sábado, 3 de noviembre de 2018

CONVALECIENTE

 

-Soy muy feliz, Dev, ¿por qué no me dejas ser feliz?
-Nadie te lo impide.
-¿Por qué no le das a ese cerebro de policía un descanso? Cada vez que te miro veo en tus ojos "Estafador una vez, estafador para siempre". Vamos, puedes coger mi mano, no te haré chantaje por eso. ¿Asustado?
-Siempre me han asustado las mujeres, pero lo supero.
-Y ahora tienes miedo de ti mismo. Tienes miedo de enamorarte de mi.
-No sería difícil.
-Ten cuidado, ten cuidado.
-Te gusta burlarte de mí, ¿no?
-No, Dev. Me río de mi misma. Intento ser una niña buena y mimada, con el corazón lleno de flores y mariposas.
-Bonito sueño.
Notorius - Alfred Hitchcock







Cuenta las veces que ha suena el teléfono. Una vez más y saltará el buzón, y después escuchará el mensaje sin que el mensajero lo sepa. Cada vez coge menos llamadas. Dice que el contestador es la coartada perfecta para librarse de todo aquello que molesta o simplemente no interesa. Basta con excusarse con un “no lo escuche”, “lo oí tarde”, seguido de un compungido, "lo siento" más vacío que el ojo de un tuerto. No es cuestión de egoísmo, se justifica frente a  su mujer, sino de cuidarse un poco y evitar las molestas conversaciones que pocas veces llevan a nada. Hoy también ha dejado saltar el buzón, pero  en cuanto aparece el símbolo de mensaje pendiente coge el aparato sin dejar que se apague la luz. Va a pulsar la contraseña, pero primero mira a un lado y a otro, no quiere que su mujer le acuse, repitiendo el mismo sermón de siempre, que su indiferencia es fingida, que solo se hace el interesante y que un día tendrán una desgracia y se enterarán tarde y mal. Pero él tiene el discurso aprendido y sin apenas darse cuenta, en cuanto la escucha, se le escapa por la boca un ¡Qué más dará! Para cuadrarse ante las desventuras siempre hay tiempo. Sin perder de vista el final del pasillo que lleva a la cocina, pulsa la contraseña. Una decepción más, la compañía del gas quiere concertar una visita para revisar la instalación. La trascendencia de las llamadas que se esperan se muere poco a poco a fuerza de indiferencia y del bulto de lo previsible. Deja el teléfono sobre la mesilla, bloqueado pero siempre cerca. Vertical de seis letras, engreído sin fundamento para ello: I— - o - a. Hoy pondrá la mesa para cenar ante de que se lo reclame Carmen desde el otro extremo del pasillo. Habrá que cenar.






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