domingo, 24 de marzo de 2019

LIMPIANDO CULOS







Ayer por la tarde reapareció Pablo Iglesias ante los fieles a su partido político. Apareció y lo hizo con el aspecto desaliñado que le caracteriza y las polémicas frases de las que a menudo hace gala cuando quiere llamar la atención. Hace mucho tiempo que la política de este país deja mucho que desear y que los que se sientan en los sillones del Congreso de los Diputados dejaron de ser estadistas para convertirse en filibusteros de la vida de los otros, de los ciudadanos de a pie que esperan que aquellos que ostentan el poder legislativo y ejecutivo, se dediquen a regular de una manera eficaz y eficiente la vida pública, la vida de todos. Pero eso ya no es así. Y el día a día del panorama político se llena de frases grandilocuentes, de frases estúpidas y de ideas delirantes de manera que, aquellos a los que les pagamos el sueldo con nuestros impuestos, nos ponen en la picota del desconcierto. Ayer, en un gesto de absoluta megalomanía, de exacerbada estupidez, Pablo Iglesias dijo sentirse capaz de ser Presidente del Gobierno después de llevar tres meses limpiando los culos de sus hijos. Pero olvida Iglesias que esa actividad, que se supone que a él le ha preparado para ser presidente, no es más que la corriente de las actividades, que llevan a cabo no solo los que cuidan a sus hijos, sino también de aquellos que se ven en la obligación de cuidar de sus padres ancianos, de sus familiares ya adultos, o incluso de sus parejas. Hacer de lo corriente lo excepcional en este caso no demuestra absolutamente nada trascendente, sólo pone en evidencia a quien se cree más importante que los demás por el mero hecho de existir y hacer algo que el común de los mortales hace sin tantas alharacas.
Pero este es el panorama que tenemos y una parte importante de gente, entusiasmada por un movimiento, el del 15-M, que les llevó a seguir a un personaje a mi entender tan siniestro como Iglesias, parece querer tragar discursos que se encuentran absolutamente disociados de la vida de quien los realiza. Resulta incomprensible. 
Algo tiene que pasar porque nuestra sociedad no puede seguir en la inopia de quienes se ponen al frente pensando, no en el bien común, sino en el propio y en la alimentación de ambiciones desmedidas. En materia de egos, algunos se llevan la palma. Y muchos culos le quedan por limpiar a todos, no de bebés que a todos enternecen, sino los de nuestros mayores. Esos culos, esos pañales que nos revuelven las tripas y nos ponen frente a la dureza de la vida y la necesidad de dejar de hacer el gilipollas. Conste que Iglesias solo sirve de ejemplo porque como él, aunque de distinto color, tenemos muchos.




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