La cura para todo es siempre el agua salada:
el sudor, o las lágrimas o el mar.
Karen Blixen
31 de julio de 2016: El cielo se nubla en cuanto piso la arena de la
playa. Un avión sobrevuela el mar. No hay destinos cerrados, siempre existe un viaje con billete de vuelta abierto.
31 de julio de 2015: Improvisa una intimidad durante dos días, al
tercero muere.
31 de julio 2014: Esprinta por el costado, me doy cuenta y se me
revuelven las entrañas. El silencio no siempre es la
muerte aunque ya no existas.
31 de julio 2013: Llueve en París. Lo dicen las noticias.
31 de julio de 2012: Cada día que termina haciendo lo que debo, sin
hacer lo que quisiera, lo vivo como una victoria aunque, en realidad, sé que es
una tremenda derrota.
31 de julio de 2011: Yangon. La distancia no se mide en kilómetros. Dos ampollas en los pies y un pasaporte sudoroso.
31 de julio 2010: Corregir a otro puede ser un ejercicio de
generosidad o la muestra de un profundo egocentrismo.
31 de julio de 2009: Mirando el lado equivocado junto a un vaso de
agua helada.
Cualquier 31 de julio anterior está prescrito por el mero transcurso del tiempo, de los plazos prudenciales de supervivencia, y de la destrucción de las correspondientes agendas de papel.
Me gusta este diario.
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