Los dos Dronestagrams, el optimista y el melancólico, se suman a nuestro archivo cada veza mayor de paisajes posibles.
Teju Cole, Cosas conocidas extrañas
Cuando uno sufre una desgracia importante empieza a dar
marcha atrás, intentando volver y
analizar, aunque sea someramente, por todos los hechos que se fueron sucediendo
a lo largo del camino que llevó al desastre y empieza a formularse preguntas
que pocas veces tienen respuesta. ¿Por qué atendí el teléfono? ¿Por qué fui
hasta allí? ¿No me apetecía nada y sin embargo fui? ¿Por qué tuve que decir
aquello? ¿Cómo es posible que no me diera cuenta lo que estaba sufriendo? ¿Por
qué no guardé la lejía en el armario del patio? Intentamos retroceder a lo
largo de todas las decisiones que fuimos tomando momentos antes, sin darnos
cuenta que casi todas ellas fueron procesos automáticos a los que no atribuimos
consecuencia alguna porque todo era inocente, cotidiano, casi normal. La
creencia de la responsabilidad se transforma en culpa casi siempre de una
manera engañosa. Porque uno puede ser responsable directo de sus actos pero, en
ocasiones, no de las consecuencias que
entrañan, quizá porque no eran para nada previsibles o jamás se nos pasaron por
la cabeza. El azar o incluso el actuar de
otro, voluntaria o involuntariamente, van acompañándonos, a veces de una manera
invisible, en todo el proceso que
termina en una debacle de la que remontar a veces se torna imposible. La vida nos
pone a prueba con la misma dureza que tiene una veta de corindón y la culpa,a la que invitamos porque no
sabemos hacerlo de otra manera, dinamita la posibilidad, al menos durante un
tiempo, de resituarse en una vida que a todas luces será distinta. La culpa y
la responsabilidad no siempre son la cara de una misma moneda y el azar, cuando
la desgracia se presenta frente a la puerta, tiene más peso del que uno está
dispuesto a darle. Pero saber eso no alivia absolutamente nada.
Para lo único que vale preguntarse que hubiera pasado si hubiéramos hecho otra acción dentro de dos posibilidades diferentes, es generar conflictos no recomendables. Los antiguos griegos no definían todos los colores, por ejemplo el azul no definido no existía, aunque era observado. La segunda opción nunca existirá, no la has vivido.
ResponderEliminarNo sabía lo de los colores y los griegos pero es verdad que no todo lo que se ve tiene un nombre, ni a veces lo podemos definir.
Eliminar