Ahora comprendo el alcance simbólico del título de mi novela
Cambio de guardia. Cambié de guardia para caer K.O.
Julio Ramón Ribeyro. La tentación del fracaso
Levanto el domingo con un esfuerzo titánico, como el que hacen los cables que
tensan y equilibran el puente, esperando que fluya de una manera en que las
renuncias sean las menos posibles. Por eso, si la vida lo permite, anoto cuatro
renglones para no olvidar que más allá de la rutina, existe algo distinto que
no puedo tocar pero que intuyo y que casi huelo. Algo que a veces pierdo
incluso cuando no tengo.
Pero llega el domingo y las aceras se transforman en
pequeños bulevares por los que caminar sin prisa, buscando el alivio,
convirtiéndonos en algo singular que intenta esquivar la remota posibilidad de
que en la próxima esquina aparezca, sin dar tregua, la sensación de fracaso a
la que permanentemente nos encontramos expuestos. La flagrante sensación de
colgar de un hilo del que pende una historia y que nunca se quiebra.
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