domingo, 25 de mayo de 2025

CERO POR CIENTO

 


No hace tanto tiempo mi vida no era esta, era otra. Los días pasaban sin grandes pesos. Fotografiaba, leía, preparaba unas cenas estupendas durante las que bebíamos vino y nos tapábamos con mantas que tejía en las horas muertas mientras esperábamos al amanecer. Las horas eran insignificantes porque, una tras otra, nos mantenían en una ensoñación permanente, que rozaba la enajenación. No teníamos nada, pero no importaba. Si algo iba mal, hacíamos como que no existía y durante un tiempo, realmente, dejaba de existir.

Pero en algún momento se jodió todo aquello y tuve una hija. Ahora vive conmigo, solo conmigo, porque la vida de aficionada a la nada y el ensimismamiento suicida se fueron al garete cuando ya no era solo yo, ni siquiera él, sino la boquita diminuta que se abrían de forma incesante y nos absorbían hasta dejarnos extenuados.

Ya no tenemos nada que decir. El delirio gira al compás del tambor de la lavadora y del silencio.




miércoles, 21 de mayo de 2025

EL SECRETO DEL LADRILLO

 



Parón obligado. Paso por el taller de chapa y pintura, porque no hacerlo no era una opción. Así que más vale poner al tiempo buena cara y aprovechar este tiempo regalado que, entre modorra y modorra, da para ver algunas películas a modo de comprimido facilitador de la anestesia mental.  Y en esta deriva diletante y dolorida, una primaveral tarde de mayo, se me ocurre, empezar a ver “El secreto del orfebre”. Me duermo pronto, muy pronto, cuando el orfebre anda de jovenzuelo por un pueblo de no sé donde, y me despierto cuando el tipo, aún no sé cómo, ha dado un salto en el tiempo, y ya no sé si es su padre, su tío o el primo el que se perdió entre las viñas de una campiña monísima. Me duermo otra vez, y no de manera intencionada. Me despierto de nuevo, no sé cuanto tiempo después, pero la película ya ha terminado e ignoro si el tipo que viaja por el tiempo se reencuentra con la madurita a la que pretendía cuando era joven, y que lo llevaba a maltraer. La película es un ladrillo monumental que me ha dejado noqueada. Pero no hay mal que por bien no venga y  no hay que desdeñar una de las bondades a las que se puede extraer de infumable ladrillo que protagonizan Mario Casas y Michelle Jenner. La película es, en sí misma, una eficaz adormidera que nada tiene que envidiar a la melatonina en cápsulas o a la más potente de las valerianas.




martes, 13 de mayo de 2025

LLUEVE


 

No sé si alguna vez llegamos a hablar de lo que implicaba reconocer que lo que hasta entonces habíamos creído era una vida de complicación, en realidad, no era más que un ensayo sobre lo que vendría después. Ayer nos volvimos a ver, y tu complicación, tan similar a la mía, se refleja en ese cabello que,  ahora ya, es de un plata indefinido. Tan indefinido como la distancia que siempre mantuvimos a modo de frontera. No eres un secreto; al revés ocurre lo mismo. No soy un secreto Nos despedimos con un gesto de la cabeza, tú a lo tuyo, yo a lo mío. Y en mitad de ese desierto que es la complicación, una gota de humedad nos devuelve la vida.

Me viene a la boca un «joder» que no quiero. Un «joder» que me deja exhausta porque lo empujo hacia dentro, hacia al fondo, hasta lo más hondo de mí, esperando que se disuelva, aunque lo más probable es que salga en forma de un horrible ardor de estómago, que lo haga más obstinado, más presente y mucho más traicionero.

Y te veo de nuevo, en un reflejo extraño que me recuerda lo efímero que es todo y que no hay antiácidos suficientes para soportar que un día complicado es un nubarrón inmenso que se clava en la boca del estómago hasta hacerte desfallecer.