domingo, 12 de febrero de 2023

CON SU MIRADA

 



Tengo sobre la mesa un libro de Zadie Smith. Unos ensayos que escribió durante el periodo en que estuvimos en pandemia. Durante aquel tiempo de crisis se escribió mucho, aunque se publicó menos. Tiempo después, cuando todo aquello empezó a parecer un mal recuerdo, aquellos libros han ido apareciendo y algunos son francamente buenos. Dicen que las crisis estimulan, no lo sé. Las últimas mías las podría describir como de apagón general. La cabeza ralentizó y arañar tiempo y ganas fue una proeza en la que he fracasé estrepitosamente. Pero por suerte, lejos de mi exigua minoría, hubo muchísima gente haciendo cosas. Zadie Smith, por ejemplo, aprovecho el encierro para volver a leer las Meditaciones de Marco Aurelio. Por aquí, unos miles de kilómetros más al sur, dábamos vueltas a la necesidad de comprar papel para el baño y sobre la cantidad de paseos que podría soportar el único perro del edificio. Por suerte, otros aprovecharon el tiempo que otros desperdiciamos de una manera clamorosa. A esta segunda clase es a la que pertenezco. En mi descargo diré que por aquel entonces me dediqué a mirar, pensar y a olvidar casi de inmediato todo aquello que por dejadez no anoté. Y. ¿Qué tendrá que ver Zadie Smith con todo esto? Pues muy poco. Solo que desde hace casi dos años (anoté la fecha en las primeras páginas), veo a diario el lomo de “Contemplaciones” sobre la mesa, aquellos ensayos escritos en horas de muerte. Y cada día, cuando lo veo sobre mi mesa de trabajo, esperando que lo coloque en la librería, me entran unas ganas feroces de llenar un jarrón con peonias y de anotar, aunque después no lo haga, los múltiples ejemplos de soberana ignorancia en la que vivimos día sí y día también. Pero yo no soy ella.


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