sábado, 25 de junio de 2016

RECODOS


Una serie no comprensible proporciona mucha más información
 que un sistema redundante de señales.
Antonio Escohotado





Existen los sueños perturbadores. Imágenes y palabras puestas en bocas de personas que desaparecieron hace tiempo y que la memoria había aparcado en algún lugar no tan remoto como el olvido cabal quiso hacernos creer.  Creo recordar, de un modo  alejado de la realidad, su tono de voz, su manera de dar vueltas a una alianza que desde hacía años solo era el testigo de un pasado en declive, de su forma de apuntar con una mirada cualquier cosa que  quisiera que otro mirara. El tiempo deforma el pasado y los recuerdos, adulterados por lo que la imaginación que coloca y borra, cambian día a día. Pero no deja de ser curioso que esta misma noche, tan lejana ya como otra cualquiera, su voz pareciera cercana y su mano tan firme como lo era entonces.  Todo se deforma, siempre para bien. El tiempo dulcifica y esa es una realidad que reconforta. El mañana es la expectativa que adormece males del presente. Echamos de menos pasados que se guardaron en un recodo de la memoria al que, de vez en cuando, la noche le saca el polvo para que no los olvidemos del todo.




domingo, 19 de junio de 2016

HAPPY ENDING


Aunque la noche, conmigo,
no la duerme ya,
sólo el azar nos dirá si es definitivo.
Que aunque el gusto nunca mas
vuelve a ser el mismo,
en la vida los olvidos
no suelen durar.

Jaime Gil de Biedma






Me levanto con dolor de cabeza, llevo días durmiendo mal y ya no sé si tomarme un nuevo analgésico o pegarme un tiro. Descartada la última opción por la falta de armas de fuego (en ocasiones echo de menos una Segunda Enmienda en la Constitución Española), opto por engullir dos pastillitas de golpe aunque sé que, instalado ya el run-run en el interior del párpado derecho, solo van a servir para rellenar un estómago que anda más que vacío desde ayer. Luce el sol y no es una buena noticia. El dolor me transforma en un vampiro lechoso, lento y torpe. Choco con la pared, choco con la puerta al salir de casa y acabo tropezando con el último escalón, todo eso antes de alcanzar la calle. Repaso la minúscula lista de la compra mientras aprieto contra el puente de la nariz las gafas de sol. Llego donde Ramón y me tiró, casi literalmente, sobre la primera mesa que encuentro vacía. Un zumo de naranja, un agua con gas y poleo menta, nada de comer. Intento contar cien al revés, pero a la altura del sesenta y tres ya he perdido el fuelle, el sentido y la maldita gracia del ejercicio que debe evitar que me vuelva gilipollas a corto plazo. Por eso, porque me da la gana y porque lo intento desde hace días, empiezo a escribir una nota mental. Pero tengo la cabeza espesa, el ánimo escaso y el pecho un tanto encogido. Happy ending, Happy ending y más Happy ending, desde el fondo del bolso. Todo es azaroso, solo él (el azar) sabrá lo que es o no definitivo. ¡Menuda versión! Pobre Gil de Biedma. Pobre, tú, pobre yo, y pobre la madre que nos trajo al mundo tan tontos.






miércoles, 15 de junio de 2016

DIARIO DE OTRO


“Hago por la familia lo que tengo que hacer, es mi deber. Lo único que me ha enseñado la vida es a soportarla, nunca a cuestionarla, y a quemar en la escritura los deseos generados”.
Karl Ove Knausgard




Vas a caminar sin muletas, en algún momento sentirás que estás a punto de caer, que las rodillas no van a poder soportar tu propio peso pero, al final, sabes que no será así, no te lo puedes permitir, de manera que esas piernas que flaquean te sostendrán aunque sea de mala manera Es cuestión de confianza y de pura necesidad.
Tu mirada sigue turbia, esquiva, aunque quede disfrazada por el desenfoque de una lente novata. No existen parihuelas para las heridas que no se ven. Tus piernas, que se aflojan por el peso de las circunstancias, se recuperan y la vida amable va zurciendo el vacío que sientes por dentro. Pero no son los ojos los que de verdad te delatan, es el gesto de la boca. No existen manos suficientes para ocultar unos labios entregados a lo acomodaticio, ni las decisiones que se toman para tranquilizar una conciencia exaltada. Se te nota, aunque no lo quieras.



lunes, 13 de junio de 2016

CÓMO TE LO DIRÍA YO



La sangre solo hace parientes, el amor hace familia.





Los niños lo entienden todo, los niños son permeables, absorben como esponjas lo que ocurre a su alrededor: los olores, el tacto, el sonido de las voces que lo acompañan, la tensión, la soledad de unos abrazos inexistentes o el amor desbordado. Con el tiempo, todo aquello de lo que se han empapado, o lo que dejaron de recibir, sale por un sitio o por otro. Explicarles algunas cosas es difícil y recurrir a la fantasía para rellenar las lagunas de lo que no sabemos no siempre es lo mejor. Algunos niños no tiene pasado. No tienen recuerdos porque cuando llegaron junto a unos padres que no los parieron, apenas levantaban un palmo del suelo y el disco duro de su cabeza aun no estaba preparado para almacenar. Sus primeros años son un profundo agujero negro, salvo en lo sensorial, que se mece al son de la nada y de la tirada que marca el tiempo. No se puede bucear en un pozo en el que no hay agua. Lo que no sabemos, lo que no conocemos, se transforma en nada, por eso a veces hay que recurrir al corazón como órgano en el que se gestaron durante años y a los recuerdos que se gestan a partir de ese momento. Es el corazón el que les dio una vida, por eso el corazón es la única víscera que importa. Pero la realidad es la que es y la adolescencia es un mal por el que casi todo ser humano debe transitar perdido e inseguro. En ese momento, los corazones no son suficienteS. El agujero negro de un pasado desconocido se transforma en un obstáculo del presente que hay que encajar y hay que hacerlo como se puede. Pero el tiempo y  la sinceridad es el mejor remedio a casi todos los males. Los pasados desconocidos están excesivamente sobrevalorados, les damos una importancia que pocas veces tienen en realidad. Podemos construir la vida sobre nuestros propios recuerdos, aquellos que vamos forjando paso a paso, a socaire de nuestra propia vida consciente, e intentar que las lagunas por las que vagamos se transformen en mares venturosos de futuros que hay que vivir sin miedo. Algunos agujeros solo son negros porque queremos que así sean y eso es así naciéramos del corazón o de un útero magnífico.



miércoles, 8 de junio de 2016

PASAPALABRA

Una oleada de pánico le trajo el alivio de lo conocido.
Patricia Highsmith



Trabajaba en aquella casa desde hacía más de diez años. Una vez más la encontró sobre la cama, dormida, casi muerta si fuera por la postura en la que se encontraba. Tenía el torso desnudo y el pecho, con cada inspiración, flojeaba como si fuera de gelatina. Sobre la mesilla de noche encontró las medidas desmayadas, un vaso vacío y el envase de los tranquilizantes. Cerró la puerta procurando no hacer ruido y se fue hacia el salón. La señora dormiría un durante un par de horas más, así que se tumbó en el sofá, cruzó las piernas sobre el reposabrazos y encendió el televisor. Con suerte aun llegaba a tiempo para el concurso de las diez. Encendió un cigarrillo, colocó el cenicero sobre el abdomen y en voz baja deletreó cada una de las letras que aparecían en la pantalla mientras  intentaba descubrir la palabra que se escondía en aquella ruleta. Le entró hambre y miró el reloj. Tendría que esperar un poco más, a la Señora le gustaba que tomaran juntas el primer café de la mañana, primero de ella, porque Maggie a esa hora ya llevaba más de dos y más de tres cafés en el cuerpo. El presentador deletreaba la palabra completada y unos aplausos metálicos rellenaban el entusiasmo de un plató que a buen seguro estaba vacío, como la habitación del fondo.  Pensó que debería llamar al señor, decirle que la señora andaba peor que mal. Pero aunque sabía que era lo que debía hacer, aquella mujer le gustaba quizá por eso no le costaba guardarle las confidencias y le escondía lo que llamaba “travesuras de la edad madura”, porque aunque a ella la había contratado el Señor, cuando aún era el Señor de aquella casa, la única que seguía allí era ella. Pero aquella mujer, que a veces parecía más loca que cuerda, siempre la había tratado bien y, en el fondo, hasta le gustaba. Escuchó un murmullo, levantó la cabeza, pero la puerta continuaba cerrada. El resuello de las noches turbias se cuela por cualquier resquicio. Imaginó la ropa retirada de la cama, el cabello que colgaba sobre la almohada y las bragas viejas que se ponía para dormir. Se humedeció. Se desabrochó los primeros botones de la bata y se acarició el pecho pasando la mano bajo el sostén. Entre las risas enlatadas del televisor le llegaba el rumor de la respiración confusa de aquella la mujer blanda que dormía a unos cuantos pasos. Dio una nueva calada y bajó la mano hasta el interior de sus bragas. Con la próxima paga pensaba comprárselas nuevas, las que tenía le rozaban las ingles y le atrapaban la mano de mala manera. Quedaban dos vocales y una consonante para terminar. Un reguero acuoso quedó en la tapicería del sofá. ¡Maldita sea! Ahora tendría que limpiarlo también antes del desayuno. 


sábado, 4 de junio de 2016

MUJERES QUE CAMINAN DERECHAS

Las mujeres con pasado y los hombres con
 futuro son las personas más interesantes.
Chavela Vargas




Desde muy temprano escribo en la terraza.  Ha amanecido con cierta una neblina, ligera pero más húmeda de lo habitual. Entro en busca de una taza de café y pierdo dos minutos repasando la correspondencia que ayer dejé sobre la mesa. Debería abrirla solo para poder guardarla lejos de la vista de cualquiera que pase por aquí, porque esas cartas solo son los apuntes de la cotidianidad de una vida corriente que a nadie interesa: alarma, agua, luz, gas, teléfono. Una alarma que funciona cuando quiere pero que pago religiosamente. ¿Qué guardo de esa manera? No tengo tesoros que resguardar, pero pago para que mi intimidad, la seguridad de casa, esté limitadamente protegida. Pongo la radio y dejo correr el agua para que salga caliente. Como no queda café en cápsulas, un sobre de descafeinado, robado de algún hotel, hará la vez. Es la hora feliz con menos graduación del mundo. Pero  hay poco ruido y el aire corre fresco, a veces solo eso basta.  Mi cabeza ha vuelto al lugar que le corresponde. Nada es gratis. Después de lo que ha parecido una eternidad, soy capaz de centrarme en lo que hago. No necesito nada más que enterrar las ideas que mueren, un poco de constancia y conseguir el punto de equilibrio que permite vivir en una calma relativa. Algún día habrá otra tesis más que casi nadie leerá.







miércoles, 1 de junio de 2016

¡FASCISTA! Y TÚ MÁS

Nunca trates de enseñar a un cerdo a cantar. 
Perderás tu tiempo y fastidiarás al cerdo




Cuando la mañana se presenta plácida y nos regala tiempo, leer la prensa es uno de los mejores ejercicios para convertirse en un absoluto descreído en la información que transmiten. Siempre me pregunto, si los hechos son hechos, y no opinión, ¿Cómo es posible que las versiones de unos y otros sean como el día y la noche? La realidad, objetiva, es que andamos en plena ebullición en la que lo alegal o lo ilegal deja de serlo porque se reviste de discursos que intentan legitimarlos bajo idearios disfrazados  que se llaman progresistas y, bajo ese manto, estamos justificando comportamientos y actitudes que deberían espeluznarnos. La palabra “fascista” recorre todo el arco parlamentario, arrojada contra el contrario como un insulto que lo invalida absolutamente todo y da carta de naturaleza a maneras que son absolutamente intolerables en una democracia.

El barrio de Gracia se quema al atardecer. La excusa, esta vez, el mal llamado “banco expropiado”. La historia es la de siempre, solo que esta vez retorcida hasta el tuétano para que unos pocos acaben enarbolando la bandera de una libertad que ellos se dedican a machacar en cuanto pueden, porque la libertad es la suya pero no la del vecino de al lado. En el caso de marras, el tema tiene enjundia, el local ocupado es de propiedad privada, no es propiedad pública, ni siquiera de ningún banco (lo que tampoco legitimaría en absoluto la ocupación); y es ocupado por unos cuantos que desprecian la propiedad privada, siempre que sea la de otro, claro. Y los que mandan, para evitar que les exploten las calles como ocurrió hace ya un año en Can Vies, se avienen, con una decisión que roza lo delictivo, a abonar un alquiler que pagamos entre todos los contribuyentes y que disfrutan unos pocos que por decisión propia andan al margen de las obligaciones que todos tenemos. Al final, como no puede ser de otro modo, el Ayuntamiento decide dejar de pagar aquel arrendamiento y el propietario, un particular, recuperar por vías legales su local, porque para eso es suyo. Y aquí empieza la quema de contenedores, de vehículos, la rotura de escaparates, los negocios paralizados, las carreras por las calles y el cuestionar la intervención de la policía que debe frenar la violencia de unos cuantos que se creen por encima de la ley. Y los políticos, los que mandan, no solo no condenan la violencia de aquellos que sin legitimación alguna revuelven la vida de un vecindario hasta convertirla en mierda, sino que deslegitiman, dejando a los pies de los caballos, no solo a quienes intentan devolver las cosas al lugar que corresponde sino a todo el resto de ciudadanos que cumple con sus obligaciones y respeta a los demás, incluidos a los que nos convierten la vida en un infierno.

Hace ya algunos años unas cuantas personas nos organizamos en una asociación que gestionaba proyectos encaminados a promover políticas de igualdad. Tuvimos que buscar un local, que se nos cedió por un particular porque el consistorio no disponía de espacio, con Hacienda y las míseras subvenciones que se recibían para hacer frente a cuatro cosas, la vida se convertía en un pesado caminar. Aquel proyecto cerró pese a su espectacular acogida en un barrio de los llamados periféricos. Pero claro, éramos unos cuantos organizados que dedicábamos nuestro tiempo, conocimiento y dinero a un fin común, pero nunca okupamos ni quemamos nada, ni hicimos escrache alguno contra nadie Quizá ese fue el principio del final.

Llevamos meses, años, tolerando la extorsión de algunos colectivos que no merecen absolutamente nada, ni siquiera el respeto que aún les mostramos. Vamos mal, hace mucho que vamos mal y lo que nos espera no es mucho mejor, aunque eso depende del periódico que se lea, la radio que se escuche o el telenoticias que se vea, claro.


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