domingo, 2 de junio de 2019

VITRUVIO





Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía...

Leopoldo María Panero




Voy caminando y espero no encontrarme con nadie conocido. Vengo de recoger los resultados y aunque sé que no es una cuestión de vida o muerte, es una cuestión de mi vida, de la que quería que fuera y que, en un segundo, con una mirada casi de soslayo, se transforma en una muerte anticipada. La muerte del futuro, de mi futuro. Cargo el chelo y se me pasa por la cabeza dejarlo apoyado en la esquina de General Payet, abandonarlo en mitad del naufragio. Puede que un perro se mee y el circulo del destino quede cerrado y sellado sin más. Pero sigo cargándolo como una condena, caminando hacia Piaget. En el intercambiador, un tipo con un disfraz de Bob Esponja me aborda con mil monerías, mientras noto su mano en el interior de mi bolsa. Le dejo hacer porque ahí dentro ya no hay nada, una cartera que guarda una tarjeta caducada y el documento nacional de identidad que me toca renovar en un par de meses. Que se lleve lo que quiera. Seis euros en monedas rondan por mi bolsillo y los oigo tintinear como una provocación para un ladrón tan torpe como desafortunado. El tiempo se para y, aunque no quiero hacerlo, miro los dos círculos de fieltro roto que muestran unos ojos bañado de venas estrechadas por la heroína. 
Da un salto y desaparece buscando la atención de los que cruzan, despistados, la plaza más concurrida de todo Palet. Guardo entre mis venas el temor del veneno y la imagen de aquel tipo enloquecido, que una vez quiso emular al hombre de Vitruvio en la azotea de mi casa, que se convirtió en una caricatura ridícula de venas estrechas, y que me mandó al infierno por primera vez.




1 comentario:

  1. Siempre estamos esperando una noticia. Aunque parezca extraño.A veces, las cuestiones de la vida son la noticia.

    ResponderEliminar