sábado, 27 de mayo de 2017

CURVAS



Sartre dijo que la libertad no vale nada 
a no ser que se haga uso de ella.
Richard Ford




A veces, cuando cae la noche y el sueño no llega, recuerdo aquellos días de hace ya tantos años. Tu imagen, imposible de ver con claridad, se convierte en un anhelo que intento fijar con un gesto de la mano. Pero las horas pasan y aunque puedo sentir el calor de aquellas tardes de julio, tu rostro sigue escapándose entre el desespero de las horas vacías. Miro el reloj y espero que corra un poco de aire, que la cortina se arremoline junto a la contraventana entornada, pero la noche está calma, vacía de todo. 




domingo, 21 de mayo de 2017

COLADORES Y RECUERDOS MÍNIMOS


Supongo que es capaz de caminar sobre las aguas 
pero no de evitar que se le empape la cabeza.

Kent Haruf



Mientras espero sentada en el banco del parque que hay frente a la estación de autobuses, apurando los rayos de sol de las últimas horas de la tarde, un crío que apenas levanta un palmo del suelo se precipita desde el sillín de un balancín al suelo. Creo que aún no se han escuchado los primeros lloros cuando la madre lo levanta, le sacude la arena de las rodillas y le besa dándole consuelo. El niño se abraza y acoplado en el hombro, bajo el influjo del aroma materno, alcanza el alivio y la tranquilidad más pronto que tarde. Siempre he sido tremendamente mala para adivinar los años que tiene o deja de tener alguien, da igual los muchos o pocos años que tenga. Por eso puede que la criatura, que ya ha dejado de llorar, tenga tres o tal vez cuatro años, tan pocos que es posible que en su cabeza aun no se forje el recuerdo de este momento de amor incondicional al que podría volver cuando la vida le dé coces.
En el otro extremo, frente al tobogán, un grupo de adolescentes se revuelve entre risas hasta que el teléfono de uno de ellos suena. Se marcha corriendo entre exclamaciones brutales contra la tiranía materna. El pequeño vuelve a estar sobre el balancín, su madre no le pierde de vista y desde mi asiento le oigo reírse.

El juego de la memoria, la elaboración de los recuerdos, siempre me ha parecido algo extraordinario. El ser humano es una máquina casi perfecta. Por eso me parece una mala faena que la capacidad de recordar, aunque solo sean las cosas buenas, no exista desde el mismo momento de ver la luz y tengamos que esperar que transcurra el tiempo (dicen que tres años), para poder hacerlo. Sería fantástico poder recordar la sensación de amor incondicional y sin medida que recibimos apenas recién nacidos. Por eso en la hoja de reclamaciones, y por si alguien se la lee algún día, deberíamos anotar que queremos un cerebro sin agujero tempranos, que pudiera tener la capacidad de almacenar, desde el minuto cero, todo aquello que produce un bienestar infinito sin necesidad de contrapartida. Sería fantástico que pudiéramos almacenar estas cosas. Sería realmente fantástico.





domingo, 14 de mayo de 2017

LECHE DE SOJA


 I don't belong here. I don't care if it hurts. I want to have control. I want a perfect body. I want a perfect soul. I want you to notice, when I'm not around.

                                                               Radiohead 




Cuando se sentaron uno frente al otro, ella ya sabía que la tarde no iba a acabar bien. En realidad, sabía que no lo haría ni esa tarde, ni ninguna otra tarde de las que tendrían que venir. Las cosas siempre son así, hay gestos que delatan que la mala suerte está entrando en tu parcela y que, aunque te empeñes, se va a quedar ahí. Por eso cuando le dijo que tenían que hablar, ella solo pensó en que quizá habría sido mejor quedarse en casa preparando la comida para toda la semana, amontonando en el frigorífico una fiambrera sobre otra para no tener que correr, para no tener que escuchar lo que estaba segura que ya sabía. Miró el café con leche y le dio asco. La leche ya no era leche, era agua tintada de blanco de a saber qué cosa. Por eso, cuando él insistió en que tenían que hablar, ella solo pudo decir qué asco mientras con la cucharilla apartaba algo indefinido que flotaba en mitad de la taza. Algo tan indefinido como el miedo; como los atardeceres del mes de mayo.  Se levantó para ir a la barra y pedir que le cambiaran aquel mejunje que no tenía valor de tomar. A medio camino le oyó suspirar y ella esperó que a su vuelta, con la taza aun entre las manos, le mintiera un poco. Solo un poco, lo suficiente para que le diera tiempo a hervir todas las verduras que tenía en la nevera, a arrancarse todas las derrotas que acumulaba desde que él se acostaba con otras.  Un poco más de tiempo para mandarlo definitivamente a la mierda.








                          
           

lunes, 8 de mayo de 2017

CAIRELES


“La profundidad del tiempo es una reciente conquista mía. En el silencio de la casa, cuando durante la mañana me quedo sola, reencuentro la felicidad de pensar, de recorrer el pasado adelante y atrás, de escuchar el fluir del presente".
Marisa Madieri




Llámala melancolía, nostalgia tal vez. Llama como quieras a esa sensación indefinida que se estrella contra todo, que atenúa la luz de las mañanas y que convierte en agua el primer café del día. Das cien vueltas con la cucharilla para ahogar el agujero que se expande entre la taza y el poso de las horas que engullen sin tener nunca bastante. Guardo en los labios el sabor de las tardes de otoño con la esperanza de que nada lo borre, de que quede ahí como una pintura invisible que me guarde en el invierno. Fuera, entre las ruinas que nadie escombra, pululan sombras que vagan sin rumbo. Entre ellas, busco a tientas, sin encontrar, las palabras que se perdieron mientras todo agonizaba. El vértigo del pasado queda anclado para siempre en un presente permanente. No nos queda nada, ni siquiera tabaco malo para confortarnos. Pienso en fumar. Fumar para quemar algo que ya no sé lo que es.









domingo, 7 de mayo de 2017

GALAXIAS


¿Podría decirme qué camino debo tomar para irme de aquí? preguntó Alicia; "eso depende, en mucho, del lugar al cual quieras ir" contestó el gato. "No importa mayormente el lugar"; "en tal caso, poco importa el camino" "...en tal de que lleve a alguna parte..." "puedes estar segura de que todos los caminos conducen a alguna parte, en tal de que andes un trecho lo suficientemente largo".

Alicia en el País de las Maravillas -Lewis Carroll-






Hubo un tiempo en el que había tiempo. Tiempo para todo. Tiempo para perderlo con la inconsciencia del que desconoce que ese final, que se imprime al nacer, puede llegar cuando le plazca, sin pedir permiso, ni más autorización que el golpe que deja sobre aquel al que sorprende, sobre aquellos, que arrimados a la vera de uno, le acompañan por el camino. Perdido el paso,  es difícil volver al ritmo que se marcó en el inicio. Nada vuelve a ser lo mismo. Esta semana se fue la inteligencia y el señorío, dejando a medio camino de Levante cuarenta cosas por decir. Vendrán días nuevos y desde esta orilla miraremos más allá para intentar ver si de verdad se ha sentado, al otro lado de la galaxia, para esperarnos. Ahora nos toca seguir. Seguir sin dejar que la mediocridad que tanto despreciaba se acabe instalando por todas partes. Desde aquí, desde este lado de la Galaxia, hasta siempre.







jueves, 4 de mayo de 2017

TODO BIEN


Aprendí que las personas olvidarán qué dijiste, olvidarán lo que hiciste pero las personas nunca olvidarán cómo las hiciste sentir 

Maya Angelou






Suena el teléfono. Miro el reloj de la mesilla y son casi las tres de la madrugada. Si no quiero que se despierte medio edificio tengo que saltar de la cama y correr. Llego a trompicones hasta la mesa del comedor, creo que ahí dejé el teléfono cuando llegué a casa. Me golpeo la punta del pie y un dolor sordo me recorre la pierna; tiro los periódicos al suelo y al final, antes de que salte el buzón, lo alcanzo. No me da tiempo más que a descolgar e intentar contener que el corazón no me salga por la boca. A estas horas solo se llama cuando se tiene el ánimo consternado y hay que dar la noticia de una desgracia, o cuando uno tiene un índice etílico suficiente como para que lo permita todo, hasta el bochorno retardado para cuando la sangre se vaya destilando. Este es, y no otro, el motivo por el que a estas horas estoy sentada en una silla masajeándome los dedos de los pies. Y es que no pasa nada, poca cosa, un estado de crisis y de necesidad, en el que se mezclan los sollozos de un desamor que estaba más que anunciado con los quejidos ante la escalada de la corrupción nacional y las flores, que, maldita sea, adornan ahora los gin-tónics. Aguanto pacientemente, bostezo un poco, y miro el reloj. En menos de tres horas tengo que levantarme para calzarme los setecientos kilómetros que me separan de Madrid y un día que se anuncia, desde ayer, más que horroroso. Pero esto es la vida también.  Hasta colgar solo he dicho un “diga” un “ya, te entiendo” y un casi lastimero “mañana lo hablamos”, poca cosa, pero a veces basta. Vuelvo a la cama esperando que no se haya enfriado demasiado. Pero me he desvelado y empiezo a pensar que el que no haya hecho una llamada del estilo, a unas horas tan poco adecuadas, que tire la primera piedra. Miro el despertador una vez más mientras con los pies, uno de ellos un tanto magullado, busco el hueco caliente que dejé antes de saltar del colchón.