jueves, 28 de octubre de 2021

LA PEZ

 



Esperé su nota como cada día. Me fui a la cocina, preparé un café y me puse a ordenar el cajón de los cubiertos. Coloqué las cucharillas de café sobre las de postre. Parecían todas iguales pero un pequeño gravado en la empuñadura las diferenciaba unas de otras.  Y las ordené en pequeñas montañas que quemaban el minutero a medida que las iba amontonando. Las pequeñas encima, las grandes debajo.  Seguí con los tenedores hasta que el orden melancólico de las pequeñas cosas se volatilizó y el tiempo muerto quedó sepultado bajo una cubertería barata de Ikea. Me acerqué al ordenador, refresqué el correo y me quedé esperando, con el pensamiento perdido en el cajón de los cubiertos, hasta que la pantalla se volvió negra.




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