lunes, 24 de julio de 2023

DEL ESTADO DE MI CUESTIÓN




El país ha votado y a mí, que el sábado me dio un golpe de calor morrocotudo, me tiene desganada, desvaída, incluso un tanto indiferente. Y no es que me importe poco lo que pase a mi alrededor, no es eso. Es que con el tiempo y un par de bofetones de realidad inmediata, he aprendido que si de alguien no te puedes fiar es de los políticos. Da igual lo que salga en las urnas porque después pastelearán entre unos y otros para que aquello que la gente votó no valga para nada. Por aquí sabemos de qué va el tema. Supongo que es por eso que, entre vomitona y vomitona (que no negaré que como attrezzo de lo que vivimos, le viene al pelo), pongo la directa y paso de comentaristas, presuntos pactos y cualquier cosa que se nos escapa de las manos y que, me atrevo a decir, poco tienen que ver con el interés general y mucho más con el apego de unos cuantos a sus nóminas a cargo de un Estado en el que se ciscan día sí y día también. La relación que tiene este país con su Gobierno es enfermiza desde hace muchas legislaturas. Puede que esta extraña manera de vincularse con quien manda forme parte del hecho diferencial de los ciudadanos de este país, incluidos aquellos que se consideran extranjeros dentro del mismo. No hemos aprendido, pese a que para otras cosas parece que lo tenemos muy claro que si te mienten, te roban y te chulean lo que hay que hacer es salir corriendo del lado de ese que te tima, te engaña y te sablea sin compasión. Tampoco hemos aprendido que hay cosas que no se pueden consentir y que, a veces, incluso a los “nuestros”, los que sean, hay que decirles basta. Pero da igual, aquí nos quedamos anclados en una dicotomía que soporta mal la realidad.  Ha llegado la hora del ruido y del esperpento. Veremos actitudes y actuaciones que de democráticas tendrán poco, pese a que se diga lo contrario.  Toca replegarse a los campamentos de invierno, refugiarse en uno mismo, hacer hucha, reivindicar que a las cosas se las empiece a llamar por su nombre y que alguien, con sentido común, baje el volumen a este ruido insoportable. Yo de momento, estoy que no puedo y voy a vomitar un rato. El sol de verano a veces te deja hecho polvo.



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