lunes, 30 de junio de 2025

DÍA DE LAS REDES SOCIALES

 



El mundo cambió el día que fuimos capaces de comunicar y hablar con otras personas sin tener que tenerla delante, sin conocer nada de sus vidas y pudimos establecer vínculos de lo más variados sin mover os del salón de casa. Alguien dirá que eso ya existía, que la gente se escribía cartas con desconocidos y eso es verdad, pero lo que supuso un cambio radical en la manera en la que nos relacionamos fue la universalización del ascenso a una conexión a internet y las redes sociales que el tiempo trajo con ella. Hoy se celebra el día de las redes sociales gracias a Pete Cashmore. Y la noticia de celebración no es ni buena ni mala, es solo una de esas cosas más con las que edulcoramos los días para matizar el azul oscuro, casi negro, con los que amanecemos en este siglo XXI.

El mundo ha cambiado. A través de las redes llegamos a contenidos a los que sería dificultoso acceder de otra manera y, como no, conocemos a gente o, creemos conocerla. Las redes sociales son en sí mismas una prolongación de nuestra propia vida solo que, en ocasiones, ligeramente adulterada, pues muchas de las cosas que pasan a través de ellas se magnifican para lo bueno, pero también para lo malo. Y en esa amalgama de personas e ideologías que se mezclan en algo tan etéreo como lo es lo cibernético, cabe de todo.

Aprender a relacionarse a través de internet debería ser obligatorio en un mundo que tiene a relegar el contacto personal, las conversaciones de viva voz, en favor de mensajes, videos, fotos que construimos como queremos. Hace unos días, hablando con el adolescente que tengo usucapido, llegué a la conclusión que su mundo es muy distinto del mío. Sus necesidades comunicativas son otras. Su manera de relacionarse, su manera de mostrarse a los demás, también. Hablamos de la necesidad de hacer una sobreexposición de lo propio, sobre lo que es real y lo que es una fantasía con la que a veces preferimos convivir porque convierte nuestra existencia en otra cosa. Sobre si esos “amigos”, desconocidos en lo real, contabilizan o puntúan cero en la bolsa de valores que es la amistad. En mi opinión algunos cuentan mucho, otros no cuentan nada. En su opinión, casi lo mismo, pero no.

Acabamos la conversación, frente a frente, con el convencimiento de que estamos viviendo en momentos muy distintos, pero con la certeza de que el calor de un abrazo solo se siente cuando estás entre los brazos del otro. En esto último, sin dudarlo ni un segundo, estuvimos de acuerdo.



domingo, 22 de junio de 2025

I DON'T WANNA LOSE YOU

 



Primer domingo de verano. Llueve. Solo son cuatro gotas que convierte la tarde en un agobio asfixiante que no lo alivia ni el penetrante olor del asfalto mojado. En casa no queda café y yo no soy persona si no puedo poner la cafetera a media tarde. Salgo en busca de un badulaque porque es lo único que habrá abierto en una tarde como la de hoy. Salgo sin paraguas, pero con la música puesta. He recuperado una lista de hace mil años y suena Tina Turner. Me pongo un poco triste. Me recojo el pelo y pierdo la chancla en un tropiezo tan tonto como los son aquellos otros en los que de vez en cuando caigo y de los que me cuesta recuperarme. Cuatro gotas más y el “no quiero perderte” se va a convertir en el himno de una tarde lenta, plana en la que, si rasco ni que sea mínimamente, aún soy capaz de escucharle susurrar  un“¡Eh, estoy aquí!”, que de vez en cuando me aturde.




domingo, 15 de junio de 2025

ALGO HUELE A PODRIDO Y NO ES EN DINAMARCA


 

He puesto la radio, como todos los días. Las noticias huelen tan mal como la ideología que lo imprime todo. Hay que ser muy imbécil para creer que alguien es intocable. Y hay que ser rematadamente bobo para defender al indefendible capo de la mafia institucional. Porque la corrupción es corrupción, venga de donde venga y cuando uno está al mando no cabe excusarse en el desconocimiento, porque entonces es un inútil y un negligente o es, simplemente, un tremendo cínico mentiroso. La actualidad explica muchas decisiones adoptadas en el pasado, que juraron y perjuraron que no se iban a adoptar jamás. La mierda con mierda se paga. La ambición es poderosa y cuando se tuerce puede llevar fácilmente a la corrupción. Apenas sabemos nada. Nos esperan días de mala gloria. Aún hoy, sabiendo lo que se sabe, hay quien defiende a quien está arrasando el Estado de derecho, a quien está imponiendo un totalitarismo administrativo que convierte al ciudadano en súbdito; a quien no duda en mantenerse en el poder pese a que tiene la alfombra hecha un cisco.  La mierda es mierda, venga de quien venga y hasta que no tengamos claro no hay nada que hacer. Defender lo indefendible, debería ponernos en guardia frente a quien lo hace.



lunes, 9 de junio de 2025

COSAS

 



Me he sentado a la sombra en un velador. No tengo prisa y estoy cansada. Sigo el curso de una conversación ajena como el que no quiere la cosa. No me cuesta nada engancharme e intervenir de manera silenciosa sin que nadie me lo pida. Hablan de lenguas, de respeto, en un discurso que parece más aprehendido que personalmente elaborado. Ahí quiero colarles una cuña de persona totalmente bilingüe, pero me mantengo en silencio, aunque el tema lo tengo claro. Las lenguas sirven para comunicarse y la utilización de una, de común conocimiento, no desmerece la que no utilizan porque alguno de los partícipes no la conoce. Respeto, pues eso. Sin embargo, los vecinos de mesa, por un momento, casi parecen batirse en un duelo que abandonan en cuanto pasan unos tipos con unas maletas enormes, y se traslada a la gentrificación, al aburguesamiento de la ciudad. Me caigo de la conversación y pienso que esas maletas gigantes parecen trasladar toda una vida que tiene que empezar de nuevo. Vuelvo a la tierra y cambian las tornas. La conversación se traslada a sus próximos destinos de vacaciones y el precio de los billetes de avión. Volar es relativamente económico y llegar a cualquier lugar del mundo ya no es  un imposible si se planifica bien. Uno de ellos habla de quedarse en casa porque las posibilidades de viajar sin que te atraquen, te peguen un tiro, te veas envuelto en un altercado o incluso que te secuestren, son cada vez menores. Se me arquea la ceja sin querer y empiezo a remover el café muy poquito a poco. Para conocer mundo ya no hace falta desplazarse. Todo está en internet. Casi le añado que también en “Callejeros viajeros” o en “Madrileños por el mundo”, pero que no es lo mismo.  Pensar de ese modo tiene un enorme parecido con querer tomarse un zumo de naranja natural y beberse un refresco de sabor anaranjado. El más vehemente de los cuatro sigue defendiendo que desplazarse para conocer el mundo es un atraso total; otro insiste en que viajar no es solo ver piedras, o monumentos extraordinarios, es algo más. Estoy de acuerdo. He tenido la enorme suerte de haber viajado mucho, incluso a lugares que ya no se aguantan de pie. Me he mezclado con personas con las que no me entendía, ni ellos a mí, pero la hospitalidad es un valor universal. La memoria de Google se encarga cada día de recordármelo, cuando a mí se me olvida, y hoy mismo me recuerda que hace mil años estuve en Damasco, muchos años antes de la guerra, intentando encontrar la casa la familia de un buen amigo que vivía en el barrio cristiano cerca de donde San Pablo se cayó de su caballo. El mundo era otro, nosotros también.  Ahora, ya ensimismada en la memoria artificial de mi móvil, pierdo el hilo de la conversación ajena que ha dejado de interesarme. Dejo en el platillo unas monedas y me voy. Todo está al alcance de casi todos en esta parte del mundo. Pero entre una punta y la otra de ese todo, se ha abierto una sima infinita, casi imposible de salvar, que no siempre tiene que ver con la distancia. Camino despacio porque hace un día estupendo. Vale la pena  respirar hondo y seguir.