domingo, 25 de mayo de 2025

CERO POR CIENTO

 


No hace tanto tiempo mi vida no era esta, era otra. Los días pasaban sin grandes pesos. Fotografiaba, leía, preparaba unas cenas estupendas durante las que bebíamos vino y nos tapábamos con mantas que tejía en las horas muertas mientras esperábamos al amanecer. Las horas eran insignificantes porque, una tras otra, nos mantenían en una ensoñación permanente, que rozaba la enajenación. No teníamos nada, pero no importaba. Si algo iba mal, hacíamos como que no existía y durante un tiempo, realmente, dejaba de existir.

Pero en algún momento se jodió todo aquello y tuve una hija. Ahora vive conmigo, solo conmigo, porque la vida de aficionada a la nada y el ensimismamiento suicida se fueron al garete cuando ya no era solo yo, ni siquiera él, sino la boquita diminuta que se abrían de forma incesante y nos absorbían hasta dejarnos extenuados.

Ya no tenemos nada que decir. El delirio gira al compás del tambor de la lavadora y del silencio.




No hay comentarios:

Publicar un comentario