No me gustan los alemanes. Puede que sea una manía inducida por el tópico de que estos hijos de frankfurt o de bratswurd, (según el tamaño que tenga el germano en cuestión), han andado por la historia de la humanidad con una altivez y soberbia que nos ha mostrado la cara más amarga y sucia del ser humano, amén de calzar sandalias con calcetines deportivos, algo que atenta contra el buen gusto que cualquier ser racional pueda tener, salvo que sea alemán. Así que no me gustan los alemanes aunque no puedo evitar sentir cierta predilección por las kartoffelsalat. ¡Qué le vamos a hacer! Una no siempre es perfecta.
Hace un sol resplandeciente y como no puede ser de otra manera, tras semanas de lluvias y niebla, el gentío que puebla las ciento una mil oficinas que han invadido el Paseo de Gracia y los aledaños, ha tomado al asalto las terrazas de tan emblemáticas y flamantes calles para acolchar el estómago en el impás que existe entre ese momento estelar de la humanidad en el que uno llega a la oficina, enciende el ordenador y se dedica a simular que trabaja mientras se pasa el día colgado de las redes sociales, y ese otro momento, no menos es estelar, en el que uno se despide de las redes sociales, cierra el ordenador y se va a su casa.
Alguien se podrá preguntar qué es lo que pasa por mi cabeza cuando, en dos párrafos peor que mejor escritos y sin solución de continuidad, me refiero a los condiscípulos de la Merkel, a la calle más hit de la ciudad y los estómagos desagradecidos en que nos hemos transformado por obra y gracia de la crisis.
Pues, sinceramente, no pasa absolutamente nada. Es sólo que son las seis de la tarde, que no hay ganas de dar un palo al agua, no me apetece nada entrar a vagabundear por las redes sociales, al menos en estas horas, y aún me ruge el estómago por la micro-ensalada de patata que me he agenciado a mediodía, mientras apuraba los últimos rayos de sol que se colaban por la esquina de esa calle adyacente a la vía más gaudiniana de la ciudad, y discutía con mi compañero sobre las bondades de poner coridoras en el acuario junto con algunas tortuguitas galápagos.
Son cosas que pasan.
Yo sólo te podría hablar e !!!!ale!!! !!!ale!!!, !!!alemaninas!!!.
ResponderEliminar(Alemanina= gesto incruento de agitación, sentado en silla, cama u otro soporte, o delante de la parienta. Con objeto de calmar la líbido.)
Por otro lado te comento, que las alemanas saben muy mal, pero tienen un aquello genial.
Perdona, por la parafrasis esquizo.
Un abrazo.
Tranquilo, ya sabes que aquí tienes bula. Bss
ResponderEliminarMe temo que no estoy de acuerdo con casi nada de lo que dice usted de los pobres alemanes querida. Únicamente con el pésimo gusto de combinar calcetines y sandalias pero en general me parecen más bien gente "programable" que altiva y bien que lo han tenido que pagar. Respecto a lo demás qué le voy a decir, quién no ha tenido momentos de ese tipo alguna que otra vez con particular incidencia los días soleados.
ResponderEliminarUn beso y que disfrute usted de la primavera. Por cierto, aproveche usted para felicitarme que hoy cumplo primaveras cincuenta.
Vaya!!! pues eso es genial, no me refiero a lo de disentir, sino a lo de que hoy sea su cumpleaños y una pueda felicitarle. Muchas felicidades y un besazo enorme por esos 50. Le dejo ciber-regalo
ResponderEliminarSi no tiene spotify , baje al siguiente enlace:
http://open.spotify.com/track/70SAYdkNmY1Jy2LTPkZ2le
http://youtu.be/k4SLSlSmW74