miércoles, 21 de diciembre de 2022

NOSOTROS, LOS DISFRUTONES

 


He vuelto a casa por Navidad, como el turrón. Llevo un costurón en el cuerpo digno del mejor modisto del momento. Cada punto de la cadeneta es como un canto a la alegría y la esperanza. No me puedo mover, hoy. Mañana será otra cosa. La vida es eso que va pasando, mientras te empecinas en miles de paridas que contaminan y olvidas que todo eso, lo atufante, es accesorio. Quiero creer que el dolor de hoy es la salud del mañana, que la penitencia durará lo que dura un cubito en un “whisky on the rocks”. Al final, no queda otro que apretar los dientes y seguir adelante. Los disfrutones de la vida tenemos la ventaja de ver cosas buenas en cualquier sitio. Pienso en la enorme suerte que eso supone, mientras recojo con el dedo los restos de canela que han quedado en el plato del desayuno. Miro el apósito ¡Vaya tela! Estoy en casa y eso es lo que importa. Fin de la nota. Mañana, si se puede, más.




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