La
detención de Josu Ternera, dirigente de ETA, sanguinario terrorista y mala
persona desde la raíz del cabello hasta la última uña del pie, va a permitir
que sea Juzgado por todos los crímenes que lleva sobre la espalda, que no sobre
la conciencia.
Porque
alguien que es capaz de terminar con la vida de otro por pensar de diferente, o
ni tan siquiera por es algo que no tiene nada que ver con la ideología sino con
la hijoputez del que tiene las entrañas podridas, del que no tiene conciencia,
ni decencia alguna. Ternera asesinó a niños con el único ánimo de matar, aterrorizar y después
se iba a su casa, o al monte, o al mismísimo infierno, a celebrarlo.
Ternera
no tiene alma, no tiene conciencia, no tiene nada, dentro de él solo existe un agujero
negro al que tira toda la basura que genera en su vida.
Hoy
la sociedad puede respirar un poco más tranquila. Pero solo un poco. Las víctimas
quedan ahí, junto a un mal irreparable, viendo como parte de la ciudadanía de
este país, políticos incluidos, blanquean una de las partes más oscuras y
siniestras de este país. Pero España es un
país con uno de los estándares democráticos más altos del mundo, pese a que una
parte de la sociedad, con unos intereses más bien siniestros, no quiera creerlo
y ataque al sistema, desde dentro del mismo, haciendo uso, precisamente, de la
libertad cuya existencia se empeñan en negar. España es un país lleno de
contradicciones. Un país en el que un asesino como Ternera formó parte de la
Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco, para gran bochorno de dicha institución.
Pero a pesar de todas estas objeciones, somos muchos los que nos alegramos de la detención del
asesino Ternera, de que sea Juzgado y, llegado el caso, condenado. Somo muchos mantenemos la esperanza de que purgue todos sus crímenes sin
importarnos en absoluto si se muere del cáncer que dice que tiene o de viejo en
un penal y que no vuelva a pisar la calle nunca más.
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