jueves, 2 de enero de 2025

¡OH, OH!


 

Me dijeron que no sabía cuando iba a llegar, que todo viene por carretera y que, con el tema de la huelga de transporte, la guerra de Ucrania y todas esas cosas incontestables que pasan, es difícil saber cuándo algo llegará a su destino. No es consuelo. La guerra de Ucrania, olvidada ya, va camino de los tres años y aquí no hay muerto que haga temblar la conciencia de aquel que le puede poner fin. Negra noche, blanca noche.  

Reviso el correo electrónico con demasiada frecuencia y cuando paso frente a  la estafeta de Correos, miro de reojo, haciendo ver que no quiero ver, como si eso sirviera de acelerador de deseos. A estas alturas, ni ha llegado y que empiezo a pensar que ni llegará. C’est la vie, mon cheri, me digo mientras doy por perdidos los euros que aboné.

Mis pies levantan las hojas de los almeces que se han desnudado demasiado tarde. Se me llena la nariz de un polvo que me hace estornudar sin parar. Horas después, sigo intentando que el malestar me deje vivir, pero no. Ya no hay primaveras ni otoños de verdad, pero quedaron ancladas en el invierno y en el propio verano las malditas alergias que solían acompañarlos. Una penitencia como otra cualquiera, como la del paso del tiempo, que nunca es exacto, pese a que la métrica intente engañarnos y nos vendan que cada cierto tiempo empezamos de nuevo.

Y en el engaño global del año nuevo, quiero colocar el reloj a cero; maldecir todos esos incontestables que arrasan con cualquier cosa; encerrarme en casa una semana, o más; olvidarme del correo electrónico, y dejar de sonarme la nariz ya desollada, mientras lloro la desaparición, ahora ya para siempre, de un paquete que tenía que llegar a casa por Navidad, como el turrón.


martes, 24 de diciembre de 2024

FELIZ NAVIDAD


 

Empiezo la Navidad con una lista de propósitos. El primero, adelantar unos días, apenas una semana, esos listados de buenas intenciones que queremos para el próximo año. El segundo, reconocer que listar las cosas es un vicio que no sirve para nada, pero que no hace daño a nadie. El tercero, descolgar más el teléfono y dejar de hacerme la muerta. El cuarto, comer más sano y hacer ejercicios de fuerza. El quinto, dejar de insistir en pretender comer más sano y hacer más ejercicios de fuerza. Tengo muchos más propósitos, casi todos confesables y un par, tal vez tres, que no hay por donde cogerlos.

Pero es Navidad, por tanto, toca mensaje. de paz y amor, así que aquí lo dejo: Quered mucho y dejad que os quieran


Feliz Navidad.


martes, 10 de diciembre de 2024

¿HOLA?

 



Dices que no te da la vida, que tantos frentes abiertos van a acabar contigo. Que no recuerda cuándo fue la última vez que comiste en lugar de deglutir como un pavo, que te permitiste sentarte lejos de todos para mirar a la nada y tararear hacia dentro esa canción espantosa que tanto te encanta, que pudiste ir a la peluquería sin mirar el reloj. Que no recuerdas cuándo fue la última vez que no tuviste prisa y que tu presencia era un regalo y no una obligación no siempre bien recibida. Y lo puedes decir, una y mil veces, porque aunque no te dé la vida y la única sal que pruebes sean la de los lagrimones que se te escapan cuando te encierras en el baño porque no puedes más, la vida, esa con la que no puedes, te arrea una patada en todo el trasero y te recuerda que de aquí no se apea nadie y que hay que seguir. Que a la vida se viene llorado, aunque a veces creas que no, sobre todo porque no hay pañuelo que soporte tu queja y ese mar en el que te deshaces a veces sí y a veces también. Así que, tira, es la vida la que gana, aunque no te dé para nada.


sábado, 23 de noviembre de 2024

EL SPINNING



Esas cosas que sabes que son así y que por algún motivo, que es posible que tenga que ver con la incapacidad de razonar sin perderse en circunloquios, no sabes cómo expresar.

En La Novia grulla de CJ Hauser, se recogen algunas de estas cosas. Como que la vida adulta necesita de los libros infantiles, como el de El conejo de terciopelo que te recuerden lo esencial.

Hacerse mayor no es solo tener hipertensión, canas y el pecho caído. Hacerse mayor es reconocer que no siempre lo sabemos todos y que querer de verdad, como el spinning, cuesta un huevo.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Y COMED YOGUR

 


En situaciones catastróficas afloran las buenas y las malas personas. Están los que no dudan en arrimar el hombro, dar lo que pueden incluso lo poco que tienen, prestar ayuda, incluso cuando la ayuda solo pueda ser prestar un hombro en le que apoyarse y llorar. Por otro lado, están los que pretenden sacar rédito de la desgracia de los demás y enriquecerse de un modo casi siempre altanero y vomitivo. Las inundaciones de Valencia nos están dando ejemplo de las dos posturas. Pero será que tengo el ánimo afectado por el tiempo y el penoso espectáculo que los políticos nos están dando en estos días tan tristes como necesitados de cordura, cooperación y empatía. Nada de todo eso lo encontramos más allá de los vecinos y de los voluntarios que queman sus fuerzas por ayudar a los demás. El resto, la morralla de los que pueblan las instituciones con sueldos de cinco cifras en adelante y la clac que les aplauden, son una muestra de la inmoralidad y la malaventura de una sociedad cada vez más enferma y pagada de sí misma.

Quiero quedarme con los dos chavales, los mejores amigos, que entre fango nos recuerdan que debemos estar por nuestra gente, por nuestros mayores y que no debemos rendirnos nunca. En ellos está la esperanza. En chavales que nos recuerdan lo fundamental. Cuidarnos unos a otros y, sobre todo, no rendirnos. Por estos chavales, a los que les debo el rebrote de cierta ilusión, hoy cenaré yogur y pensaré en que, mucho más cerca de lo que creemos, hay alguien a quien podemos echarle una mano y que caminando aún entre barro hay dos chavales maravillosos a los que les debemos mucho más de lo que creemos. Ellos son una lección, ellos son el futuro.