Una serie no comprensible
proporciona mucha más información
que un sistema redundante de señales.
Antonio Escohotado
Existen los sueños perturbadores. Imágenes y palabras puestas
en bocas de personas que desaparecieron hace tiempo y que la memoria había
aparcado en algún lugar no tan remoto como el olvido cabal quiso hacernos
creer. Creo recordar, de un modo alejado de la realidad, su tono de voz, su
manera de dar vueltas a una alianza que desde hacía años solo era el testigo de
un pasado en declive, de su forma de apuntar con una mirada cualquier cosa
que quisiera que otro mirara. El tiempo
deforma el pasado y los recuerdos, adulterados por lo que la imaginación que
coloca y borra, cambian día a día. Pero no deja de ser curioso que esta misma
noche, tan lejana ya como otra cualquiera, su voz pareciera cercana y su mano
tan firme como lo era entonces. Todo se
deforma, siempre para bien. El tiempo dulcifica y esa es una realidad que reconforta.
El mañana es la expectativa que adormece males del presente. Echamos de menos pasados que se guardaron en
un recodo de la memoria al que, de vez en cuando, la noche le saca el polvo
para que no los olvidemos del todo.
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