domingo, 16 de noviembre de 2025

DIARIO 3.0


 

Había perdido mucho peso desde la última vez que se vieron. Su espalda al desnudo era un camino marcado de hitos y sobresaltos. Desde entonces la curiosidad se le había instalado en la punta de los dedos y desde ahí, desde la curiosidad, sus dedos recorrieron aquella especie de raspa animada como si de esa manera, a través de sus manos nudosas, se la pudiera llevar con él.

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Si alguien me preguntara cómo hay que vivir, le contestaría que como si montará en bicicleta. Mirando hacia delante y con determinación. Yen modo “bonus track” le diría un poquito más, y le añadiría que en ese pedalear constante no olvide de dónde viene, ni lo que se encuentra por el camino, porque ahí está lo que se es.

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Puede que en el vagón hubiera cientos de personas. Aquel tren, parecido a una lombriz enferma, se componía de un único vagón articulado que iba lleno hasta la bandera. Agarrada a la barra central, sujetaba el libro sin poder cambiar de página. No podía moverme y me quedé clavada en “Resulta curioso que pueda construirse una vida a partir de los desechos de otra persona”. Tener los ojos verdes y la desgracia de otro pisándote los talones.


 

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