"I don't think I ever really liked the world until I met him".
Lucia Berlin
A nadie escapa que el tiempo
vuela y que la tecnología nos ha facilitado de una manera extraordinaria
algunas cosas, aunque haya terminado por
desvencijar algunas otras. Entre las muchas facilidades está el libro
electrónico. No es poca cosa poder llevar en el bolsillo todo lo que uno
quiera, lo lea o no. No le niego las ventajas, poco peso y mucho contenido con
el que puedes dar la vuelta al mundo sin que apenas ocupe espacio. Pero el
soporte, si creemos que los libros son algo más que contenido, también es
importante. Los libros han sido desde siempre objetos preciados. Puede que en
estos tiempos en los que es fácil obtener cualquier cosa y algunos circunscriben
sus lecturas a 140 caracteres, los
libros hayan perdido parte de la magia y el valor que comportaba, en otros
tiempos, poseer un ejemplar y que el contenido en soporte electrónico haya ganado
posición frente al libro encuadernado.
Sin embargo y pese a las
ventajas, hay algo que nunca podrá tener el libro electrónico y es que las
pantallas también tienen sus complejidades y sus carencias, y es que nunca
podrá ser dedicado a aquella persona para la que lo adquirimos. Porque aun hoy
en día hay libros que los adquirimos
para ser regalados, que nos hacemos con ellos pensando otro, en aquel que lo va
a recibir. Puede que este detalle no tenga mayor importancia en los tiempos
atropellados en los que vivimos. Pero quedamos un bueno puñado de raros que
consideramos esencial que cuando regalamos un libro, el que lo recibe sepa que
lo escogimos expresamente para él y no
para otra persona y que se lo hagamos saber mediante una dedicatoria manuscrita
que posiblemente solo él comprenda. En la elección del ejemplar su existencia fue fundamental. Quizá este
grupo de raros, de románticos poco ecológicos seamos lo que consigamos que el
libro en papel sobreviva. Pero cabe la posibilidad de que esto solo sea el desvarío
de alguien que, como yo, compra libros de viejo, libros de segunda mano, en los
que puede leer lo que algunos escribieron pensando en otros y consigan que se
me erice la piel aunque sirva para bien poco.
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