domingo, 31 de enero de 2010

SABANAS REVUELTAS


Mil vueltas sobre la cama. Ni un milímetro de sábana que no tenga una arruga nacida de su ausencia. Malas pasadas. Sombras imposibles donde sólo deben existir realidades tangibles.

"Ha venido tu lengua; está en mi boca
Como una fruta en la melancolía
Ten piedad en mi boca: liba, lame
Amor mío, la sombra"
(A. Gamoneda)



jueves, 28 de enero de 2010

LOS ZOMBIES DE LA GENERACIÓN PERDIDA DE LOS TAITANTOS


Somos una generación extraña la de los "taitantos". Crecimos como se ve en la serie de televisión "Cuéntame" y ahora estamos todos viviendo en la perfecta contradicción: queremos y no queremos; podemos y no podemos; tenemos y no tenemos; somos ya mayores pero nos sentimos como unos crios. Toda esta contradicción nos termina situando en el limbo de "la nada". Hoy, cuando los "taitantos" deberíamos encauzar nuestros momentos de tranquilidad, de empezar a disfrutar de lo que la vida nos ha puesto por delante, sólo encuentro personas que, con excepción de momentos putuales, viven profundamente insatisfechas.Y buscamos sucedáneos e intentamos recuperar aquella ilusión que teníamos urgando en los lugares más extraños, y es que no sabemos cuando, dejamos aparcada en una esquina cualquiera, la maldita ilusión y alegría.
Muchas veces me pregunto si no seremos parte de la "generación perdida" aquella que lo iba a tener todo, la que accedía masivamente a la universidad pero que estudiaba lo que le dejaban (el maldito baby-boom, lleno las aulas y aumentó las notas de corte de acceso a determinadas carreras), que tuvo acceso a casi todo lo material que se supone puede dar la felicidad (posibilidades, conocimientos, bienes, etc.) y sin embargo, se quedó anclada en la insatisfacción de un mundo que ha cambiado muy rápido y en el que nos sentimos descolocados porque no nos enseñaron que lo emocional, lo intelectual, era fundamental.
Hemos ido haciendo las cosas a medida que tocaba, pensando que era lo que debíamos, nunca nos planteabamos si era lo que de verdad queríamos, por eso las consecuencias son la ingesta masiva de produtos que eviten que nos tiremos al rio masivamente, y que busquemos las cosas más extrañas para llenar los vacios interiores.
Giramos la cabeza, y vemos que el mundo que dejamos a la espalda parecía amable pero en realidad no fue más que el camino hacia infiernos personales en los que no queremos pensar. Por eso, porque nos perdimos en un momento concreto, hoy andamos todos como zombies.
Yo he tenido suerte, he encontrado una pandilla de zombies que evita, con cada arrumaco y golpe de inteligencia emocional, que me tire al delta del Llobregat. Menos mal, de no ser por ellos terminaría siendo una zombie con una brecha en la cabeza.
Hoy tengo un día raro, olvidé la pastillita, que le vamos a hacer.

REM - R.E.M - Loosing my religion




miércoles, 27 de enero de 2010

CAFES Y CORTADOS



Un día cualquiera, de lunes a viernes a la misma hora. Cruce de buenos días. La barra llena. Codo con codo, un café y un cortado apresurado. ¿Qué se debe?
Miércoles. La misma hora de siempre. La barra vacía ¿Qué extraño? Un café. Arruga la nariz, está demasiado fuerte, hoy no sabe igual. Mientras lee la prensa, se frota el codo para aliviar el hormigueo que siente desde que se acodó en el mostrador. Apura el café mientras se cuelga el bolso. ¿Qué se debe? El camarero hace un gesto con la cabeza, señalando una mesa mientras dice que está pagado.
Vuelve la cabeza, colocando un mechón de pelo detrás del oído. Hoy los cortados y los cafés serán por lo menos dos, tomados sin prisa y en una mesa.
Por el camino pensarán la excusa por la que llegaron tarde a trabajar.

martes, 26 de enero de 2010

DECISIÓN


Siente tanta rabia que eso le hace caminar muy rápido. Las manos en los bolsillos, los puños apretados. Pensamientos repetidos como un mal estribillo. Basta. Tiene que calmarse, necesita serenarse. Al llegar a la esquina, algo le detiene, oye los acordes de la última canción que escuchó estando con ella. Cierra los ojos, el mundo se para, respira profundamente, el aire llena sus pulmones por completo y le invade un profunda tristeza. Ya no hay espacio para la rabia. Un reflejo en el suelo mojado le recuerda que ahora está sólo. No dejó sitio para más. Únicamente si camina decidido sobre el asfalto se recuperará a si mismo.


HAITÍ -EL HECHO ADOPTIVO (III y fin)


A propósito del desastre de Haití, no paran de aparecer, en la prensa, noticia sobre la adopción de niños de aquel país.
He manifestado, en más de una ocasión, mi parecer sobre la adopción y en este sentido creo, como he dicho en otras ocasiones, tener el tema muy claro. En mis esquemas no prima la biología. Un tema tan complicado como es la adopción, en el que convergen distintos intereses: por un lado, el de los adoptantes, que tienen absolutamente interiorizado su deseo de ser padres, voluntad y capacidad para llevar a cabo ese proyecto de vida; y por otro, el de los niños, a quien nadie ha preguntado que es lo que quieren, sobre si están bien o no, y a quienes, con la adopción, les llega el segundo desarraigo (en el mejor de los casos) que sufrirán en su vida.
Si nos dedicamos a movernos en el terreno de las emociones, todos saldríamos corriendo a Haití a recoger a esos miles de niños que nos muestra la televisión, pero no es el caso. No podemos dejarnos zarandear por algo tan efímero con es una algarada emocional. También es perfectamente comprensible e inevitable que los futuros padre adoptantes, aquellos que se encuentran a la espera de ser asignados (así es como se llama el emparejamiento definitivo de padres/hijos), se mesen los cabellos y se desesperen cuando ven las imágenes de la televisión y piensan que sus expediente de adopción llevan años burocráticamente paralizados sobre la mesa de alguien.
Pero en este caso, en el de Haití, y en el de otros lugares en el que las consecuencias de las catástrofes son impresionantes, es cuando más cautelosos hay que ser con los procesos adoptivos. Desgracia no siempre implica desamparo.
Hay que ser cautos, estamos ante un tema muy serio que para nada debe frivolizarse. Es cierto que muchos niños habrán perdido a sus padres biológicos, pero no todos ellos habrán quedado sin familia. Es por ello que, antes que lanzar las hordas occidentales a las masivas adopciones, con sus miles de buenas voluntades, habrá que ver cual es la salida menos traumática que pueden encontrarse para esos niños que, no olvidemos, están sufriendo, pueden tener familia y son haitianos.
En este caso, en el de Haití, donde además de la catástrofe natural, conocemos su extrema pobreza, no debemos comportarnos como el pariente rico que entra en casa ajena a organizarlo todo, ahora que la casa se ha caído.
La pobreza de medios no implica pobreza de nada más.
También estas circunstancias nos obligan a ser muy cautelosos.
Nos encontrarnos ante el país más pobre el mundo, ante unas imágenes escalofriantes, pero eso no debe hacernos perder de vista que estos niños, casi todos, tienen una familia extensa que, en principio y salvo imposibilidad o falta de voluntad de ocuparse de ellos, deberán ser quienes les abriguen y sigan educando, criando y queriendo. Los niños haitianos están sufriendo el dolor por unas perdidas verdaderamente traumáticas e irremplazables y, dentro de su escasez, no conocen otro modo de vida, pues ese es en el que siempre han vivido.
No somos nadie para generar más sufrimiento desarraigando a los que cuentan con sus familias en Haití y quieren hacerse cargo de ellos por muy pobres que sean. Nada nos da derecho a cambiar el curso de la vida ni la existencia de nadie, si no es necesario.

Sólo una vez se determine su desamparo, falta de familia que pueda y quiera ocuparse de ellos, es cuando sin dilación, con las garantías suficientes como para no generar situaciones extrañas, maliciosas o incluso perniciosas para estos críos; debe barajarse su adopción, nacional o internacional. En ese momento es cuando verdaderamente hay que correr para que un menor no quede institucionalizado, haciéndose mayor, mientras se determina sobre su asignación o no a una familia.
Y es que los niños no deben crecer, a ser posible, en orfanatos en los que, por muy buena voluntad que se le pueda poner, carecen de algo tan esencial como la capacidad de generar en el niño la percepción de pertenecer a un grupo, en este caso, a una familia.
Yo creo en la familia como el verdadero y esencial núcleo social en el que se desarrollan las personas, por eso, para mí, es primordial que los niños tengan la suya ,en la que desarrollarse y crecer.
No es fácil. El tema de la adopción es absolutamente complejo y más atendidas las circunstancias. Así que mejor no pequemos de solidaridad mal entendida y seamos realistas con el tema.
Adopción sí, pero no a cualquier precio.

EL AZUL


Camina muy rápido por el largo vestíbulo, casi a saltitos. Un anuncio por megafonía. No hay tiempo. Baja corriendo las escaleras mecánicas acompañada de un taconeo firme. Empieza a rodar. Por la ventana, el azul. Velocidad 350 kilómetros hora.
Próximo destino: ¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?

lunes, 25 de enero de 2010

SPEECH ANTI-VAMPIRO (*)


Si acude a tí es porque sabe que sólo tú aguantas sus cuentos. Es la crétinez con forma humana, la autosuficiencia personificada. Da igual que, por activa o por pasiva, le haya dicho que no quieres saber nada, que se acabó, que te deje en paz. Sabe que estás ahí, te vampiriza, descarga su mierda y se va. A ver si te enteras de una vez. No importa lo que dices, ni cuantas veces se lo repitas, lo que importa es lo que haces. Y tu problema es cuando llega y te marea con sus historias, en lugar de mandarle a paseo con un buen corte de manga, te sientas a escuchar y a darle golpecitos en el hombro. Te estás equivocando mucho, pero mucho, mucho.
En tu próximo cumpleaños te cae una ristra de ajos. Fijo.

(*) Fragmento de un speech lanzado con la boca menuda, mientras corrían litros de tila y manzanilla.

domingo, 24 de enero de 2010

-La habitación cerrada- Trilogía de Nueva York (fragmento). Paul Auster


"Vagabundeé mentalmente durante varias semanas, buscando la manera de empezar. Toda vida es inexplicable me repetía. Por muchos hechos que cuenten; por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado. Decir que fulanito nació aquí y fue allá; que hizo esto y aquello, que se casó con esta mujer y tuvo estos hijos, que vivió, que murió, que dejo tras sí estos libros o esta batalla o ese puente, nada de eso nos dice mucho. Todos queremos que nos cuenten historias, y las escuchamos del mismo modo que las escuchábamos de niños. Nos imaginamos la verdadera historia dentro de las palabras y para hacer esto sustituimos a la persona del relato, fingiendo que podemos entenderle porque nos entendemos a nosotros mismos. Esto es una superchería. Existimos para nosotros mismos, quizá, y a veces incluso vislumbramos quiénes somos, pero al final nunca podemos estar seguros, y mientras nuestras vidas continúan; nos volvemos cada vez más opacos; más y más conscientes de nuestra propia incoherencia. Nadie puede cruzar la frontera que lo separa del otro por la sencilla razón de que nadie puede tener acceso a si mismo".


sábado, 23 de enero de 2010

EL HECHO ADOPTIVO (II)

No me gusta hablar de mi trabajo en según que sitios ni con que personas. Sin embargo, hay algunos temas en concreto que, a mí personalmente, me hacen reflexionar por lo que me llegan a impactar, con independencia que se circunscriban a mi ámbito laboral . Por eso, en ocasiones, es inevitable que acabe escribiendo sobre alguna cosa que he visto, oído o palpado en mi vida profesional y en las que, lo quiera o no, tengo que posicionarme.
Hoy me ha tocado lidiar con lo que, cuando hablamos de niños, a la gente se le llena la boca: los indestructibles vinculos de sangre y la necesidad de primar la permanencia de los niños con la familia biológica, aunque el niño esté hecho una mierda donde está.

Yo, de natural, políticamente muy incorrecta, no comulgo con ello. Me niego a dar la razón a quien creo no la tiene, y cuando hablo de razón sé que me refiero a "mi razón", lo sé. Tengo algunos temas muy claros en mi vida profesional y uno de ellos es que no voy a vender mi alma al demonio por algo en lo que no creo y no me vale la pena.
Así que hoy, cuando alguien ha venido explicándome una presunta "película" de terror y "amor" sobre unos niños, para que me posicionara, actuara y llevar aadelante algo que, para mí, atenta no sólo contra la moral sino también contra al derecho de unas criaturas a desarrollarse y crecer en un círculo y ambiente sano donde se les quiera, me he negado en rotundo.Y es que, como ya peino algunas canas y unos cuando folios he llenado, no me creo de la misa a la mitad, y de esa mitad, la mitad de la mitad, por eso es por lo que no pienso circunscribir mis decisiones profesionales al que mejor me pague, ni defender lo indefendible, por mucho que se me esgriman la existencia de indestructibles "lazos de sangre" que perduran más allá de los años y las circunstancias; y una cartera la mar de abultada.
Que no.
En ese aspecto duermo muy tranquila todas las noches.
Y es que volviendo la tema de la biología y los niños, hay alguien que ya lo explicó mejor que yo, un adulto que en su día fue adoptado por una familia que lo hizo un niño feliz y le convirtió en un buen hombre.
Así que hoy, más que nunca, después de oir lo oído, suscribo, una a una, todas las palabras que esta persona dijo:


"La gestación es un acontencimiento que dura nueve meses y poca cosa más. Ser padres es mucho más que una función biológica, es permitir que un niño se convierta en un adulto, es humanizar mediante la educación, la comprensión y el cariño. Lo esencial no está en la continuidad genética sino en el vínculo que se construye entre padres e hijos independientemente de los genes de cada uno. Reducir toda la paternidad/maternidad a la función procreadora me parece una pobre simplicidad. No hay padres adoptivos. Sólo hay padres, lo demás son etiquetas que se ponen detrás, como el DNI un mero trámite administrativo".




viernes, 22 de enero de 2010

ESTUPIDESA / ESTUPIDEZ



Et trobo a faltar.
Sé on estàs i tinc unes ganes ferotges de sortir a buscar-te, però sé que no puc fer-ho, no ho he de fer. Un pacte estrany: "tu no em busquis, jo no et buscaré". Però jo et trobo a faltar. I em passo la tarda, mà sobre mà, despistant aquests pensaments i expulsant del meu cap les teves riatlles. Em trobes a faltar, ho sé, i tens unes ganes ferotges de sortir a buscar-me, però saps que no pots fer-ho, que no ho has de fer. L'inrevés d'un pacte estrany: "jo no et busco, tú no em busquis". I et passes la tarda giravoltant una cigarreta que no consumeixes per por a caure de nou en el meu record, un cop la cremis. I així malgastem els nostres dies tú estranyant-me, jo estranyant-te.
Quina estupidesa

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Te echo de menos.
Sé dónde estás y tengo unas ganas feroces de salir a buscarte, pero sé que no puedo hacerlo, que no lo debo hacer. Un pacto extraño: "tú no me busques, yo no te buscaré". Pero yo te echo de menos. Me paso la tarde, mano sobre mano, despistando estos pensamientos y expulsando de mi cabeza tus risas. Me echas de menos, lo sé, y tienes unas ganas feroces de salir a buscarme, pero sabes que no puedes, que no lo debes hacer. El reverso de un pacto extraño: "yo no te busco, tú no me buscas". Y te pasas la tarde volteando un cigarrillo entre los dedos que no consumes por miedo a caer de nuevo en mi recuerdo, una vez lo quemes. Así malgastamos nuestros días, tú extrañándome, yo extrañándote.
Que estupidez.


jueves, 21 de enero de 2010

ATRÉVETE


CUANDO LA REALIDAD SUPERA LA FICCIÓN:

- Buenos días. Explique brevemente el motivo que le trae aquí.
- Tengo un problema.
- Bien, concrete un poco más.
- Odio a mi esposa y ella me odia a mí.
- Siga, le escucho.
- Ella ya no me quiere. Ha dejado de hacerme la cena, ventoseo y no le hace gracia, y ha dejado de satisfacerme sexualmente.
- Bien, y ¿Qué es lo que usted quiere?
- Pues que me dé una solución porque yo así no puedo vivir
- Ya, pero esto no es el Santuario de Lourdes, ni el de la Virgen de Fátima
- ¿Ya? ¿Qué quiere decir?
- Pues que todos queremos un milagrito que nos arregle el tema.
- ¿Entonces?
- Entonces ¿Qué?
- ¿Cuál es la solución?
- Pues usted sabrá.
- ¿Cómo?,¿pero el que tiene que saber es usted?
- ¿Yo?, yo no me acuesto con su señora, ni me quito los calcetines en su casa.
- ¡Oiga!
- Dígame.
- Pero yo es que he venido aquí a buscar una solución, un remedio, no a que se descojone de mi.
- Y a mí ¿Qué me cuenta?
- Pues que para eso es usted el Juez de este pueblo.
- Válgame Dios, ya salimos con esas.

DESPISTES Y METIDAS DE PATA


No somos perfectos, pero casi. Listado de despistes y metidas de pata producidos durante los últimos diez días:
  • Dejé el gato encerrado en la terraza durante más de 12 horas un día que estábamos a dos grados. No me di cuenta, el pobre había salido a estirar las patas mientras ventilaba la casa por la mañana.
  • Puse el dosificador del agua de beber a una garrafa de agua destilada. No leí la etiqueta.
  • Me subí a un tren de cercanías que iba hacia el interior de mi provincia cuando tenía que ir hacia la costa. No fui consciente de ello hasta que llevaba más de media hora de trayecto. Llevaba el Ipod en los oídos mientras lo esperaba y no oí el anuncio del recorrido.
  • Me presenté en un restaurante en el que había quedado para comer en día de la semana que no tocaba. Me di cuenta cuando llevaba más de media hora esperando y dos vermuts en el coleto
  • Perdí un vuelo de avión, provocando un desastre laboral.
  • Me fui a trabajar con los zuecos Gunnel's de estar por casa y me di cuenta al ir a coger el autobús. Iba monísima de la muerte y original del pasmo.
  • Compré un pantalón estupendísimo de Max Mara, que me costó una fortuna, al que le faltaba un palmo para poder cerrarlo. Confundí la talla. Todavía creo en los milagros.
  • Me dejé las llaves de casa dentro, sin posibilidad de tener otro juego. Eso fue por puro “perrerismo”.
  • Me lavé la cabeza con el suavizante mimosín en bote tamaño viaje, en lugar de con el champú del pelo. No volveré a dejar los botes que no tocan en el marmol del baño.
  • Bloqueé la tarjeta de crédito. Olvidé el pin y pulsé un montón de números, parecía que estuviera jugando al bingo. Soy de letras, los números me marean.
  • Confundí a la suegra de mi mejor amigo con su mujer y, cuando descolgó el teléfono, la llame “Poderosa Zorra”. Prometo no volver a hacerlo.
  • Y podría seguir, pero casi que me avergüenzo.

Así que para evitar mayores desastres, ayer noche, decidí llenar mi bolso de todo tipo de cosas que me permitan evitar estos desastres, antes de que el asunto tome mayores proporciones. De manera que ahora, además de los cachivaches habituales llevo:

  • Un saquito de rabos de pasa para la memoría (obsequio de mi hermana, la ecologista, estas navidades).
  • Dos agendas de papel y dos teléfonos agenda (regalo de una revista y de un compañero).
  • A las llaves de casa, del garaje, del trabajo les he puesto una de esas citas que van con un ganchito para no perderlas. Ahora parezco el sereno de mi barrio.
  • Un listado con las claves, pins y demás historias que no me sirve para nada pues, por precaución, no he apuntado a su lado a que corresponde cada cosa.
  • Un blister de “Pharmaton complex” para cuando me da el bajón.
  • Un paquete de tampones tampax, las sorpresa no siempre son agradables.
  • Una cajetilla de Malboro. Para cuando me da el ataque y debo tomarme un respiro ¿incongruente?, puede ser.
  • Siete cajas de pastillas “Smint” de menta, de esa azules, que devoro compulsivamente (eso es por gusto).
  • Una foto de las Islas Feroe. Para recordarme que tengo un sitio al que ir y que pese al insomnio que me impide dormir, aún sueño.

Parece un anuncio publicitario, lo sé. Pero como mis despistes y metidas de pata van en aumento, he decidido hacer el listado para que si a alguien se le ocurre una solución distinta a las que de urgencia he adoptado, pues que me lo diga. Ah! y de paso, decir a las marcas que relaciono, que si lo leen, que me manden unas muestras, que la publicidad no es gratis.


P.D.: Si el tema no se soluciona, prometo llamar a Iker Jímenez o a la Pitonisa Lola, al que primero encuentre.



miércoles, 20 de enero de 2010

LA COLMENA (fragmento) -Camilo José Cela-


Todos buscamos nuestros momentos, esos que son sólo nuestros.



“Martín Marco vaga por la ciudad sin querer irse a la cama. No lleva encima ni una perra gorda y prefiere esperar a que acabe el metro, a que se escondan los últimos amarillos y enfermos tranvías de la noche. La ciudad parece más suya, más de los hombres que como él, marchan sin rumbo fijo con las manos en los vacios bolsillos –en los bolsillos que, a veces, no están ni calientes-, con la cabeza vacía, con los ojos vacíos y en el corazón, sin que nadie se lo explique, un vacio profundo e implacable”.