viernes, 10 de mayo de 2019

CAMPAÑA ELECTORAL, UNA VEZ MÁS





Con un metafórico toque de silbato empezó ayer noche una nueva campaña electoral. Quince días que oiremos a unos y otros atacarse para ganar una silla y sin que los ciudadanos sepamos, en realidad, que podemos esperar de esos unos y de esos otros. Porque nuestro políticos se han acostumbrado a vender humo durante en los actos electorales sin que importe demasiado lo que va a ocurrir mañana. Son promesas que saben que no van a poder cumplir y que incluso, en no pocos casos, no van a querer cumplir. Se intentan golpes de efecto cuya efectividad se transforman en volutas de humo que diluyen en el primer Pleno, o en la primera sesión en la que intervienen. Quince días en los que los de a pie pasan porque la mayoría de veces no va con ellos. Los programas electorales importan poco. Se vota por ideología y el voto útil es algo de lo que se habla pero por el que nadie arriesga. 
Nos esperan quince días de novios que nos pretenden y de los que nos dan ganas de salir corriendo. Y como colofón, para coronar los quince días de carreras hacía la nada, una jornada de reflexión, como si el resto del tiempo los ciudadanos no pensáramos y no hubiéramos sido capaces de configurar una idea sobre lo que vemos, sobre lo que tocamos y sobre lo que nos venden. Una jornada de reflexión que electoralmente no sirve para nada pero que al menos nos concede la tregua del silencio de los que durante quince días vociferan pensando más en su pan que en el del resto de sus vecinos.




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