domingo, 3 de noviembre de 2019

HACERSE UN TINDER

"Cariño, ¿tú te has hecho un dedo últimamente?"
Paquita Salas




Mi amiga Clara, 46 años, divorciada, dos hijas preadolescentes y una cuenta de Tinder. Hasta ahí todo bien o, por si acaso, medianamente bien. Una noche de tantas, después de dejar a las criaturas con su padre, concertó una cita con el tipo que llevaba una semana escribiéndose guarradas que la mantenían en un estado de excitación permanente. Quedaron en un hotel a medio camino, se vieron, follaron, y el tipo aquel, tan guarro y tan encantador a la misma vez, desapareció a igual velocidad que ella esperaba que volara de la habitación de hotel que había pagado. Nada nuevo bajo el sol, sino fuera porque a la siguiente semana, mi amiga Clara, alegre y bien follada, tuvo a bien enviar un mensaje de voz, alegre, guarro,  y sincero como ninguno, a aquel tipo, que a la caída de la espalda llevaba tatuado un ancla, no fuera a ser que aquella noche quincenal quedara en el olvido. 
Pero mi Clara, mi amiga Clara, no contaba con que aquel marinero de aguas tan dulces como la miel, atracara en diferentes puertos, el primero de todos, en su casa, y que su esposa, tan entregada a la rapsodia erótica como lo había sido ella, le devolviera la cortesía con una fotografía haciéndole una peineta y un mensaje de voz cagándose en su estampa y en los cien condones que la empujan.

Esta historia tan real como corriente, no tiene nada de especial. Solo que mi amiga Clara, a ratos casi tan liberada como aquellas “Sombras de Grey”, hoy lava calcetines y  bragas de preadolescentes mientras le da a la botella un poco, y nos remite mensajes de WhatsApp loando las bondades de la autosatisfacción analógica y la abstinencia en diazepames. Y es que este fin de semana, quince amaneceres después de aquellas sombras sin igual, las niñas están con su padre y ella, doblada por la lumbalgia y la falta de apetito sexual, anda doliente por casa sin consuelo, ni relajantes musculares, porque la esposa de aquel tipo, tan encantador como guarro, es la farmacéutica de la esquina.



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