...La tarde se moría y en el viento
la seda de tu voz era un piano,
y la condescendencia de tu mano
era apenas un suave desaliento...
la seda de tu voz era un piano,
y la condescendencia de tu mano
era apenas un suave desaliento...
Horacio Quiroga
Necesidad de salir a respirar y de que nadie te mire la solapa sabiendo que en su penitencia llevan la tuya. Necesidad de no escuchar a nadie, de que el aire recorra el río y no tenga que llevarse nada de nadie. Necesidad de caminar dejando que la mirada se pierda en cualquier cosa, olvidando recorridos tozudos, cabezas obtusas y pensamientos reiterados. Necesidad de sonreír, de reír en voz alta sin mirar a nadie. Necesidad de volver al punto en que zurciste parte de tu vida, dejando la costura al aire al entregar lo que no tenías, lo que no podías. Necesidad de reconocer que la vida tiene un sentido, sin rubor, sin ambages, como el mismo Guadalquivir.
Dicen que para los ojos es bueno mirar a lo lejos.
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