domingo, 17 de octubre de 2021

VIVIR SIN MIEDO

 


En el pueblo de Samuel Paty no se atreven a poner su nombre a la escuela en la que trabajó. Alguien mintió, se divulgó la mentira y por ella fue decapitado. Algo va muy mal en Europa cuando el miedo no permite honrar a las víctimas de la barbarie y el terrorismo. La seguridad es un valor perdido. El miedo se expanda como una enfermedad y la negativa a reconocer que hay comportamientos terroríficos que no se ajustan a los estándares europeos de convivencia tan solo ayudan a blanquear comportamientos inaceptables. Puede que Europa se encuentre en entredicho, pero mientras una sola piedra de los países que la integran se mantenga en pie habrá que reivindicar la libertad, el derecho a la vida y a la integridad física como valores superiores sobre los que queremos seguir construyendo nuestros países y la vida de nuestras comunidades. Y habrá que empeñarse en señalar todo aquello que lo ataca y destacar todo aquello que suma y engrandece la idea de una Europa de civilización, derechos y cordura, pese a quien le pese. Hemos perdido la seguridad de la vida tranquila. Y aunque sentirse seguro es una aspiración legítima, no deja de ser una mera sensación que puede quebrarse en un segundo La seguridad es un concepto relativo que no depende siempre del actuar de uno.


Nos sentimos en la necesidad de poner en valor la seguridad porque tras ella esperamos vivir dentro de un marco de tranquilidad. Con ella buscamos la garantía de poder seguir funcionando de la manera esperada. Pero sin conocimiento y lealtad en el actuar del otro, no es posible la seguridad real. Cuando no hay reciprocidad, ni coincidencia en los códigos de comportamiento frente a la vida, es difícil hablar de la seguridad. Nos vemos obligados a movernos desde la cautela para elaborar, desde ahí, un nuevo modo de vida que, aun siendo más áspero, nos permita seguir siendo quienes somos, con nuestros principios, nuestros valores y nuestras propias contradicciones. Con maestros, como Paty, que sean capaces de introducir el debate en el respeto de la diferencia y que por ello no pierdan la vida, ni el respeto ni el reconocimiento de los suyos. El miedo es un mal compañero de viaje y la historia está llena de muestras.  Vivir sin miedo también tiene que hacernos diferentes.



2 comentarios:

  1. Yo no sé si el ser humano llegará alguna vez a vivir sin miedo. Y no me refiero al miedo patológico, al que surge por una noia. Buen escrito, Anita. Un placer leerte.

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  2. Yo tampoco lo sé, pero se debería poder vivir sin él. Muchas gracias Kenit.

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