- Al final de cada noche la tarta de queso y el pastel de manzana siempre se acaban. La torta de durazno y la torta de mouse de chocolate están casi terminadas. Pero siempre queda una tarta de arándanos sin tocar.
- ¿Y qué hay de malo en la tarta de arándanos?
- No tiene nada de malo. Sólo que la gente elige otras cosas. No puedes culpar a la tarta de arándanos. Simplemente nadie la quiere.
My blueberry nights
Releo
las notas que durante el año he escrito en mi agenda de papel. Por ahí se cruzan
las últimas desesperaciones provocadas por el nacionalismo exacerbado de mis
vecinos, una receta de cocina que nunca probaré; los resultados de las últimas
pruebas médicas entreverados con los libros que siempre estoy pendiente de
leer, las imágenes que quiero gravar en la retina para siempre, junto con las
cosas que a veces quiero decir y no siempre digo porque no puedo, porque no
quiero, porque no hay interlocutor posible. Hacerse cuenta del estado de ánimo
de meses atrás es un imposible, un pasatiempo engañoso porque entre esas
letras, sacadas del contexto de lugar y del tiempo, casi nada cuadra y todo se
convierte en un telegrama de mi vida diaria.
Hoy llueve en Barcelona. En unas semanas esta nota tan simple no tendrá ningún
sentido, pero hoy lo tiene. Lo mismo que lo tiene que lleve unos días durmiendo
a pierna suelta, que sienta una especie de alegría interior tan absurda como
efímera. Toca hacerse con una nueva agenda de papel, sólo allí las cosas cobran
sentido durante unas horas y los días, a veces más muertos que vivos, se
convierten en algo distinto.
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