¿Sabes que me enseñaste durante todo este tiempo?
Que nunca hay que pedir nada a cambio.
¿Y tú, qué aprendiste de mí?
Truman
No cuesta imaginarte aquí, cercano, hablando de lo que
hablan los que tienen una vida por delante y otra a las espaldas que los doblega,
a veces sí y a veces también. No cuesta imaginarte porque no fueron pocas las veces en las que la realidad nos llevó a horas vagas en las que vencíamos el sueño entre ideas raras y tazas medio llenas. Desvelos de carne y corazones descalabrados que se encuentran y que se confunden entre la maraña que siempre acompaña a la inmediatez de lo que se desborda.
No hay
noches suficientes que desvelen tanto misterio, ni días en
los que la cabeza no duela de buscar el origen de esa necesidad
definitiva. Y al final, algo se rompe, algo que roba los espejismos y los convierte en humo.
Nada queda entre las manos, ni
entre los muslos, ni entre las pocas razones de experiencias pasadas. El tiempo, la nada, el todo, y tu piel que se desdibuja a cada minuto que pasa.
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