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domingo, 29 de noviembre de 2020

FICCIÓN

 


“Llevo un par de años que ojalá los pudiera devolver".

Una pistola en cada mano -Cesc Gay



Hay canciones que cuando llegan se quedan y se convierten en favoritas. Una especie de botiquín de mano pronta que igual curan, que desmantelan de arriba abajo. Canciones para las que no pasa el tiempo y que se mantienen aunque se vayan incorporando otras. Todas van sumando y pocas causan baja. La música, algo que no tengo claro si es un invento, un descubrimiento, es fundamental. Pocas cosas se explican sin "ese" ruido excepcional que va haciendo poso y que, aunque de ahí no pueda nacer una margarita, al final, termina por explicar cosas de uno mismo por mucho que las letras, los sonidos se encuentren a años luz de nosotros mismos. Por eso somos capaces de emocionarnos con canciones que no entendemos en absoluto, con sonidos que nos son extraños y difíciles de comprender. La música también define y el repertorio va envejeciendo a la vez que lo hace uno mismo. Busco entre las listas de reproducción de Spotify y ahora, suena “Are you the one” de Nick Cave.  Cierro los ojos en un gesto un tanto ridículo, aunque nadie lo ve, y me viene a la cabeza aquello de que la vida es eso que pasa mientras escuchas, en bucle, las mismas canciones de siempre. Un frase de chiste improvisado, absurda como medianamente cierta. Fuera sigue lloviendo. Existen instantes que se construyen sobre una ficción que se sostiene por el hilo de los acordes compartidos que desaparecen cuando se hace el silencio.


domingo, 22 de julio de 2018

LA CÁSCARA


Como no pudo acabar la frase, al ser interrumpido por el cura, 
ninguno de los presentes supo jamás lo que quería decir.

La puerta de los infiernos - Laurent Gaudé





Quedaron en la terraza de un hotel del centro, tenían cosas que contarse, cosas de esas que van pasando en la vida y que se capean como buenamente se pueden ir capeando. La última vez que se vieron habían cruzado la frontera de la juventud para entrar en la edad madura. En el haber del último año y medio traían un cáncer, dos divorcios y un novio famoso. Todo eso dividido entre cuatro, sumado a la gestión del día a día, no era poco. Lo mejor, como casi siempre, el novio famoso que acabó siendo un ex marido en el tiempo récord que se da entre el desfase de lo novedoso y la constatación de que los cuernos eran la esencia de aquel tipo obsesionado por ocultar una tendencia homosexual solo revelada al encontrarlo encamado con su entrenador personal. Un manojo de tópicos que ahora, seis meses después, provocó una sonora carcajada. No fue nada original, un fin de semana que ella tenía que viajar a Bilbao, un vuelo cancelado a última hora de la tarde, una entrada inesperada en casa, unas risas ahogadas y un revoltijo de piernas y brazos en su cama. Poco más. Hizo las maletas y en dos días volvía a estar en su apartamento de soltera, con el corazón como unas bragas rotas y la autoestima embadurnada en crema antiarrugas. ¿Qué se puede hacer frente a una situación así? Más bien poco. Como consuelo el pago durante un par de años de una renta de una cantidad de tres ceros para que ni una sola palabra saliera de su boca. No es que pensara hacerlo pero, puestos a tener que llevarse el corazón partido, al menos que fuera con algo en el bolsillo. No porque lo necesitara, ni que a él le supusiera un gran esfuerzo, pero fue una especie de compensación por el disgusto causado y una boca cosida a base de euros. Aquella tarde ella pagaría las copas a costa de aquel maricón que le había roto el corazón. Sus amigas, al unísono, afirmaron con la cabeza y entrechocaron sus vasos brindando por la eterna mezquindad mientras se ponían al día. 
El camarero se acercó con una segunda ronda. Una de ellas se revolvió sobre si misma y puso sobre la mesa lo que quería que hicieran cuando el bicho que la carcomía por dentro decidirá darle la boleta para el más allá. Los médicos creían que podía ser más pronto que tarde, aunque ella no lo tenía claro a la vista de que su cuerpo seguía funcionando y en aquel preciso instante, el tipo de la bandeja, le había humedecido la entrepierna. Pero aun así, si eran sus amigas, eran ellas quienes tendrían que fajarse con todo el lío que suponía morirse un poco y encima antes de hora. No quería dejar para última hora lo que podía ser algo inevitable a corto plazo. Se recostó y les expuso un plan perfecto. Incineración y cenizas en los jardines de Sabatini, unas copas en aquella tasca de los Austrias y punto final. Sería entonces cuando tendrían que demostrar su valentía y camaradería abonando los jardines más preciosos de Madrid. Eso era lo que quería. Les arrancó la promesa entre tragos y cigarrillos de vapor. 
Continuaron durante un par de horas más, ordenaron y desordenaron el mundo, sus vidas y sus expectativas de futuro, contándose historias que nunca sabrían si eran verdad o  si solo eran el producto de la necesidad de esconder la tristeza que las ahogaba por dentro, mientras de fondo escuchaban la risa de la gente que ocupaba las mesas más cercanas.  




domingo, 4 de diciembre de 2016

TRUMAN

¿Sabes que me enseñaste durante todo este tiempo?
Que nunca hay que pedir nada a cambio. 
¿Y tú, qué aprendiste de mí?
Truman





No cuesta imaginarte aquí, cercano, hablando de lo que hablan los que tienen una vida por delante y otra a las espaldas que los doblega, a veces sí y a veces también. No cuesta imaginarte porque no fueron pocas las veces en las que la realidad nos llevó a horas vagas en las que vencíamos el sueño entre ideas raras y tazas medio llenas. Desvelos de carne y corazones descalabrados que se encuentran y que se confunden entre la maraña que siempre acompaña a la inmediatez de lo que se desborda.
No hay noches suficientes que desvelen tanto misterio, ni días en los que la cabeza no duela de buscar el origen de esa necesidad definitiva. Y al final, algo se rompe, algo que roba los espejismos y los convierte en humo. 
Nada queda entre las manos, ni entre los muslos, ni entre las pocas razones de experiencias pasadas. El tiempo, la nada, el todo, y tu piel que se desdibuja a cada minuto que pasa.




martes, 27 de septiembre de 2016

FICCIÓN


¿Fue posible que yo no te supiera cerca de mi,
 perdido en las miradas?
Los ojos me dolían de esperar.
Pasaste.

Jaime Gil de Biedma





Llevar la casa acuesta porque destino manda, y unos días vives aquí, otros un poco más allá y al final, como si de una vuelta al mundo con retorno retardado se tratara, vuelves al hogar, a esas cuatro paredes que guardan la esencia de la vida, de tu vida para saber que todo sigue en orden, todo sigue donde debe. Y es ahí, en el lado seguro de tu vida, donde la provisionalidad de todas esas casas en las que te vas acomodando, con la carga que siempre preside lo ajeno, se va tornando fina, casi un modo de vivir que deja de espantar. 
Este fin de semana, bajó  la temperatura, los pies helados y la garganta protegida porque siempre sufriste por el mismo costado. Aquí es posible ver el vuelo de algunas rapaces,  el rompiente del amanecer apenas aturde. Vivimos al borde de una ficción que siempre se quiebra en el último momento, como en aquella película que aún ronda por encima de la mesa del estudio, esperando el momento oportuno para volver a perderse en ella. 
Se acerca el frío, y entre las manos, las ganas de que nada nos deje indiferentes y en tus ojos, la vida entera.



miércoles, 13 de enero de 2016

POR AHORA


Somos de una manera pero intentamos parecer de otra…
Cesc Gay



En uno de los textos de los Diarios de Iñaki Uriarte (1999-2003) se recoge la anécdota de como Uriarte, tras una discusión política, le colgó el teléfono a su interlocutor y como, al cabo de poco tiempo, volvió a llamar porque no podía consentirse romper una relación personal por una discusión como aquella. Han pasado no menos de trece años desde entonces y ahora, con todo lo que llevamos llovido, la situación descrita es el pan nuestro de cada día. El nacionalismo exacerbado de algunos, abocados a un sentimentalismo enfermo e irracional que ningunea a los que no piensan como ellos, ha convertido en un campo de batalla cualquier conversación en la que uno muestre su desacuerdo con el “Procés”.
Creo que aun hoy no le he colgado el teléfono a nadie, ni me he levantado de ninguna mesa en la que la cosa se pusiera espesa y tensa con motivo de una discusión política, aunque sí que lo he presenciado. Pero, aunque aun no he hecho ninguna de las dos cosas, sí que he dejado de hablar de algunos temas, con determinadas personas, para evitar, precisamente, que se pudiera dar cualquiera de estas situaciones. Puede que, como le ocurrió a Uriarte, no esté dispuesta a cortar mi relación con algunas personas por cuestiones políticas en las que todos estamos más que maleados, porque aun hoy  el respeto y, en algunos casos, la estima están por encima de muchas cosas. Pero el panorama además de complicado es desolador. No hay día que no se dé un despropósito detrás de otro, un desaire continuo, que va tensionando la convivencia. Y puede que sea precisamente por eso, porque uno no tiene el control definitivo de las situaciones en las que se ve envuelto, por lo que, como Uriarte, también me reservo el “por ahora” esperando que esta reserva no se agote nunca.



domingo, 13 de diciembre de 2015

QUID PRO QUO


La amistad es dar la espalda a la muerte
Cesc Gay


A la pregunta “¿Qué pasa?” Muchas más veces de las que pensamos, la respuesta es “nada”. No pasa nada. Y ese nada absoluto, que algunos toman como una respuesta ambigua que intenta escapar de las concreciones de un antojadizo, suele ser el punto de llegada que precipita el final de cualquier cosa. 
Y ahí se queda, en una nada que ya no hay manera de contarla de puro vacío, de puro cansancio. Pero la falta de explicaciones que engloba la palabra amplificada de la respuesta dada, no es falta de razones. A menudo nuestros comportamientos pueden parecer extraños para los que se desconectaron de nuestra vida. Pretender comprender desde la lejanía personal algunos virajes en la existencia de otro es intentar hacer de tertuliano en vida ajena. Apenas ya se conoce, pero la opinión puede ser mucha. Las cosas no vuelven a ser las mismas después de que una relación pase por el tamiz de la nada absoluta, del desinterés y de la comodidad; y no es cuestión de tiempo, ni de distancia, ni de edad, sino de voluntad y ganas. La nada mata mucho.





martes, 22 de octubre de 2013

A VECES NOS EQUIVOCAMOS DE MONTAÑA -FICCIÓN-


Casi siempre las cosas grandes son las que menos importan. A menudo, las que nos marcan la vida son las cosas pequeñas, el día a día que por mor de aquellos que nos vamos encontrando por el camino devienen extraordinarias, enormes. Tropecé con el cine de Cesc Gay hace muchos años, cuando era un completo desconocido y sus películas, apenas un par, pasaban desapercibidas. Desde entonces me convertí en una incondicional de su cine y creo, que no han sido pocas las veces, que he predicado sobre su obra, sobre su existencia. Me gusta su cine, la manera en que creo que ve la vida, porque sólo entendiéndola de un modo muy concreto se pueden crear historias como las que nos ofrece.
Entre mis favoritas "Ficción".




Corría el año 2006 cuando, por primera vez, vi la película “Ficción”. Me senté en la sala de un cine cualquiera. No tenía ninguna otra intención que no fuera pasar la tarde. Sin más. Apenas conocía nada de Cesc Gay, Krampac todo lo más. La elección, de entre la cartelera, fue sencilla, todo me sobraba y la necesidad de desconectar sin aspavientos, sin complicaciones,  me sentó frente a ella.


El error fue de bulto, me equivoqué. Nada más comenzar me sentí atrapada en esta historia, sin historia. Puede que al principio, solo al principio, fuera porque la banda sonora es estupenda y escuchar a Nick Cave en una de las canciones que más consiguen emocionarme (Are you the one –I’ve been waiting for-), me dejara con el corazón en carne viva, o puede que fuera, precisamente, porque todo empezó transcurriendo con una normalidad absoluta y lo que veía podía ser parte de mí misma y no me lo podía creer.

La trama es sencilla. Alex y Mónica, un director de cine y una violinista, un hombre y una mujer, dos personas frente a frente, y nada a su espalda. Un amor concentrado en diez días. Un paréntesis en su vida durante el que se encuentran y su anodina existencia cobra de nuevo sentido. Encontrarse frente aquel que, alejado de contingencias, forma parte de uno mismo, de su existencia, y da con él en un universo lleno de sobresaltos. Dos adultos, dos vidas que en la mitad de su camino, con la existencia ordenada y organizada, se enamoran inesperadamente, sin quererlo o, tal vez, queriéndolo, incluso necesitándolo. Pero el amor cuando llega tarde sirve de poco, por eso ese amor necesitado, reconocido, quedará allí donde nació, aunque ya nada volverá a ser lo mismo.


 

"Ficción" es la cotidianidad trasladada al cine de un modo magistral. Estamos acostumbrados a ver grandes producciones cinematográficas que necesitan de un enorme despliegue de medios para no decir nada y enmascarar esa vacuidad. Sin embargo, en esta película lo que no existen, precisamente, son artificios.  La vida y nada más.

Con los gestos menudos de los protagonistas, sus miradas cruzadas (que configuran, en gran medida, el contenido de esta película), Gay consigue transportarnos a un mundo de sensaciones y de estados de ánimo, donde los silencios son casi más importantes que las palabras.

“Ficción” es una historia de amor, triste (como todos los amores que llegan demasiado tarde, o demasiado pronto), pero amor a fin de cuentas. Una historia verosímil, usual, que habla de sentimientos, de gente corriente. Pero esta aparente normalidad no oculta la complejidad que encierra.


Una historia que podría ser la tuya, la mía o la de cualquiera. 


 




viernes, 14 de diciembre de 2012

INSTANTES




El día que le conté que llevaba media vida escribiendo en cuadernos, en papeles rebuscados en el fondo de mi bolso, en las cajetillas de tabaco, e incluso en los bonos del autobús, no le sorprendió demasiado. Él llevaba toda su vida haciendo lo mismo. Pero el día que tropezó en la red con que la mitad de las cosas de alguna vez habíamos hablado, o incluso imaginado, cosas que por el impulso de la presión ejercida sobre el teclado ascendían al ciberespacio sin que él lo supiera, se asombró. Preguntó con mirada escéptica: ¿Y tú, por qué escribes un blog?


Pude contestarle, mientras me quemaba la lengua con un café basto y tremendo, que lo hacía solamente porque tengo un ego desmedido. Pero decirle eso sería una gran mentira, no por el tema del tamaño de mi ego, que puede que, en algunos momentos, esté completamente desbordado y por eso me resulta incomprensible la pérdida de amores, sino porque el único motivo real que tengo para hacerlo es porque me ayuda a sobrellevar mi vida, a entenderla, a disfrazarla como quiero, a convertirme en funambulista de mi propia existencia.


Apagó el cigarrillo ahogándolo en su taza aún llena. Jugó a los malabares con el encendedor, girándolo entre sus dedos amarillentos por la nicotina y sentenció con un “That’s fine”, mientras me miraba sin borrar de su cara una sonrisa socarrona que, en ocasiones, me molesta tanto como  una china en el zapato.

Encendió un segundo cigarrillo, aspiro con calma y sacando del bolsillo de su chaqueta un minúsculo cuaderno, anotó algo a lo que no pude evitar echar un ojo mientras fue al baño. Cuando volvió, el cuaderno continuaba donde lo había dejado, sobre la mesa, cerrado y con la goma sujetando las tapas. Pero algo me delató, puede que fuera que intenté despistar leyendo el prospecto de una caja de ibuprofeno que, sin darme cuenta, sostenía al revés; o puede que fuera porque en el dedo índice lucía una pequeña mancha de tinta roja que no tenía cuando él se fue. Cogió el cuaderno, se lo guardó en el bolsillo de nuevo y, sin más, dijo aquello de "hoy pagas tú", mientras me leía las primeras frases de su próxima novela.


Su predicción escrita en rojo se ha cumplido: acabo  de contarlo, aunque me he resistido durante semanas para no darle la razón que siempre tiene.

Pero es que esto es así y él lo sabe. No hay más.



lunes, 3 de diciembre de 2012

I LOVE YOU, BUT NOT SO MUCH



Camino por la acera montaña de la Avenida Diagonal, a la altura del antiguo cine Boliche, una botella de refresco de cola medio envuelta en un feo papel de estraza, llama mi atención. Hasta hace unos minutos, pensaba que sólo las botellas de vino malo, las que se beben en una esquina ceñido por la mugre, se envolvían así, pero debe ser que el espíritu indigente nos ha invadido ya del todo y hasta los botellines de refresco van vestidos de miseria.

Decía Enrique Vila-Matas, no hace demasiado, que le costaba reconocer este lado de la ciudad, y no es por darle la razón sin más, que hablado de “Él” podría dársela con los ojos cerrados pero, en este caso, es cierto como que cada día se pone el sol, que empieza desdibujarse la silueta del lugar en el que nací.

Vuelvo sobre mis pasos hasta la misma puerta del antiguo Boliche y estoy tentada de darle un puntapié al botellín pero, como el mundo anda vuelto como un calcetín, puede que ese botellín sea una nueva forma de “lámpara mágica” del siglo XXI, y estampándole una patada sin conmiseración alguna, además de estropearme la puntera del zapato, sirva para que todos los malos aires que nos recorren se consoliden y atrincheren a este lado de la civilización. Así que cojo el botellín y lo deposito en la papelera como si de esa manera  la mala suerte se alejara por un tiempo.  

Sigo caminando y de un modo un tanto sin sentido, pienso que tengo unas ganas terribles de ir al cine, de ver la última de Cesc Gay. 
Últimamente hago unas asociaciones de ideas un tanto extrañas: un botellín, el cine Boliche y las necesidades más íntimas y personales de no quedarme hueca. Pero puede que tampoco sea tan raro porque, al final, para la que suscribe, Cesc Gay es al cine, lo que Vila-Matas a la literatura. Ambos dos me hacen la vida más amable  en lo cotidiano, lo rutinario, con el modo excepcional en que los dos son capaces de hablar de lo que a todos, o a casi todos nos pasa.

Lo pienso en un momento, mientras me alejo de la papelera. Así de simple es mi universo particular en el que no todo, ni todos, caben.

Puede que, a partir de mañana, me dedique a mirar por los portales, está claro que las reliquias más inverosímiles me alegran el día y el miércoles, como consecuencia de lo anterior, que nadie me busque, me iré a pasar la noche en compañía de Cesc Gay que estrena película, ya saben, y por si no lo saben, pues yo se lo digo: "Una pistola en cada mano".