domingo, 12 de octubre de 2025

GOODBYE ANNIE

 


Hoy lloramos que se nos ha muerto Annie Hall. Lloramos porque con ella, con Diane Keaton, se nos va parte importe de lo que en algun momento de nuestra vida quisimos ser. Porque ¿Quién no quiso ser Annie Hall? ¿Quién no quiso ser aquella imagen de mujer inteligente, atractiva y estravagante en la que siempre nos hizo pensar Diane Keaton. Somos lo que somos, producto de las cosas que vemos, de las cosas que pensamos, de las cosas que sentimos, de las que vivimos y de las que aparcamos; de las que nos inspiran y de las que nos derrotan. 
Yo quise ser como Annie Hall. Y quise que Alvy Singer, el mío, me llevara a ver "La tristeza y la piedad" y que, entre bostezo y bostezo, me invitara a su casa y me pidiera que le cociera una langosta mientras, muertos de la risa, buscabamos una cinta de VHS con la que enterrar una tarde de otoño lluviosa, lejos de Central Park, pero tan cerca de lo que entonces era un cielo infinito que, años después, cuando ya solo quedaran las cenizas de todo aquello, aquel que también lo quiso ser como Alvy, se acordara de mí como de aquella  mujer que un día, entre cintas de video y radiocasettes, con una camiseta enorme y fea a rabiar, le prometió que algun día, si la vida no los abandonaba antes, devorarían un bocadillo de pastrami mientras se dejaban la suela del zapato cruzando el puente de Brooklyn.

Hasta siempre Annie Hall. Hasta siempre Diane Keaton.


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