jueves, 31 de diciembre de 2015

PUNTO SEGUIDO



Extraño, ¿verdad? La vida de cada hombre toca muchas vidas, y cuando uno no está cerca 
deja un terrible agujero, ¿no es cierto? Ya ves, George, tuviste una vida maravillosa.
Que bello es vivir




El pasado es un lugar al que de vez en cuando regresamos para reencontrarnos con lo que un día vivimos, con todo aquello que se nos quedó pegado a la piel y a los sentidos. Por eso no es extraño que las sensaciones que sentimos, entonces, regresen a nosotros cuando pisamos aquella casa que hace años que dejamos, volvemos a las calles que nos vieron crecer, o cruzamos aquel rincón en el que las palabras de amor parecían eternas. El presente nos lleva por caminos dispares, nos arranca la inocencia y los propósitos de futuro que un día atesoramos en la recamara de nuestra conciencia y nos llenaba de esperanza. Pero no hay más futuro que el que transcurre en el mismo instante en que piensas en él, ni otro mañana que el que ahora mismo palpas, aunque en ocasiones nos roce el pasado escondido entre las sensaciones que a veces percibimos mientras el tiempo va pasando, reduciéndonos a lo que al final seremos. Los años no son más que las arrugas del tiempo que se recorren esperando unas manos cálidas que acojan siempre, unas palabras de consuelo prestas para cuando el dolor llega, y la certeza, a veces nublada por las dudas, de que pese a todo, a lo contingente de ciertas mansedumbres y crueldades que impone la vida, ésta vale la pena. Feliz año nuevo.


sábado, 26 de diciembre de 2015

PIENSO



Larga vida a la oscuridad que habita en nosotros.



Encendí un Chesterfield mientras miraba por la ventana. La cabeza empezó a darme vueltas y tuve que sentarme en el sofá. El gato dio un respingo y continuó dormitando ovillando entre los almohadones. Mi presencia no le incomodaba, como tampoco a mí la suya. Nos habíamos acostumbrado a convivir como indiferentes compañeros de piso, solo que en mi caso las obligaciones para con él eran mayores: limpiarle la caja, darle de comer; y las suyas, por el contrario, no pasaban de ignorarme y reclamar su ración de pienso diaria cuando lo olvidaba. En las últimas semanas, desde que se marchó, había estado actuando como un autómata y no es que me molestara, al menos me permitía sobrevivir sin tener que planear nada por anticipado. Las rutinas llenaban las horas, los días y vaciaban la cuenta corriente, aunque eso me importaba bastante poco. ¿Qué más podía pedir? Tal vez que, de vez en cuando, una mano mágica limpiara la pocilga en que se estaba convirtiendo el apartamento, pero esta no era zona de milagros, sino todo lo contrario, por eso las tazas sucias y la ropa revuelta se acumulaba por cualquier sitio.  Abrí la ventana para que corriera un poco el aire y que el mareo de la nicotina, y del ayuno impuesto por vagancia, escamparan.  En el frigorífico sólo quedaba un paquete abierto de café y un cartón de leche tan antiguo que no se leía la fecha de caducidad. Cerré la puerta, llené un vaso con agua del grifo y me lo bebí para engañar al estómago. Me senté en la mesa de la cocina y empecé a escribir. Me animé a medida que las letras iban avanzando. Si la cosa se daba bien quizá incluso terminara pareciendo un poema que le colaría por debajo de la puerta, al atardecer, para que lo encontrara al volver de trabajar. La imaginé leyéndolo, el temblor del labio y la mirada empañada. Aunque puede que esas reacciones, tan emotivas y propias de ella, ya no se dieran. Se había ido cargando su bolsa a la espalda, después de dejar bien claro que lo mío era ser estúpido insensible y un pretencioso. Puede que tuviera razón, y por eso ahora pensara en sus temblores, en su mirada perdida y en la nevera vacía. El gato empezó a maullar, pero en la cocina ya no quedaba nada, ni una triste lata de pienso.






domingo, 20 de diciembre de 2015

DIARIO 2.O

                                                                                                        
Diciembre es esta imagen
de la lluvia cayendo con rumor de tren, 
con un olor difuso a carbonilla y campo. 
Diciembre es un jardín, es una plaza
hundida en la ciudad,
al final de una noche, 
y la visión en fuga de unos soportales.
Jaime Gil de Biedma




I) Dicen que se suicidó, junto a su esposa, el día que supo que cruzar el mundo era imposible, que su destino era morir entre polvo y ruinas. La tierra prometida, más allá del océano, se convirtió en arena aquel lunes que un obús reventó a unos cuantos metros de su casa. Las pesadillas no son nada con la realidad de algunos. 
Una carta llega a Toronto después de meses dando tumbos por desiertos y ruinas. Horas después lo hace en Barcelona, escaneada sin problemas. La noticia ya es historia aunque duele como si el destino hubiera sacados las garras la tarde anterior. No hubo nadie para enterrarlos.


II) Mejor no sacar el ábaco y dejar las cuentas para épocas mejores.


III) Ayer estuve en el cine, vi  “Nadie quiere la noche”.  Al volver a casa, caminando por la Gran Vía, nos paramos a ver unos cuantos tenderetes de baratijas. "¿Tú crees que es posible enamorarse por necesidad?" La pregunta tiene trampa, no es solo la necesidad, sino la comunión a la que ella  te lleva. No sé si Coixet pensará lo mismo pero así quedó la cosa después de una buena caminata y un té caliente.


IV) Termino de leer “Las personas del verbo” de Jaime de Gil de Biedma y me da por pensar en la mala conciencia. La tarde se me hace oscura y busco algunos de sus poemas para compensarme. Dudo si realmente queda más luz allá arriba, como dice uno de ellos. Aunque puede ser que yo no sepa bien de qué hablo y que me embrolle sin salida. Dice el poeta que los besos son como un túnel, pero creo que puede que no sean más que un repecho oscuro y hambriento del camino hacia la nada. Quizá sea verdad y la vida no baste.



                                                                                

miércoles, 16 de diciembre de 2015

REDES SOCIALES


No hay nada tan alentador como saber que en alguna parte,  
una mujer que te gusta está pensando en ti y solo en ti.
Richard Ford



Las redes sociales propician muchas cosas. Uno puede encontrar de todo en función de lo que busque. Personalmente reconozco haber tenido acceso a opiniones, pensamientos y reflexiones que no de otra manera habrían estado a mi alcance y que me han permitido tanto mantenerme en las propias como modificarlas gracias a lo que otros han podido expresar. He llegado a libros maravillosos y a otros espantosos, a cantantes deliciosos, a películas insufribles, a pensamientos sanísimos y otros tan retorcidos que en ocasiones me han hecho replantearme cerrar todo vestigio de vida cibernética y volver, como dirían algunos, a casa para alejarme de lo tóxico que algunos desprenden. La red da para mucho o para muy poco, depende de lo que cada uno busque, como ya he dicho. En las dos últimas semanas he descubierto de manos de un tercero que para algunos las redes sociales pueden tener efecto terapéutico. Desde la distancia leo a José Luís y creo que puede que su salvación, en parte, se encuentre en ellas, en poder compartir con cientos de personas el dolor desgarrador de la pérdida violenta y sin sentido del ser amado. A veces hasta los inventos más tontos de pronto cobran sentido, y esta vez, para mí lo ha cobrado pese a ser una descreída. Los muros que no se tocan no siempre levantan barreras sino que ayudan a derribarlas.


domingo, 13 de diciembre de 2015

QUID PRO QUO


La amistad es dar la espalda a la muerte
Cesc Gay


A la pregunta “¿Qué pasa?” Muchas más veces de las que pensamos, la respuesta es “nada”. No pasa nada. Y ese nada absoluto, que algunos toman como una respuesta ambigua que intenta escapar de las concreciones de un antojadizo, suele ser el punto de llegada que precipita el final de cualquier cosa. 
Y ahí se queda, en una nada que ya no hay manera de contarla de puro vacío, de puro cansancio. Pero la falta de explicaciones que engloba la palabra amplificada de la respuesta dada, no es falta de razones. A menudo nuestros comportamientos pueden parecer extraños para los que se desconectaron de nuestra vida. Pretender comprender desde la lejanía personal algunos virajes en la existencia de otro es intentar hacer de tertuliano en vida ajena. Apenas ya se conoce, pero la opinión puede ser mucha. Las cosas no vuelven a ser las mismas después de que una relación pase por el tamiz de la nada absoluta, del desinterés y de la comodidad; y no es cuestión de tiempo, ni de distancia, ni de edad, sino de voluntad y ganas. La nada mata mucho.





lunes, 7 de diciembre de 2015

MARTINA Y EL MAR





¿Es éste el final de la historia? ¿Una especie de suspiro? ¿El último temblor de una ola?..
 Pero, si no hay historias, ¿Qué final puede haber? ¿Qué principio? 
 Quizás la vida no sea apta para el tratamiento que le damos, cuando intentamos contarla.”


“Me gustaría mucho que escribieras algo sobre mí. No, sobre mí no, algo que sea para mí, que lo escribas pensando en mí”. Puede que hayan pasado meses desde que de una conversación intrascendente, sobre las cosas que nos gustaban y que no nos gustaban, apareciera aquella petición. Podía haberle dicho lo mismo. Sólo que en mi caso no le hubiera pedido que escribiera un texto cualquiera, sino que me escribiera el futuro en ese folio blanco en el que acababa de anotar la hora de su próxima cita. 
Nos despedimos con un beso lanzado al aire. Cosas de las prisas de una vida ruinosa que viaja en vagones de segunda.


Me siento frente al archivo mil veces empezado, mil veces guardado, mil veces borrado. Un archivo ya roñoso que empezó con un “Nos conocimos de un modo absolutamente corriente. Los que están destinados a encontrarse sólo pueden hacerlo de ese modo”.  


No nos volvimos a ver, aunque no por eso dejamos de cruzar algunas palabras de vez en cuando. Algunas de cortesía, otras de profunda comunión y, finalmente, como pasa con las cosas que se mueven por fuerzas telúricas, nos fundimos en negro hasta que la vida caprichosa y breve, si quiere, nos lleve a converger de nuevo modo casual. 

Durante días ha llovido de un modo torrencial, por fin ha despejado y los huesos han dejado de chirriar. “¿Te apetece salir?” Paseamos cerca del mar. Lo hacemos en silencio, no suele ser habitual, caminamos y charlamos pero parece que hoy necesitamos que el sol nos seque el ánimo. Un labrador se escapa del rompiente de las olas, se revuelve y nos baña con miles de gota saladas. La felicidad debe ser algo parecido a eso. Recojo un trozo de cristal que el mar ha desgastado hasta convertirlo en una gema preciosa, azul, perfecta. Miro a través de ella y el sol se convierte en un tremendo punto cian. Repito el gesto una, dos, tres veces. Nada especial, un gesto corriente, como no puede ser de otro modo.




(*) "Martina y el mar" es el nombre que el autor dio a la fotografía que acompaña este texto.

jueves, 3 de diciembre de 2015

DIARIO 2.0



El mismo lobo tiene momentos de debilidad, en que se pone
 del lado del cordero y piensa: Ojalá que huya.
Adolfo Bioy Casares



I.- Intento ser cuidadosa cuando expongo algunas cosas para que el que escucha no las entienda como un reproche pero, en cuanto salen de mi boca, sé que el oído al que llegan lo entenderá como  si lo fuera. Y es que al final, las cosas son lo que son y no lo que querríamos que fueran. Diagnóstico: reproche con guante de seda.


II.- Debe empezar a descartarse la idea de que los infartos son cosas de hombres. La igualdad ha llegado de pleno en este campo y ahora, desde hace más de diez días, sangre de mi sangre intenta recomponerse por dentro y por fuera. Cuando el corazón se rompe la vía genital no cuenta.


III.- Cuando alguien te decepciona una vez no te quepa duda que te decepcionará una segunda, incluso una tercera, como le des la oportunidad. Las cosas son como son, de nuevo.


IV.- Algunas personas son verdaderos escapistas. Escapan como alma que lleva el diablo cuando saben que están haciendo las cosas mal. Son auténticos especialistas en excusar presencia mediante el silencio y en justificarse mediante la ignorancia de las cosas. Uno ignora lo que quiere ignorar, por el motivo que sea.