Agotamos el poco tiempo que nos queda frente a dos copas apenas probadas. ¿Te das cuenta? En unas horas, tu estarás en un avión y yo en otro distinto. Una verdad a medio camino. Los dos volviendo a casa, tu conmigo, yo contigo y en el equipaje la promesa mutua de volver a vernos el año que viene, a la misma hora y en el mismo sitio, como en aquella película de la que nos reíamos, por considerarla absurda y trasnochada.
Y ahora, así estamos los dos. Una vez al año cruzamos el mundo para encontrarnos en un punto inexistente en nuestras vidas comunes y distantes. Allí, nos volvemos cósmicos, lúdicos, irreales y totalmente locos. Una existencia concentrada en 24 horas que siempre saben a poco, pero que jamás alargaremos más allá. Sin embargo, los dos sabemos que el próximo año, sin habernos olvidado ni un solo segundo, nos encontraremos en el mismo sitio y el mismo día para, por unas horas, ser quienes de verdad somos, alejados de todo lo que es superfluo, de lo impuesto y enredarnos, por un tiempo limitado, en nuestras historias, las propias, esas que sólo tienen sentido cuando sólo estamos los dos juntos.
Bonito texto. Sí a mi también me ha recordado a un película titulada "El próximo año a la misma hora." (1978) del director Robert Mulligan.
ResponderEliminarSus encuentros son efímeros pero quizás por eso perduran en el tiempo, porque no dan tiempo a caer en la monotonía.
Bonita foto de acompañamiento y bonita canción.
Alicia C. T.
Pues que se dejen de tonterías, coño. Todos los días a la misma hora.
ResponderEliminarPrecioso, inmenso instante de reencuentro, en la mitad del eje del mundo, en la intersección de dos vidas....
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