I.- Que los periodistas muchas veces se inventan cosas, no es algo que se pueda refutar fácilmente, bien al contrario. No hay día que no se manipule información y noticias con tal de arrimar el ascua a su sardina. Nada nuevo bajo el sol, solo que, en estos momentos, lo que debería ser una excepción a un deber general de información veraz, se ha convertido en lo habitual, lo que no deja de ser algo tremendo si tenemos en cuenta que, en la era de la información, la desinformación gana por goleada. Si a esta gran deficiencia (que no es más que una absoluta dejación del deber ético del periodismo), se le unen las pocas ganas y la escasa posibilidad que a veces tiene el ciudadano de contrastar lo que se le lanza desde los medios, la manipulación se consolida y convierte a los ciudadanos en un rebaño, más que en una sociedad pensante y con criterio. Lo vivimos a diario. Casi nada de lo que sucede en el mundo encuentra una explicación clara y, mucho menos, una explicación veraz. En la era de la polarización universal todos nos hemos convertido en geopolíticos, estrategas, analistas financieros y conocedores de los sistemas legales por muy remotos y lejanos que sean. No importa. El papel, y quien dice el papel, dice la red, lo aguanta todo, al menos durante un tiempo y mientras haya alguien que esté dispuesto a tragar cualquier cosa. Ahí lo dejo.
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III.- A veces hay que dejar correr para poder nadar. Yo lo sé, tú lo sabes. Por eso, hoy eres mejor que ayer.
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IV.- Tuve un sueño un tanto extraño,
pero bastante placentero. Recuerdo el sabor de su boca, el calor de su aliento
y el roce extremo de sus manos. Pero, ¡Hay que joderse! El personaje en
cuestión se coló por el inodoro en cuanto hice el primer pis de la mañana,
medio dormida y con un palpitar aún hermoso entre las piernas. ¡Bye, bye!, le dije,
al tirar de la cadena.
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V.- Recomendar hasta reventar: Tahir Hamut Izgil y su "Vendrán a detenerme a media noche". Y de ahí, en adelante, lo que quieras y más. Algo así como:
"Que haya un ángel dirigiéndose a desayunar.
Que haya un paquete azul en su mano.
Que me envíe el paquete expreso.
De él que hable. El pájaro emerge
y me dice: “Aquí estoy”.
Que el ángel regrese a casa
para trenzar una mecha de algodón para su lámpara de aceite".
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