miércoles, 31 de agosto de 2011

MIENTRAS PUEDA RECORDAR


Encontré un ejemplar de "El afinador de pianos" de Daniel Mason abandonado en la mesa de una cafetería de la kilométrica terminal 2 del aeropuerto de Singapur. Algún turista, que iba o volvía de Birmania, lo dejó a propósito sobre aquella mesa para que el siguiente que pasara por allí pudiera encontrarlo, la nota escrita en la contraportada no dejaba lugar a la duda. 
Durante las dieciséis horas que duró el vuelo de vuelta a casa, pese al cansancio, pude recrearme sin sucumbir al sueño inducido, en las infinidad de sensaciones que yo misma había vivido y que en aquel momento encontraba entre aquellas hojas.
Aún bailan en mi retina los inmensos y envolventes atardeceres de Myanmar y tengo grabado el dulce olor del franchipan.

Volveré. Y puedo hacerlo de muy diversas maneras. Hoy vuelvo a hacerlo mientra sostengo en mis manos un ejemplar de bolsillo, manoseado, vulgar, que encierra un universo espléndido que para siempre llevaré conmigo mientras la memoria no me abandone.



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"En los fugaces segundos del último recuerdo, una imagen resume Birmania: el sol y una sombrilla de mujer. Él se ha preguntado muchas veces qué visiones permanecerán: las musicales aguas del Saluén, de color café, después de una tormenta; las empalizadas de redes de pesca al amanecer; el resplandor de la cúrcuma molida; el llanto de las lianas de la selva... Durante meses las imágenes temblaron en sus retinas; unas veces llameaban y se extinguían lentamente como si fueran velas, otras luchaban para que las vieran, como las mercancías que ofrecían los insistentes vendedores en los bazares. En ocasiones pasaban sin más, como borrosos vagones de un circo ambulante; cada historia ponía a prueba la verosimilitud, no porque tuviera fallos argumentales, sino porque la naturaleza no podía permitir semejante condensación de colores sin robar nada en algún sitio, sin producir ningún vacío en otro lugar.
Pero por encima de todo eso se eleva el sol, y se derrama sobre las visiones como pintura blanca. El «bedinsaya», que interpreta los sueños en los rincones sombreados y aromáticos de los mercados, le contó una historia: el sol que sale en Birmania es diferente del que sale en el resto del mundo. Bastaba con mirar el cielo para comprobarlo; para ver cómo bañaba los caminos, llenaba las grietas y las sombras, destruía la perspectiva y las texturas... Ardía, parpadeaba, chisporroteaba; la línea del horizonte era como un daguerrotipo en llamas, sobreexpuesto y con los bordes despegados. Derretía el cielo, los banianos, el espeso aire, su aliento, su garganta y su sangre; los espejismos se acercaban por los senderos para retorcer sus manos; la piel se le resquebrajaba y caía.
El sol está colgado sobre una carretera seca. Debajo, una mujer camina bajo una sombrilla; su delgado vestido de algodón se estremece agitado por la brisa; los pies descalzos la llevan hacia los límites de la percepción.
El calor es implacable y él lo nota en las venas del cuello, como algo húmedo y cálido que se extiende. La mira, la ve aproximarse al sol. Está a punto de llamarla, pero no puede hablar.
La mujer atraviesa un espejismo, el fantasma de luz y agua que los birmanos llaman «than hlat». A su alrededor el aire tiembla, descompone su silueta, la separa, la ondula. Y entonces también ella se desvanece. Ahora sólo quedan el sol y la sombrilla".




©Fotografías AN=NA


martes, 30 de agosto de 2011

REFORMISMOS DE PICHIRRÍ -COSAS VEREDES-


Andamos con un cisco importante con motivo de la reforma de nuestra bien amada Constitución, nuestra Norma Suprema y Superior. Norma de todas las normas. 

Lleva de cabeza a nuestros Diputados, a nuestros Senadores, a nuestro Gobierno y al Sursuncorda pero, a la que suscribe se la trae literalmente al pairo. Me explicaré, no es que no me interesen los designios de este país, y que no crea que los gobiernos deben controlar el déficit económico y, a ser posible, no mandarnos al guano con políticas económicas y sociales desastrosas, no es eso. Es que esta reforma, así, NO es necesaria, eso creo yo.

Pero en estos días, me han quedado claras varias cosas:

1.- Que España, como país soberano,  no pinta una mona. Casi que nos anexione Francia o Alemania que, en definitiva, son quienes por lo visto deciden por nosotros.

2.- Que las frontales  oposiciones, de unos y otros, a reformar el texto constitucional cuando se han planteado cuestiones distintas a las económicas, alegando la dificultad del trámite,  la estabilidad nacional etc., no son más que patrañas.

3.- Que la opinión del ciudadano de a pie no vale un colín. Los que nos gobiernan juegan a Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como y ni las formas mantienen.

Pero bien, parece que finalmente nuestros mandatarios por una mayoría clamorosa en el Congreso de los Diputados (podemos imaginar que lo mismo ocurrirá en el Senado) han decidido que debe llevarse a cabo la reforma de la Constitución para, entiendo, introducir (no sé en qué Titulo lo harán atendida la falta de técnica legislativa en este país), un principio programático, genérico, de disciplina fiscal por el que, al parecer, las administraciones no incurrirán en déficit estructural  que supere los márgenes exigidos por la UE.

Vale, muy bien. Parece un bonito principio, pero  la pregunta que cabe formularse es: ¿Es necesaria la reforma del texto constitucional para introducir un simple principio rector? ¿No es de por sí de una lógica aplastante si formamos parte de la Unión Europea? ¿No podía haberse dictado una Ley Orgánica, de elaboración mucho más sencilla y práctica para tratar esta cuestión, o es que jugamos a dar una imagen de sumisión frente a los potencialmente más fuertes? ¿Cómo se sancionará el incumplimiento de este principio? ¿Bastarán unas azotainas en el trasero del Ministro de Economía de turno o nos retiraran la merienda a los ciudadanos? No habrá responsabilidad alguna, no quepa la menor duda. Los principios, principios son.

Un escándalo, de los de verdad. Los principios rectores y orientadores de un Estado, no tienen sentido alguno si no se desarrollan mediante normativa concreta. Por eso, no tiene sentido la reforma que ahora se propugna, y ello sin perder de vista que, lógicamente, ningún estado de los que forman la Unión Europea, España entre ellos, debería superar los límites de endeudamiento que todos estos estados conjuntamente han decidido.

El tema de trasfondo es mucho más grave, es la falta de control sobre nuestra propia soberanía, sobre lo que realmente es preciso o no, sobre la medida y proporcionalidad de las decisiones que se toman en este país, sobre la conveniencia o no de algunas reformas (por su necesidad y trascendencia práctica) y sobre el papel de las gentes de este país. 
Mientras "ellos" continúan sus tejemanejes, los ciudadanos, esos a los que la Constitución les permite opinar mediante referéndum, cuando los gobernantes así lo quieren, seguiremos con cara de lelos a verlas venir y a sufrir las cabezonadas de los que nos gobiernan.

Pero algo de bueno nos trae esta "facilidad" para reformar la Constitución. El debate sobre si debe reformarse o no, sobre su conveniencia, ha muerto. Está claro que se debe y se puede, por eso a partir de ahora no debería darnos ningún temor enfrentar cuestiones constitucionales que tal vez sí que demandan una reforma, por poner un ejemplo, la eliminación de la prevalencia masculina en la sucesión a la Corona, sobre la forma de estado, sobre la limitación en el tiempo como Diputado o Senador, las competencia transferidas a las Comunidades Autónomas, etc.
Con este primer paso hacia la reforma constitucional nos están abriendo la puerta, así que, quizá valdría la pena que dejáramos de hacer el canelo y los ciudadanos, mediante el procedimiento de la iniciativa popular, que la propia Constitución contempla, pidieramos algunas que otras modificaciones que igual nos convienen mucho más.

Pongámonos manos a la obra, antes de que los que nos mandan peten, de nuevo, el déficit estructural, y el resto de socios europeos nos manden a paseo y tengamos que reformar de nuevo la Constitución para eliminar el principio genérico que ahora pretenden introducir.
 
Cosas veredes.

lunes, 29 de agosto de 2011

EXCEPCIONALIDADES


Barrunté durante semanas sobre la excepcionalidad, me pregunté sobre ella por pura curiosidad ante lo que mis ojos veían. En búsqueda de una respuesta convincente, me dediqué a observar, a escuchar, con una atención desmedida a todo aquel que se arrimó, de un modo u otro, a mi persona para intentar descubrir que era lo que los transformaba en excepcionales a los ojos de los demás. 
Todos pensamos de alguien que es excepcional.
A día de hoy, tras dar por finalizado el experimento que debía permitirme objetivar la circunstancia, o el hecho, que confiere la excepcionalidad a alguien, creo haber alcanzado la respuesta: 

"Acostumbramos a considerar excepcional al que de un modo u otro rellena nuestras carencias"

Es por eso que la excepcionalidad del ser humano, en sus relaciones interpersonales, es tan efímera, como la fugacidad y temporalidad de lo carente.

Algunas cosas, algunas actitudes, algunas situaciones son tremendamente excepcionales. Sin embargo, por lo general, en nuestra humana globalidad, arrastramos una tremenda normalidad que acaba por imponerse a lo aparentemente excepcional, convirtiendo en arena al que se consideró el más duro y excepcional de los diamantes.

PD.: Las esculturas de Cornelia Parker (como la que aparece en la fotografía), son excepcionales, globalmente excepcionales, por su pétrea inmutabilidad.

domingo, 28 de agosto de 2011

"START"

Después de 30 días de dar tumbos por el mundo, aviones a porrón, algunos kilos perdidos por el camino (el sudeste asiático a veces tiene eso), algunos kilos ganados (la descompresión durante tres días en las playas levantinas, a veces también tienen eso), con una desconexión total (no teléfono, no internet, no reloj, no nada), vuelvo a casa contenta, con un saco de buenas cosas en mi haber y unas enormes ganas de marcharme de nuevo. Pero tendré que esperar 335 días para colgarlo todo y cruzar el mundo en busca de no sé qué cosa, algo que me hace que me sienta más viva si cabe, cuando el reloj marca no menos de seis horas de diferencia.

 
Ahora toca ordenarlo todo. Rescatar las doscientas mil notas que anoté en un cuaderno que de puro remojado (la lluvia y el sudor han hecho mella en él) parece de dos siglos atrás, dejarme seducir por lo que recordaré durante años (la digitalización de lo visual es lo que tiene), recrearme en el recuerdo de lo intenso, de lo inmenso, y volver a aterrizar aquí, reencontrándome con lo que dejé cuando marché. Retomar, comenzar, terminar. Todo de nuevo y eso, aunque no lo parezca, en estos momentos me ilusiona, por eso aterrizo, de nuevo, AQUÍ.

Y digo aquí, con un grandísimo AQUÍ, porque pese a todo, aquí (en mi ciudad, en mi país), está gran parte de mi realidad. Así que sin cejar en vivir y dejar vivir (pese a quien le pese y pase lo que pase), vuelvo a la carga, con la mochila mucho más llena y añorando el aroma de la flor del franchipán.

Por último,  gracias a los que durante todo este mes  habéis pasado por este blog que dejé sin actividad (un único post de urgencia desde el aeropuerto de Singapur), a los que en la distancia habéis estado conmigo y si queréis, nos seguimos viendo por aquí. Gracias.

martes, 16 de agosto de 2011

SIN VERGÜENZA. VIVOS Y COLEANDO.


“Cuando hay hambre no hay vergüenza, cuando hay sueño no hay vergüenza, cuando uno se enamora no tiene vergüenza”
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Y el sueño me vence ahora mientras, tumbada en un camastro de un hotel de quinta división, intento dejar por escrito que, en ocasiones, siento hambre, sueño y en otras, contra todo pronóstico, me enamoro. Será por eso que tengo poco espacio para la vergüenza. 
Es hora de intentar recuperarnos. Es hora de dormir antes de seguir.
 
Myanmar. Agosto 2011.

©Fotografía naq