
El brazo extendido. La mano muerta revuelve el vacío. Busco a ciegas a sabiendas de que no hay nada que encontrar. Pero prefiero el engaño momentáneo para encontrar el consuelo del iluso que apenas dura lo que los ojos descansan de una vida que me agota con tu ausencia. El silencio es denso y la nada cada vez más absoluta. Cerrar la mano y esconder entre los dedos los restos del desaliento.
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