujeto siniestro, mentiroso, con un ego desmedido y una falta de principios que no tiene parangón y el ascenso al olimpo de los políticos que quieren acabar con este país y la Constitución que lo sujeta, en este momento, ya de manera maltrecha . El panorama político de este país, decidido por los que quieren acabar con él, es como para echarse a llorar hoy y no acabar hasta el 2030 (por aquello de hacer el chascarrillo con la Agenda a la que todos nos remiten). El espectáculo no solo es lamentable, sino que contraviene las más elementales normas de la lealtad institucional y el respeto a la voluntad popular, por decir un par de cosas. La alta política ya no existe. La vocación de servicio mucho menos. Ahora lo que manda es medrar, tener una buena nómina a cargo del presupuesto del Estado e ir añadiendo contactos con los que ir engrasando las puertas giratorias para que no paren nunca.
A los políticos de este país sus ciudadanos les importan menos que cero. Lo fundamental es mantenerse, incluso mediante el equilibrio sostenido entre mentiras, corrupción, deslealtad, falta de solidaridad y la terca tendencia de la ciudadanía a aceptar lo inaceptable cuando los abyectos que promueven esa mierda que huele a kilómetros son "los nuestros". Es lo que este país, cainita hasta la medula, celebra y bendice. Son unos malvados pero son los nuestros, es la bendición de los alienados ideológicos que, por desgracia, se expanden sin vergüenza a reconocer que toda esa basura huele pero es su basura.
Así que ahora solo queda apretarse el cinturón (salvo que se sea diputado, enchufado o delincuente), ver como aumenta la deuda pública; como se asfixia a la ciudadanía con impuestos imposibles y precios desorbitados; como se gasta en lo coyuntural y se olvida lo necesario; como se destruye con saña; como se maquillan los números y se retuercen los conceptos para aventurar una subida en el empleo irreal que contrasta con las colas del hambre que, desde hace muchos meses, discurren como anguilas escurridizas entre las babas de los que salivan por seguir ostentando el poder sin gestionar de manera eficaz y eficiente para los ciudadanos. El tiempo de los lamentos ya ha pasado, ya no hay marcha atrás. El retroceso real del Estado de Derecho y de la separación de poderes entre otras muchas cosas, ya está aquí, por mucho que se niegue y se siga escupiendo al cielo mientras los politicastros de marras dividen en todo una sociedad entre izquierdas y derechas descafeinadas e inexistentes. Es por eso que, en el ecuador de un verano asfixiante, el pensamiento recurrente, cada vez que escucho a la clase política de este país, es "váyanse a la mierda". Y debe ser cosa del calor, o del empacho de leer sobre negociaciones vergonzantes que, al final del día, las ganas de vomitar son muchas. La inteligencia ha muerto, la ideología gana por goleada y el espíritu crítico levita en la nada, pero por aquí seguimos, resistiendo a esta mansedumbre social que atufa.



martes, 8 de agosto de 2023

TE LLAMARÉ MARTES


 

Sin pestañear, sin haber emitido ni un solo suspiro veraniego, llegamos al 8 de agosto. La primera cuarta parte del mes de vacaciones se ha ido a tomar viento sin que haya notado la más ligera brisa a su paso. Acabo "No me gusta mi cuello" de Nora Ephron. Lo empecé a finales del mes de julio, pero perdí la bolsa en la que lo llevaba y hasta ayer, en mitad de la hecatombe que supone guardar tu vida en un trastero prepago, no lo recuperé. Son cosas que pasan cuando vas de un sitio a otro, como si fueran casillas de la oca y tiras porque te toca. Las cosas están, mañana desparecen y, con suerte, vuelven a estar ya no se sabe cuándo. Así que sentada en el suelo de una casa vacía, aprovechando las dos horas de espera a las que me ha sometido el técnico de la caldera, lo he terminado. Mato el tiempo escogiendo el relato con el que me quedaría, si tuviera que hacerlo con alguno. Me decido por "Cosas que me gustaría haber sabido", supongo que porque a todos hay cosas que nos habría gustado saber ante de ser conscientes de que no las sabíamos. Me quedo con "Los secretos no existen" y con "Nunca se sabe". Pero la verdad es que esas dos cosas me las sé, aunque no sé si las he sabido lo suficientemente pronto o lo suficientemente tarde. El tiempo siempre es relativo pero la falta de conocimiento, de cierta consciencia no lo es. Hacer el panoli es muy fácil. Hacer el panoli, el canelo, el bobo, poco tiene que ver con la edad y mucho con algunas dosis mal repartidas de ingenuidad. Pero estamos a 8 de agosto. Sé que los secretos no existen; que nunca se sabe y que las cosas, con el tiempo, no siempre mejoran, pero tampoco empeoran. Los secretos solo son realidades que se intentan ocultar a otros, no siempre con éxito, aunque otros disimulen. Pero puede, aunque nunca se sabe, que algunos secretos queden bajo el cobijo exclusivo de dos cuerpos y cuatro piernas que hoy se evitan. El tiempo pasa demasiado rápido y no hay marcha atrás (ésta también debió de anotarla la Sra. Ephron, aunque tal vez también lo hizo).

El calor aprieta y, desde este suelo que he convertido en mi tablero de juego, pienso en la secreta historia que nació al socaire de un encuentro extraño que le dejó en el cuello la marca de unos dientes que apretaron un poco más de lo prudente y un poco menos de lo ansiado. Un verano que se partía entre dos juegos de piernas que se entrelazaban pese al calor, pese a la humedad y las pocas posibilidades de que de entre ellas saliera algo más que el rastro acuoso de una locura. Un secreto raro.