sábado, 2 de julio de 2016

RIBERA


Lo que transforma un sueño en un proyecto solo
 es la fecha cierta que le pongas al primero.
A.N




Los jilgueros vuelan hiperbólicamente casi rozando el suelo, remontan y se aposentan en el alfeizar de la ventana para verle escribir. Sobre la mesa, el periódico de hace un par de días, una taza vacía y un jarrón con cuatro caléndulas para espantar los mosquitos.  De vez en cuando levanta la vista. Desde su diminuta y estrecha atalaya, sin cruzar jamás el marco de la ventana,  le muestra su pecho penígero y le regala unos cuantos trinos. Mañanas mansas de julio en las que se abandona la compostura para pasear disfrazado, con las pantorrillas al aire, la necesidad clandestina de no romper del todo la baraja. 




2 comentarios:

  1. Como Chéjov, pero sin pantorrillas. Lo mejor de las mañanas de julio son las golondrinas cayendo en picado.
    Corto, pero hermoso.
    Un abrazo

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    1. Eso es una maravilla. Con o sin pantorrilla. Un abrazo.

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