Pienso en llamarle. Tengo el firme propósito de hacerlo. De hacerlo de inmediato, sin dejar pasar más tiempo. La vida es breve, me digo. Espero un poco, quiero calmarme y no quiero hacerlo en mitad de la calle. Me distraigo y oigo mal. Pero no voy a esperar más. Hoy llamaré. Llevo demasiado tiempo dejándolo para más tarde. Dudo si aun conservará el mismo número o si lo habrá cambiado. Hace mucho que no sé nada. Me tiembla la mano, me tiemblan las ganas. Igual ha muerto y yo sigo aquí, pensando en marcar su número y no carraspear si descuelga. Mientras voy dándole vueltas, llego a casa, tengo que recoger algunos papeles y volver al trabajo. A mediodía, vuelvo sobre la idea, un poco menos entusiasta que esta mañana, de llamar. Pero llega la noche y no llamo. Me aturullo, me agobio, me canso y me rindo. Sacudo la mano que se me ha dormido y ahora ya sé que hoy tampoco voy a hacerlo. El aire vuelve frío y no me queda batería.
domingo, 23 de octubre de 2022
domingo, 9 de octubre de 2022
TE LLAMARÉ JUEVES
Los
jueves se retiran los muebles y trastos viejos. Los vecinos los amontonan
frente a los portales en espera del camión del reciclado. Darse una vuelta
antes de que los retiren es una cosa bien curiosa. Las costumbres de unos y las
vergüenzas de otros quedan al aire. Los jueves son días de sofás masacrados por
gatos desalmados que dejan la tapicería para el arrastre; de restos de sillas
de las que hoy apenas queda nada que las recuerde y de trastos que dicen mucho
cuando ya no sirven para nada. Pero entre lo quebrado siempre queda posibilidad
de que alguien sea capaz de ver un tesoro.
Durante la pandemia encontré el mío
junto al contenedor del reciclado. Un arbolito que alguien había dejado a
hurtadillas, en un día que no correspondía y que yo, contra toda prudencia, me
llevé a casa. Le cambié la tierra, lo regué y dejé que el sol de una incipiente
primavera, que se nos moría a días sí y a días también, obrara el milagro de la
resurrección. Solo pedía un poco de cariño y atención, un poco como a todos
durante aquellos días. En realidad, como todos los días y desde siempre. Ayer,
jueves de nuevo, le quité unas ramitas secas. Llegó con los primeros aromas de
una primavera silenciosa y miedosa. Pero ahí sigue, sobreviviendo.