domingo, 29 de noviembre de 2020

FICCIÓN

 


“Llevo un par de años que ojalá los pudiera devolver".

Una pistola en cada mano -Cesc Gay



Hay canciones que cuando llegan se quedan y se convierten en favoritas. Una especie de botiquín de mano pronta que igual curan, que desmantelan de arriba abajo. Canciones para las que no pasa el tiempo y que se mantienen aunque se vayan incorporando otras. Todas van sumando y pocas causan baja. La música, algo que no tengo claro si es un invento, un descubrimiento, es fundamental. Pocas cosas se explican sin "ese" ruido excepcional que va haciendo poso y que, aunque de ahí no pueda nacer una margarita, al final, termina por explicar cosas de uno mismo por mucho que las letras, los sonidos se encuentren a años luz de nosotros mismos. Por eso somos capaces de emocionarnos con canciones que no entendemos en absoluto, con sonidos que nos son extraños y difíciles de comprender. La música también define y el repertorio va envejeciendo a la vez que lo hace uno mismo. Busco entre las listas de reproducción de Spotify y ahora, suena “Are you the one” de Nick Cave.  Cierro los ojos en un gesto un tanto ridículo, aunque nadie lo ve, y me viene a la cabeza aquello de que la vida es eso que pasa mientras escuchas, en bucle, las mismas canciones de siempre. Un frase de chiste improvisado, absurda como medianamente cierta. Fuera sigue lloviendo. Existen instantes que se construyen sobre una ficción que se sostiene por el hilo de los acordes compartidos que desaparecen cuando se hace el silencio.


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