¿Es usted un demonio? Soy un hombre.
Y por lo tanto tengo dentro de mí todos los demonios.
Gilbert Keith Chesterton
Vamos de atentado en atentado
aunque nos duelen los que pasan al lado de casa. Pero cada día, a pocas horas
de vuelo de nuestra ciudad, mueren cientos de personas y otros miles viven bajo
el terror y la perdida de unas libertades que en ocasiones solo las conocen de
oídas. El reguero de sangre y miseria parece
imparable. El viernes por la noche, mientras cenaba con unos amigos, recibí un
mensaje en mi teléfono: Golpe de Estado en Turquía. Un buen número de muertos
más y otra gran patraña para procesar. Al día siguiente, el golpe fue menos
golpes, mientras los oscuros intereses de un poder más que mentiroso se cuelan
por las costuras de Europa.
Vivimos en una gran mentira que
se dulcifica a base de juegos estúpidos. Escapamos de la sangre que se va
derramando mirando hacia otro lado. Lamentamos mucho, muchísimo, nos
incendiamos otro tanto pero, al poco, volvemos al Pokemon Go, a las hamacas de
la playa, a lo injusto que es la perdida de las fidelidades ramplonas, y a un gobierno que no acaba de llegar nunca
porque ninguno de los que medran por ahí piensa en el bien común.
Nuestra peor desgracia no es que
seamos objetivo de un terrorismo inhumano que no solo quiere acaba con nuestra
vida y con una civilización entera, sino que somos capaces de olvidarlo en
cuanto dejamos de ver las noticias y volvemos a contemplarnos el ombligo.
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