He puesto la radio, como todos los días. Las noticias huelen tan mal como la ideología que lo imprime todo. Hay que ser muy imbécil para creer que alguien es intocable. Y hay que ser rematadamente bobo para defender al indefendible capo de la mafia institucional. Porque la corrupción es corrupción, venga de donde venga y cuando uno está al mando no cabe excusarse en el desconocimiento, porque entonces es un inútil y un negligente o es, simplemente, un tremendo cínico mentiroso. La actualidad explica muchas decisiones adoptadas en el pasado, que juraron y perjuraron que no se iban a adoptar jamás. La mierda con mierda se paga. La ambición es poderosa y cuando se tuerce puede llevar fácilmente a la corrupción. Apenas sabemos nada. Nos esperan días de mala gloria. Aún hoy, sabiendo lo que se sabe, hay quien defiende a quien está arrasando el Estado de derecho, a quien está imponiendo un totalitarismo administrativo que convierte al ciudadano en súbdito; a quien no duda en mantenerse en el poder pese a que tiene la alfombra hecha un cisco. La mierda es mierda, venga de quien venga y hasta que no tengamos claro no hay nada que hacer. Defender lo indefendible, debería ponernos en guardia frente a quien lo hace.
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