domingo, 26 de septiembre de 2021

AFTER SEX

 



Llegas y las dudas se van disolviendo. Te reconoces de nuevo. Siempre has pertenecido a ese lugar. En realidad, eres ese lugar y ese lugar eres tú, sin saber dónde empieza uno y acaba el otro. Tierra y carne formando un todo un tanto extraño, que se hace evidente cuando cuando tus pies tocan el suelo que tanto conoces porque eres tú. Redescubres el espacio, el tiempo y la maraña en la que vives se aligera. Aparecen las líneas rectas y, al volver a respirar, tragas una bocanada de aire caliente que sale de la cafetería que olvidaste y te entran unas ganas enormes de entrar, sentarte en la barra y pedir unos boquerones en vinagre o un ponche de huevo que no sabes cómo aun, mil años después, puedes sentir en la punta de la lengua. La tentación es grande, pero acaba de amanecer y el cuerpo ya no es el que era. Pero saber que cabe la posibilidad, por minúscula que sea, a veces, es más que suficiente.



jueves, 16 de septiembre de 2021

SALDREMOS SUPERLATIVOS

 



Con la pandemia y el confinamiento llegó el teletrabajo. Se trabajó como se pudo y resultó que la presencialidad en las oficinas no era tan necesaria como se creía. Calentar silla ha sido siempre una de las actividades más comunes que se da en los despachos desde que Bartleby, de figura pálida, pulcra y respetable, pisó por primera vez unas oficinas en Wall Street. Durante meses, el deporte administrativo más ejercitado, el calentamiento de asiento, se trasladó de la oficina a casa y se perdió la esencia del mismo. Teletrabajamos y la silla se calentó en casa porque no había otra. El teletrabajo es un sistema discutido y hay motivos. Las jornadas se tornan inacabables, se pierde la sociabilización con los compañeros y la conciliación familiar a veces se convierte en un chiste. Durante el confinamiento, explotó todo, y la vida se convirtió en un revoltillo compacto de lo laboral, lo personal y lo familiar. 

Teletrabajar y conciliar no siempre es posible. El confinamiento lo ha demostrado. Se necesita adoptar medidas que limiten la actividad laboral para no convertirla en un infierno y poner freno a jornadas de conexión permanente en la que no se descansa porque, total, estoy en casa. Durante el confinamiento fue difícil trabajar y también lo fue conciliar  porque mientras se teletrabajaba no se puede estar pendiente de las trescientas cosas que ocurren alrededor. No se puede estar ayudando a los niños que están tele-estudiando o dando por saco como por edad les corresponde, como tampoco se puede estar pensando en  lavadoras, ni en lo que se va a preparar para que coma toda la familia. ay que reconocerlo, la falta de cambio de escenario también condiciona. 

Pero con el Covid nos vinimos todos arriba y decidimos que había que anunciar que, tras el desastre, saldríamos más fuertes, siendo mucho mejores y teletrabajando en unas condiciones inmejorables. Pero el tiempo nos ha colocado a cada uno en nuestros sitio. Primero dejamos de aplaudir, después de creernos todos hermanos y finalmente volvimos a las viejas costumbres que para eso lo son, viejas y costumbres,. La vuelta a la normalidad, esa nueva normalidad tan cacareada, ha supuesto el regreso al pasado. Los niños han regresado al colegio y el maravilloso paraíso que ahora sí, con los niños ya en clase, podía suponer el teletrabajo, se desvanece. Entre la quinta ola en remisión y la pronosticada sexta ola que llegará en invierno, el teletrabajo se va a tomar por saco. Las empresas y el sector publico vuelven a requerir la presencialidad. Así que aquel venturoso "el teletrabajo ha llegado para quedarse", no es más que otro de los muchos propósitos sociales que empieza a deslizarse por la resbaladiza pista del olvido. Pero no todo va a ser malo. Algunos descansaran volviendo a la oficina, bajando a fumar y a por café cada vez que la pulsera digital les indique que lleva demasiado tiempo sentados. Otros pelaran la pava con los vecinos de mesa para los que se ponen guapos por mañana mientras despiden a los niños que se van en la ruta escolar. Y el trabajo, como siempre, irá saliendo mientras los calienta-sillas se repantingan para empezar una jornada más de escaqueo y bienestar personal.



domingo, 12 de septiembre de 2021

PUZLES

 



Intento que tu imagen no se desvanezca. Apenas queda nada de ti. En los tiempos muertos, mientras resisto un día más, retomo la búsqueda de las milimétricas partículas que quedaron grabadas en el fondo de los sentidos.  Un olor, un gesto.  Sé que no son tuyos, pero, sin querer, construyo un puzle con esos retazos que se agrupan y forman algo en lo que creo encontrarte. Pero es tu voz, que sé que no es tuya, la que me aturde cuando aparece entre la gente que el tranvía de las seis. El viaje de vuelta, con el frío que la ventana cerrada no evita, los recuerdos se hielan, y se expande, sin tregua, la feroz idea de que nada vuelve.




lunes, 6 de septiembre de 2021

SILENCIO

 




Nos escribimos a través del tiempo con el engañoso resultado de tenernos presentes, sin que uno y otro decidamos cerrar las letras para decirnos adiós de manera definitiva. Ayer, sobre el papel, puse aquel momento en el que apoyé mi mano sobre la tuya y aun así, lejos de todo aquello, pude sentir la impresión del calor tu piel contra mi piel, tu aliento cercando del mío. Pero el papel que agotamos es sólo la impresión melancólica de un pasado que se escapó entre esas manos que se tocaron buscando el consuelo de un destino que se enredó más de lo conveniente. Escribimos para sentirnos cerca y que la inexcusable ausencia no se convierta en el un azucarillo que se disuelve en el último café de la tarde. Pero nos vamos abandonado y ya no hay nada que cubrir, nada  que descubrir entre unas letras que poco a poco se apagan. Cada uno por su lado, levantando cortafuegos y escogiendo, en cada encrucijada, el camino que menos descuadre. Tú para ti, yo para mí. Y en mitad de la arboleda, tus palabras despistadas y las mías enredadas buscan el sentido de nuestra contingencia. Nos faltaron rincones, nos faltaron letras y un poco de suerte.